SABADO Ť 29 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť "Ningún pretexto es válido para la violación de derechos humanos", afirma
México no debe apoyar incondicionalmente a nadie, asegura el ex canciller Rabasa
Ť En la reacción de EU a los atentados no procede la legítima defensa: jurista Manuel Becerra
JOSE GALAN
Nuestro país no debe apoyar incondicionalmente a nadie. Sólo debe defender el respeto a sus garantías como Estado y a las garantías individuales de sus ciudadanos, afirmó el ex canciller Emilio O. Rabasa, quien advirtió que ningún pretexto es válido, incluyendo la guerra, para la violación de los derechos humanos.
Por su parte, el investigador de la UNAM Ignacio Díaz de la Serna dijo que las proclamas del mundo occidental encabezadas por Estados Unidos sobre la libertad y el libre mercado son actitudes fundamentalistas, y consideró que la guerra para los occidentales no tiene nada de sagrado, sino que es un acto económico-político en el que lo más importante es la expansión territorial y el dominio.
Manuel Becerra, director del Anuario Mexicano de Derecho Internacional del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, señaló que el elemento jurídico debe ser la única respuesta al terrorismo. "No le vería otra salida a la convivencia a nivel internacional", dijo.
Para Emilio O. Rabasa el respaldo que ha ofrecido la diplomacia mexicana a Estados Unidos no implica que no se respeten nuestros derechos humanos, y aunque saludó "el renacimiento" de los debates en torno al tema, lamentó que en las guerras se opte "por el desastre atroz".
Al dictar una conferencia magistral en la Facultad de Derecho de la UNAM trató el tema del estado de derecho, y dijo que la inseguridad en México "lo ha desvanecido, casi anulado".
Increíble inseguridad
Hay "un absoluto imperio de la inseguridad. No se puede hablar de un estado de derecho cuando se ha adquirido una proporción increíble de inseguridad", afirmó.
Díaz de la Serna, quien participó en el coloquio Globalidad y conflicto, Estados Unidos y la crisis de septiembre, precisó que la guerra no es parte de la cultura islámica o una configuración de la religión, sino que se trata esencialmente "de un acto sagrado".
Sin embargo, respecto del mundo occidental dijo que la guerra no tiene nada de sagrado, sino que es "un acto económico-político de usura, donde lo que más importa es el dominio y la expansión territoriales."
Ilán Semo, profesor de la Universidad Iberoamericana, recordó que en el Islam "no hay fundamentalismo", sino que es una de las culturas más negociadoras y de amplio comercio, donde es posible que alguien trabaje para Estados Unidos, como Osama Bin Laden, y luego se ponga en su contra. "Ninguna religión es fundamentalista por sí misma, pero usada por una potencia política, eso ya es otra cosa", agregó en el mismo coloquio.
El académico Roberto Peña Guerrero, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, afirmó que no se puede luchar contra el terrorismo bajo la bandera de defensa de la libertad si se aplican medidas contrarias a ésta, y puntualizó que "sería terrible" que a raíz de los atentados en Estados Unidos se avanzara hacia un régimen autoritario, en el que "el combate al terrorismo internacional confundiera cualquier tipo de disidencia hasta de pensamiento, lo que también significaría una amenaza para la democracia y la seguridad internacional".
Leonardo Curzio, miembro del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, apostó por otorgar mayores facultades a las corporaciones de seguridad e inteligencia, pero "con las precisiones exactas" que permitan el equilibrio entre el estado de derecho y la razón de Estado, y subrayó que cualquier "sobrerreacción" como la ocurrida en Estados Unidos puede llevar a un problema real para la democracia.
Por su parte, el miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM Alonso Gómez Robledo aseguró que el terrorismo parece haber rebasado el derecho internacional, "lo cual trae como consecuencia que los Estados ya no planteen la cuestión de una reacción a este fenómeno en términos de la legalidad, sino exclusivamente de conveniencia política".
Manuel Becerra consideró que la reacción de Estados Unidos ante el atentado sufrido "es terrorismo del otro lado, porque de acuerdo con el derecho internacional no procede un ejercicio de legítima defensa".