JUEVES Ť 27 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Orlando Delgado

Una economía concentrada

Según información que aparece en el Informe sobre el desarrollo mundial, publicación anual del Banco Mundial, la economía mexicana aparece en décimo lugar, según cifras de 2000. Esta clasificación se basa en la comparación del PIB de cada país, expresado en dólares estadunidenses. El año anterior ocupamos el decimosegundo sitio, el decimotercero en 1999 y el decimosexto en 1998. El avance logrado se explica por dos razones: el crecimiento del PIB y la apreciación del tipo de cambio. El primero creció 6.8 por ciento en 1997, 4.8 en 1998, 3.7 en 1999 y 6.9 en 2000, lo que representa un promedio anual de 5.5 por ciento en ese cuatrienio. El tipo de cambio, por su parte, en enero de 1997 pasó de 7.84 pesos por dólar a 9.57 en diciembre del año pasado, lo que significa una depreciación de 5.3 por ciento anual, menor que el 11.4 por ciento anual de crecimiento de los precios.

Un ritmo de crecimiento superior al de la economía mundial y una clara apreciación cambiaria nos han colocado en ese décimo lugar, menor en 2 por ciento a Brasil, que ocupa el noveno; en 20 por ciento a Canadá, octava economía del mundo; y en 86 por ciento a Italia, séptima economía. Por supuesto, estamos lejos de China (6), Francia (5), Reino Unido (4), Alemania (3), Japón (2) y Estados Unidos (uno). La economía que nos sigue, la española, es sólo 3 por ciento menor a nosotros, en tanto que la decimosegunda, la India, produce el 80 por ciento que nosotros.

Con base en esta información, el presidente Fox señaló: "estamos a escasa distancia del grupo de las ocho economías más grandes, la del llamado G-8. Y ciertamente, esto nos trae nuevas oportunidades, pero a la vez nuevos retos y reclama nuevas responsabilidades". La idea del Ejecutivo se orientó a mostrar que México tendrá un nuevo papel en el mundo, lo que se ha centrado en la búsqueda de nuestra incorporación al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, soslayando lo que caracteriza a las grandes economías: una distribución del ingreso menos inequitativa, un elevado nivel del producto y el ingreso per cápita, altos índices de escolaridad, reducidos niveles de pobreza; crédito interno significativo, exportación de tecnología, etcétera.

En cualquiera de estos indicadores, la comparación con las economías del G-8 es contundente: si clasificamos a los países por el índice de Gini, por ejemplo, que mide la distancia de la distribución del ingreso de los individuos o de las familias respecto a una distribución perfectamente equitativa, ocupamos el lugar 93, en tanto que los otros miembros del club de los diez mayores ocupan los sitios siguientes: Estados Unidos 69, Japón 6, Alemania 20, Reino Unido 46, Francia 30, China 63, Italia 13, Canadá 22 y Brasil 103. Como se observa, sólo muestra mayor nivel de concentración el último país mencionado, en tanto que el resto está en mejores condiciones, incluido China.

El ingreso per cápita ratifica nuestra situación: en tanto el dato mexicano es de 5 mil 80 dólares, el de España es de 14 mil 960, casi tres veces mayor que el nuestro. Brasil está peor que nosotros con sólo 3 mil 570, en tanto Canadá tiene 21 mil 50. El ingreso per cápita chino es desastroso: apenas 840 dólares. La información de los otros es así: Estados Unidos 34 mil 260, Japón 34 mil 210, Alemania 25 mil 50, Reino Unido 24 mil 500, Francia 23 mil 670. Los datos de pobreza son igualmente claros: en México, según esta fuente, el 34.8 por ciento de la población recibe menos de dos dólares diarios de ingreso, de los que 12.2 no recibe ni siquiera uno. Los datos son, respectivamente: en Brasil 25.4 y 9; en China, 53.7 y 18.5.

Un último dato que resulta ilustrativo es el porcentaje de participación en el ingreso del 10 por ciento más pobre y del 10 por ciento más rico: en nuestro caso el último decil recibe 1.6 y el primero 41.4. En España los más pobres reciben 2.8, cerca del doble que los nuestros, en tanto los más ricos reciben 25.2, 60 por ciento menos que los ricos mexicanos. Brasil tiene, también en este caso, una situación peor: uno por ciento del ingreso para el 10 por ciento más pobre y 46.7 para los más ricos.

Los datos para los países ricos son interesantes: en Canadá, los más pobres reciben 2.8 y en el otro extremo, 23.8; en Italia, 3.5 y 21.8; en Francia 2.8, 25.1; Reino Unido 2.6 y 27:3; Alemania 3.3 y 23.7; Japón 4.8 y 21:7; Estados Unidos 1.8 y 30.5. El país que se asume como líder y modelo del planeta es el más concentrado entre los grandes. Este recuento evidencia que para ser un país grande, la verdadera responsabilidad está con nuestra gente. Tener mayor presencia en el mundo se logrará, no por el valor de lo que producimos, sino por la manera en que lo distribuyamos.

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