JUEVES Ť 27 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
MELON
Luis Angel Silva
La noche de anoche
CON UN AUDITORIO Nacional repleto hasta las lámparas, se desarrolló el concierto que Celia Cruz ofreció "la noche de anoche", diría René Touzet, con el apoyo, por supuesto, de Johnny Pacheco y su cabecita de algodón, don Pedro Knight, el cual tuvo de chile, de dulce y de manteca.
DEL CONCIERTO HABLARE lo menos posible pero a cambio le platicaré monina lector de lo que sucedió tras bambalinas antes de la actuación de Doña Saoco, que a pesar de las peticiones de siempre, esta vez Burundanga y El yerbero moderno brillaron por su ausencia.
FUE NOCHE PARA gozar. El jícamo inundó el recinto de Reforma con la misma intensidad de la lluvia que cayó de manera intermitente mientras llegaba a mi destino, pero valió la pena. šSí que sí! Nuevamente Cuqui, la esposa del Marqués de Quisqueya, me regaló otra gentileza como es su costumbre, y pude llegar a los camerinos para ser testigo de los preparativos de Pacheco y su Tumbao añejo, y enfrentar su compromiso.
CUQUI SE ENCARGO de repartir los papeles del repertorio y dar las últimas instrucciones a los músicos, mientras el Marqués como cábala bebía una copa de coñac. Hubo bromas y buenos deseos pero, sobre todo, profesionalismo. Al tumbao se agregó Pedrito, el esposo de la Diosa Divina como llama Pacheco a Celia Cruz, para dar los últimos toques y llevar a buen puerto lo que fue un concierto de bala.
ASI PUDE ENTERARME de que habría un mariachi, nada menos que el Vargas de Tecalitlán juvenil, para acompañar a la sonera del mundo con Tu voz y El rey, así como una descarga a dos pianos con Héctor Infanzón e Irving Lara. Este último participó también como parte del Tumbao Añejo en las actuaciones que Johnny desarrolló en esta visita a nuestro país. Pedrito y éste su nagüeriero intercambiamos saludos. En seguida me dirigí a la sala a ocupar el lugar que nuevamente Cuqui, siempre Cuqui, me había reservado.
LA PRIMERA OVACION fue para el Marqués al sólo aparecer en el escenario acompañado de Casanova y el resto de los músicos. Al apagarse el aplauso Pacheco se dirigió al público diciendo que se presentaría solo. Con su vis cómica arrancó las carcajadas del respetable e inició su actuación con Las muchachas. Así empezó a calentarse el ambiente. Siguió con Yo quiero una mujer, para después interpretar Agua del clavelito, lo cual encendió el Auditorio. La primera llamada a los bomberos se hizo necesaria.
ASI LLEGO LO esperado y la perla de Santiago de los Caballeros se encargó de presentar a doña Celia de todas las Celias, de apellido Cruz -y de segundo nombre Caridad-, al cual ella agregó "de Knight". Ya el personal estaba de pie para ovacionar como se merece la que éste su enkobio considera la figura máxima del ambiente sonero hoy por hoy y kilo por kilo.
ESPERO QUE DOÑA Sabor no se moleste conmigo por lo que voy a relatar, pero según Julio del Razo la primera visita de esta sonera privilegiada a nuestro México ocurrió en 1948 al formar parte de las Mulatas de Fuego, donde también se encontraba la Señora Sentimiento, Elena Burke. Por mi parte, la escuché por vez primera en 1951 en un disco de 78 r.p.m., acompañada por la Sonora Matancera con los números Yemayá y Cao cao mani picao, para convertirme en su admirador a primer oído y coleccionista empedernido de sus grabaciones. Desde luego las que he podido obtener.
NO FUE HASTA 1959 que pude conocerla, ya que por cuestiones de trabajo no pude presenciar sus actuaciones en visitas que hizo antes de ese año, en las que realizó temporadas, entre otros lugares, en el Quid y el Afro, de Ernesto Alonso y Agustín Barrios Gómez, respectivamente. En compañía de Lobo (en paz espante) y el Pato Arroyo, estuve en el debut de Celia ya con la Sonora en La Terraza, aumentando mi admiración en cada ocasión que tengo la oportunidad de presenciar, gozar y escucharla "personalmente y en persona", como diría el genial Cantinflas.
SIN QUE ESTO se tome como adorno, Celia y Pedrito estuvieron en el debut de Lobo y Melón con su grupo en La Fuente, cuando formamos parte del espectáculo de Ninón Sevilla, deferencia que forma parte de los recuerdos más gratos de mi trayectoria sonera, así como haber podido compartir tarima con dos leyendas, Celia Cruz y la Sonora Matancera, especialmente en un carnaval en Veracruz.
PARA TERMINAR, MI enkrukoro lector, permítame despedirme a lo sonero, en honor a esta señora de todos mis respetos con admiración y cariño: Al Auditorio llegué/para escuchar a una dama./La llevo de rama en rama/y de contén a contén./Del taxi a tiempo bajé,/las buenas noches le dí,/le pregunté Ƒpor aquí/es donde está el Auditorio?/Y me dijo, no sea bobo,/que usted vino a oírme a mí./De Celia hay mucho que hablar,/eso se lo digo yo,/todo aquel que la escuchó/nunca la podrá olvidar.