Construir una sociedad global verdaderamente democrática, pide el escritor Michael Hardt
Ť Denuncia Howard Zinn intentos para uniformar el pensamiento y obedecer a líderes políticos
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 29 de septiembre. El movimiento contra la globalización empresarial no debería convertirse ahora en sólo antiguerra, sino empezar a enfocarse sobre la construcción de una sociedad global verdaderamente de-mocrática, afirmó el escritor Michael Hardt en un foro nacional de activistas, que se congregaron en esta capital para formular las estrategias de su movimiento en el nue-vo contexto generado por los ataques del 11 de septiembre.
Los activistas, que esperaban llegar aquí en decenas de miles para oponerse a las políticas del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), se dedicaron -después de haberse cancelado las reuniones de esas dos instituciones multilaterales y, por lo tanto, gran parte de las acciones masivas en su contra- durante dos días a un análisis y debate sobre el futuro de su movimiento en este país.
En los foros escucharon las perspectivas de líderes de este movimiento e intelectuales vinculados a él, de Estados Unidos y otras partes del mundo.
Los temas incluyeron la privatización, los talleres del sudor, la brutalidad policiaca y las lecciones de la rebelión zapatista, entre otros, pero gran parte de la discusión se en-focó sobre las reacciones inmediatas a los atentados, su contexto y secuelas, y cómo presentar un mensaje alternativo al discurso oficial ante el pueblo estadunidense.
"En este momento estamos rodeados de intentos de mantenernos pensando de la misma manera y seguir a los mismo líderes políticos", explicó el historiador Howard Zinn ante unos 300 activistas del país, parte de un programa de dos días de discusiones del foro llamado Fin del apartheid global.
El ensayista y autor de un texto de historia popular de este país reconoció la existencia de encuestas que indican que casi 90 por ciento de la población apoya los preparativos de guerra, pero "ese apoyo se debilita" cuando se presentan a la gente unas cuantas verdades sobre su gobierno.
"Cuando se les pregunta si hay ocasiones en que el gobierno nos miente, cualquiera que se acuerde de la guerra de Vietnam, o de Watergate, de hecho cualquiera que se acuerde de algo, dice que sí", explicó Zinn, quien instó a todos los presentes a que inviten a sus vecinos, amigos y comunidades a entender la historia de este país.
Zinn criticó a los medios masivos, a los que acusó de haber olvidado el consejo de uno de los periodistas liberales más famosos de este país, I. F. Stone: "El dijo que lo único que uno necesita saber para ser un reportero decente es recordar tres palabras: 'los gobiernos mienten'".
Mundializar la justicial social
Zinn concluyó instando a los activistas a continuar su oposición a la globalización empresarial, pero también abrazar el concepto de organizarse a nivel global a favor de la justicia social.
El próximo día, en estos mismos foros, el profesor Hardt, coautor de Empire, libro que ha sido ampliamente comentado tanto aquí como en Europa y otras partes del mundo, ofreció un mensaje similar.
"Hay esta interrogante de cómo reaccionar después del 11 de septiembre y algunos están argumentando que es hora de que el movimiento antiglobalización dé un paso atrás", comentó Hardt ante 500 personas.
"Entiendo las razones, pero opino que se-ría un error. El movimiento contra la globalización no debería transformarse, después de los ataques del 11 de septiembre, en uno antiguerra", puntualizó.
Hardt señaló que los eventos del 11 de septiembre no anulan el análisis básico del movimiento durante los últimos dos años, de que existe una nueva forma de poder en el mundo actual que transciende al Estado-nación y se expresa en el FMI, el BM y la Organización Mundial de Comercio, pero que es aún más amplio que esas instituciones financieras.
El desafío para este movimiento, según Hardt, es no sólo no reducirse a un enfoque antiguerra, sino buscar cómo pasar de una expresión sólo de protesta a la construcción de una propuesta nueva.
"Las protestas han llegado a cierto punto y necesitan cambiar, el movimiento tiene que transformarse de protestas a la construcción de una alternativa", afirmó Hardt.
Demandó el comienzo de un proceso para buscar la construcción de una sociedad de-mocrática a nivel global: "Democracia es el término correcto, y no sólo justicia, pero democracia a una escala global".
"No sé cómo se expresaría una democracia global ni cómo lograrla, pero eso no significa que no sea lo más importante sobre qué trabajar", reconoció Hardt, e insistió en que la construcción de un movimiento por la democracia desde abajo es la mejor for-ma de construir la paz en este mundo.
"El único camino a la seguridad a largo plazo ha sido la democracia, y sólo una democracia global puede superar los problemas que estamos enfrentando", señaló.
Durante este fin de semana, en diversos foros miles de activistas y representantes de una amplia gama de agrupaciones que han formado la columna vertebral del movimiento contra la globalización empresarial intercambiaron opiniones y trazaron líneas para el futuro de los diferentes grupos antiglobalizadores en este país.
Sin embargo, fue notable la dificultad que enfrentaron al abordar qué caminos tomar en el contexto del nuevo clima bélico en esta país y sus repercusiones en el mundo.