JUEVES Ť 27 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť ''Usted nos invita a ir a la guerra, pero es su guerra y no la nuestra'', le dicen al canciller
Descalifican diputados el manejo de la política exterior de México
Ť ''Si no quiere representar al país, váyase donde quiera'', expresan al titular de la SRE Ť El funcionario insiste en que los atentados en Estados Unidos son un conflicto ''nuestro''
ROBERTO GARDUÑO Y CIRO PEREZ S.
''Señor canciller, usted nos invita a ir a la guerra y no, šesa es su guerra y no la nuestra!'', fue la respuesta de Emilio Ulloa a la disyuntiva que planteó Jorge G. Castañeda a los diputados federales, a quienes les dijo que el resultado de los atentados del 11 de septiembre es considerado por el gobierno de la República como un ''conflicto nuestro''.
La comparecencia del encargado de la Secretaría de Relaciones Exteriores transcurrió sin que éste diera respuesta a un sinnúmero de preguntas de los diputados de oposición en torno a los fundamentos de la política exterior. Y menos aún enfrentó los siguientes calificativos, dirigidos por los legisladores: ''Bismarck, demagogo, publicista, declarador estridente, animoso, pronorteamericano, Cantinflas''. Durante cinco horas Castañeda enrojeció, rió socarronamente y repitió en cuatro oportunidades que no daría respuesta a los señalamientos de índole personal.
Por su parte, el grupo parlamentario del PAN optó por hacer un recuento de las acciones diplomáticas del gobierno federal, como la intención de ingresar al Consejo de Seguridad de la ONU, mejorar el diálogo ''de tú a tú'' con Estados Unidos, y poner atención a la red consular de México. Es más: los panistas reclamaron una nueva relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. En ningún momento los legisladores blanquiazules intervinieron en defensa del canciller.
Impuntualidad
La sesión se programó a las diez de la mañana; pasada esa hora, los legisladores esperaron 40 minutos hasta que Castañeda apareció en el Salón Verde, disculpándose porque había tenido un acuerdo previo con el presidente Vicente Fox. Y desde entonces la comparecencia fue tortuosa para el canciller.
Al emitir las posturas de las fracciones parlamentarias, los diputados encargados por cada una de las bancadas cuestionaron el trabajo del titular de la diplomacia mexicana. Sergio Acosta Salazar, del PRD, le reprochó ''el desprecio'' que tiene por la Constitución, y en consecuencia le exigió la renuncia: ''Si usted no quiere representar a México, vayase a donde quiera, porque usted no tiene derecho a poner de rodillas a un país que no es de su propiedad'', le espetó.
El diputado Acosta, quien promovió desde la semana pasada que las fracciones parlamentarias aprobaran un punto de acuerdo para demandar al presidente Fox la remoción de Castañeda, se dirigió con dureza al visitante: ''Hemos visto cómo la animosidad ha rebasado la inteligencia de nuestro canciller, quien ha puesto en peligro nuestra seguridad nacional; animosidad que ha provocado también que no se dé cuenta cuando le pasean en la cara banderas alusivas a guerras gloriosas de Estados Unidos... y en el poco tiempo que tiene al frente de la SRE hemos visto el giro más pronorteamericano de la política exterior de México''.
La critica del diputado perredista propició que desde la galería algunos asesores panistas gritaran a Acosta que fuera respetuoso con el canciller: ''Es un naco, no tiene vergüenza, pobre diablo'', decían.
Después, el representante del PT, Jaime Cervantes, reprochó el manejo interpretativo que el titular de la cancillería hace en relación con la diplomacia nacional: ''Las disposiciones constitucionales en materia de política exterior no están sujetas a interpretaciones; se han construido en el siglo pasado y en el mundo se conoce más sobresaliente la actuación de los cancilleres Estrada, García Robles y Castañeda, me refiero a Castañeda de la Rosa -padre del funcionario-, que siempre sobrepusieron los intereses de nuestra patria a los de países del imperio; por ellos no admitimos que bajo el pueril argumento de que los norteamericanos deben saber quiénes son su amigos, se nos embarque en una aventura que nadie sabe adónde nos lleve... México no debe ser comparsa''.
Con dureza, pero con respeto, la diputada del PVEM, Erika Spezia, provocó que Jorge G. Castañeda enrojeciera y dirigiera una mirada socarrona a Enrique Berruga y a su empleado Joel Ortega, mientras la legisladora daba lectura a un texto muy crítico. La legisladora puso en duda la capacidad y convicción del diplomático, de quien recordó aquel calificativo de ''ardidos'' que dedicó al gobierno y pueblo cubanos.
''Tan fuera de lugar resultó esta situación -añadió la diputada-, que fue corregido por la entonces vocera de la Presidencia, Martha Sahagún, la que por cierto tiempo después tuviera la encomienda de representar a nuestro país en la toma de posesión del presidente Alejandro Toledo, en Perú, vulnerando con ello nuestra tradición republicana.''
Spezia recordó que la ausencia de coherencia en la actual dirección de la diplomacia mexicana se explica porque Castañeda fue un acérrimo crítico del TLC y ahora es uno de los principales actores que apoyan políticas económicas neoliberales. ''México debe contar con un proyecto de política exterior coherente, discutido y consensado, fruto de las deliberaciones que el Senado y otros foros democráticos realicen, no una política exterior errática donde los dictados sean fruto de los estados de ánimo del canciller.''
El priísta Javier Sánchez Campuzano cuestionó a Castañeda porque se contradice hasta con el mismo presidente Fox, y le pidió claridad en sus respuestas: ''Lo invitamos a que aplique nuestra Constitución y actúe con serenidad. Las preguntas que le vamos a formular van a ser precisas y le pedimos su puntual respuesta''.
El secretario respondió con su peculiar estilo al tema del apoyo a Estados Unidos: ''Yo sí creo que este es un conflicto nuestro, y el gobierno considera que sí es un conflicto nuestro porque hay instrumentos internacionales -invocó el TIAR- que México ha firmado; porque el uso indiscriminado de la violencia puede afectar a cualquier país; porque muchos mexicanos murieron; por las perturbaciones económicas, financieras, comerciales y turísticas''.
Entonces, Augusto Gómez Villanueva, del PRI, le preguntó sobre el apoyo incondicional que el presidente Fox anunció para Estados Unidos: ''ƑY si declaramos la guerra... a quién se la declaramos? ƑPor qué? ƑA Afganistán? ƑAl mundo árabe?''
Castañeda evadió: ''Yo considero que hoy, además de ser el decano de los ministros de relaciones exteriores en el mundo, el ministro francés Hubert Védrine es una de las personas a las que más quisiera yo ceñirme en sus definiciones, porque tiene que lidiar con un presidente más bien conservador y un primer ministro de izquierda; porque tiene que lidiar con la tradición francesa de independencia y la cercanía evidente con Estados Unidos a través de la Unión Europea; porque tiene un gran bagaje intelectual que yo no tengo, pero que quisiera tener, y por eso también me parece que su postura es atractiva; y cuando veo cinco días después de mi declaración que él usa exactamente el mismo término, no regatear el apoyo a Estados Unidos, pues considero que por lo menos en lo que a mí se refiere hice la declaración apropiada hacia afuera''.
Emilio Ulloa reprochó que las grandes indefiniciones que tiene la cancillería obedezcan a que Castañeda ''reflexiona en francés, escribe en inglés y nos habla en español''. Desde la galería, el empleado de Castañeda, Joel Ortega, gritó en defensa del secretario: ''Y Marx también''.
El perredista concluyó: ''Aquí cada quien se defiende solo y no necesita porras. Desgraciadamente este secretario no convence al pueblo de México''.