ANDANZAS
CND, un paso importante
Ť Colombia Moya
NO HAN SIDO pocas las tribulaciones y resacas que ha sufrido la Compañía Nacional de Danza del INBA, desde su "fundación" en 1963, que no fue otra cosa sino la fusión del Ballet Concierto de México, donde tanto brillara la espléndida Laura Urdapilleta y el esfuerzo constante de Felipe Segura y Jorge Cano, así como de nuestros inolvidables maestros Sergio Unger, Madame Dambré y tantos entregados bailarines que con su olvidado esfuerzo construyeron aquella compañía.
LA OTRA PARTE del binomio fue el Ballet de Cámara, encabezado por Nellie Happey e integrado por Ruth Noriega, Clara Carranco, Madó Noétzel, Marcos Paredes -inolvidable partenaire durante mi tiempo en el Ballet de Bellas Artes- y Tulio de la Rosa, recién desempacado de Venezuela. No hay que olvidar que dicha fusión -nacimiento en cierta forma- se hizo gracias a la desaparición del Ballet Contemporáneo de Bellas Artes, promovida por los berrinches, y como represalia de quien en aquel entonces comandaba el Departamento de Danza del INBA, en aquella siniestra época en que predominaba la intolerancia arrogante y autoritaria de los funcionarios (políticos) de la cultura, quienes vivían el apogeo acomodaticio de las amistades poderosas en su más prosaica virulencia.
DE ESTE MODO, aquel fue el primer paso de una nueva compañía de ballet que contradecía el espíritu moderno, nacionalista, amparado en la sombra revolucionaria de los grandes muralistas mexicanos y la búsqueda de una expresión propia implícita en la danza contemporánea avalada y subsidiada por el gobierno mexicano a través del INBA; significó el fin de la llamada ''época de oro" de la danza mexicana, para posteriormente -casi cuarenta años después- convertirse en una red enorme de grupos y bailarines, coreógrafos y artistas de danza moderna, contemporánea y todo en lo que se han expandido ahora las búsquedas de una expresión de acuerdo con los tiempos que vivimos.
MIENTRAS TANTO, LA Compañía Nacional de Danza, arropada inicialmente con el presupuesto "de los contemporáneos" -que trístemente perdieron su pleito en Conciliación y Arbitraje (tema de otra historia)-, creció, se desarrolló y ha formado un público que ahora llena Bellas Artes para ver "el ballet".
ASI, LA PRESENTACION de La Bayadera, antiguo ballet de Marius Petipa estrenado en 1877 en el Teatro Mariisi (para otros Mariinsy) de San Petersburgo, es sin duda alguna un paso importante para la compañía, el INBA, el Consejo y el público mexicano.
¿POR QUE? PORQUE la producción, espléndida, lanzó la casa por la ventana, como debe ser si se está en uno de estos espectáculos. La hermosa escenografía y el vestuario de Alexandre Vassiliev de inmediato establecieron las coordenadas y el nivel que tendría el espectáculo. Con un marco así se espera lo mejor; el público se predispone a ver bailar en el mismo nivel a la compañía. Ellos y ellas muestran sus avances, la uniformidad de los movimientos y secuencias del grupo, aunque dista aún de lo que debe ser: ese cuerpo unísono, palpitante y de gran impacto cuando es perfecto y es el corazón de toda gran compañía. El trabajo duro que han llevado se nota y una, desde el asiento, no tiene más que fruncirse en un ¡ouch! ante titubeos, tembladeras e imprecisiones rítmicas y de forma, cuando se está a un pelito de que fuera perfecto, cosa que estamos seguros de que se conseguirá a pesar de las disonancias corporales que persisten.
IRMA MORALES, COMO Nikiya, la bayadera (se turna con Laura Morelos y Sandra Bárcenas), en la noche del 27 de septiembre se ve muy pequeña, pero se desquita en el tercer acto, en el reino de las sombras, al mostrar su calidad y rango, bien acompañada de Raúl Fernández y la carismática Sandra Bárc como Solor y Gamzatti, respectivamente. Un buen montaje de Caroline Llorca sobre la huella de Petipa, notoria y maravillosa en el tercer acto, aunque relleno de mímica en el primero y el segundo, pequeñas variaciones así como en el libreto, quizá por haber suprimido el cuarto acto.
HAY QUE DAR impulso a las figuras. El ballet requiere de "estrellas, grandes estrellas" para jalar a la compañía y al público, así como el futuro de las existentes en la CND.
EN SUMA, LA bayadera resultó un excelente espectáculo que nos llena de ilusiones para lograr metas superiores, por lo que no hay que hundirse en el mundo de mentiras, verdades olvidadas y autocomplacencias que no benefician a nadie, en lo que promete ser un nuevo despegue a gran nivel.