PRISION A VIDELA: DATO PLAUSIBLE
El
juez argentino Rodolfo Canicoba Corral dispuso ayer la prisión preventiva
del ex dictador Jorge Rafael Videla, a quien consideró presunto
autor de la desaparición de 70 personas en el contexto de la Operación
Cóndor, la tristemente célebre conspiración criminal
realizada por los regímenes castrenses del Cono Sur en los años
setenta y ochenta para internacionalizar la guerra sucia que llevaban a
cabo contra sus respectivas sociedades.
El fallo no tiene, ciertamente, nada de novedoso, habida
cuenta que, desde el retorno de Argentina a la formalidad democrática,
a mediados de la década antepasada, Videla y otros cabecillas de
las juntas militares han vivido entre procesos penales y amnistías,
entre certificados de impunidad y acciones renovadas de impartición
de justicia.
Sin embargo, la noticia adquiere especial relevancia en
las inciertas circunstancias mundiales del presente, en las cuales pareciera
esfumarse la perspectiva de desarrollar y consolidar los incipientes mecanismos
para perseguir, juzgar y sancionar a los responsables de delitos de lesa
humanidad.
La respuesta del gobierno de Estados Unidos a los criminales
atentados del pasado 11 de septiembre ha sido, en este sentido, una declaración
de guerra no tanto contra el terrorismo, sino contra la legalidad y la
justicia internacionales: de golpe, Washington se arrogó la atribución
de señalar a los culpables, de procesarlos, perseguirlos y castigarlos,
a contrapelo de las soberanías nacionales y de instrumentos bi o
multilaterales como tratados de extradición, cortes de justicia
internacionales, organismos y acuerdos entre estados.
Aunque esta amenazante actitud no ha ido, por fortuna,
más allá de las declaraciones, es claro que la determinación
de venganza del gobierno más poderoso del mundo socava el margen
de acción de los sectores sociales y gubernamentales que, en el
afán de hacer justicia, han transitado con perseverancia y lucidez
por los lentos, complejos y exasperantes cauces legales.
Han conseguido de esa forma poner ante los jueces a genocidas
como Augusto Pinochet, Slobodan Milosevic y los antiguos jerarcas militares
argentinos. En el caso del ex dictador chileno, el castigo legal no ha
podido hacerse realidad; sin embargo, tras los procesos jurídicos
contra el viejo ex tirano, el pinochetismo en Chile está políticamente
muerto y eso representa un resultado nada despreciable.
El fallo emitido ayer contra Videla es un signo positivo
y esperanzador. En las condiciones actuales es, además, un contrapunto
a la presente irracionalidad que amenaza con sustituir la legalidad y los
principios de convivencia internacional por la represalia y la ley de la
jungla.
do.
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