VIERNES Ť 28 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť La escasa respuesta al ultimátum deja al Kremlin en una "situación incómoda"

Rebeldes chechenos entregaron cuatro pistolas, dos lanzagranadas y un fusil al gobierno ruso

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 27 de septiembre. El Kremlin consiguió lo que quería en realidad con su ultimátum a los rebeldes chechenos -una coyuntura favorable para endurecer su política en la separatista república del Cáucaso del Norte-, pero la magnitud del rechazo a la exigencia del presidente Vladimir Putin de deponer las armas en 72 horas dejó en una situación por demás incómoda a las autoridades rusas.

El arsenal entregado por los independentistas se reduce a dos lanzagranadas, cuatro pistolas y un fusil automático. Son datos oficiales revelados por el jefe de la policía de la administración pro-rusa de Chechenia.

En lugar del proyectado impacto propagandístico, surgió, sin que ese haya sido el propósito del gobierno de Rusia, una pregunta que se quedará sin respuesta suya: Ƒo todos los chechenos alzados en armas son terroristas, al negarse a rendirse, o el problema de Chechenia tiene otras raíces?

El ultimátum de Putin, en una suerte de paráfrasis de su colega George W. Bush en escala local, puso a cada checheno ante el dilema de elegir con quién está. A juzgar por los resultados, todos los chechenos prefieren ser catalogados de "terroristas internacionales".

Nadie esperaba en el Kremlin, desde luego, que la exigencia de Putin pudiera provocar una escisión entre los chechenos, pero tampoco que tuviera tan escaso eco.

Quizá por ello, sin orden ni concierto, altos funcionarios del gobierno ruso emprendieron este jueves desesperados intentos, a veces francamente torpes, por salvar la cara.

La declaración más espectacular correspondió al general Viktor Kazantsev, representante personal de Putin en el Cáucaso del Norte y designado responsable de coordinar la rendición incondicional de los rebeldes chechenos. Poco después de vencido el plazo, Kazantsev no tuvo reparo en afirmar que un emisario de Aslan Masjadov, el presidente checheno, "se puso en contacto con nosotros y yo me reuní con él, tienen dudas, pero creo que podremos avanzar".

Como suele suceder, algunas agencias noticiosas más interesadas en la primicia que en la sustancia, se apresuraron a destacar el inicio de un diálogo de paz, sin reparar en que Kazantsev no proporcionó el nombre del supuesto emisario, ni precisó cuándo y dónde se reunieron, ni mencionó de qué hablaron, ni dijo nada que realmente permita todavía sacar la conclusión de que se está gestando un arreglo político.

Las palabras de Kazantsev fueron confirmadas sólo por su segundo, el también general Nikolai Britvin, quien habló en plural: "Enviados de grupos guerrilleros entraron en contacto para negociar el abandono de la resistencia y la entrega de las armas". Igual de impreciso que su jefe inmediato, Britvin fue todavía más lejos al subrayar que este hecho (Ƒcuál?) "demuestra que el mensaje del presidente cumplió su objetivo".

Horas antes del vencimiento del plazo, el portavoz del Kremlin para Chechenia, Serguei Yastrzhembsky, trató de minimizar la exigua entrega de armas. Para él, Putin no lanzó ningún ultimátum. El plazo de 72 horas, en la interpretación de Yastrzhembsky, "no es para que los rebeldes se desarmen, sino para que establezcan contacto con las fuerzas y autoridades federales".

Agregó el también asesor de Putin: "El presidente con su mensaje, un gesto polpope_armenia_ju27swítico, dio una oportunidad a los jefes de los grupos armados ilegales y a sus integrantes para poner fin a una resistencia inútil e integrarse a la vida pacífica".

El ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, en una entrevista que publica hoy el diario Trud, ofreció una lectura muy diferente de lo dicho por Putin. Tras calificar el mensaje presidencial como "último chance que tienen los bandidos", Ivanov advirtió que después del plazo de 72 horas, "quien no se haya escondido, no será culpa mía", porque los operativos de las fuerzas federales en Chechenia serán "más contundentes y ofensivos".

A lo largo de este jueves, siempre con la preocupación de ocultar el fiasco del ultimátum en lo referente al número de armas captado, los funcionarios rusos fueron cambiando de opinión con rapidez sorprendente. Así, el mencionado Britvin, antes de hablar de supuestos contactos con emisarios de los rebeldes, afirmó que el número de combatientes que depusieron las armas es "considerable", pero no quiso precisar cuántos por "razones de seguridad", para proteger de posibles represalias a quienes se rindieron.

Desde Bruselas, en cambio, Serguei Ivanov, al comentar que sólo se recibieron siete piezas menores, procuró encontrarle el lado positivo y lanzó un escueto "poco es mejor que nada".

Pero no hubo hoy sólo declaraciones de funcionarios públicos. Una prestigiada ONG, el comité nacional por la suspensión de la guerra y la consecución de la paz en la República de Chechenia, exhortó a "las dos partes involucradas" a decretar un inmediato cese del fuego y a sentarse a negociar, sin condiciones previas de ningún tipo, un arreglo político.

El comité expresa la convicción de que "la negativa de las autoridades federales a negociar con Masjadov y una nueva escalada de las acciones militares en Chechenia pueden derivar en un sufrimiento innecesario para todo el pueblo ruso".