Ť Decenas de fans en su homenaje
Por un día, Pepe Jara no fue un trovador solitario
JAIME WHALEY
Resultó que el homenajeado puso lo mejor de sí y sobre él giraron las atenciones, miradas y aplausos. No podia ser de otra forma, pues, al decir de los presentes, se merece eso y más, y así por un par de horas Pepe Jara recibió el reconocimiento del público, en general, y de la Delegación Cuauhtémoc, en forma oficial.
Han sido ya 56 años de andar en la brega de la bohemia con todo lo que la pueda acompañar y Pepe, que entre otras virtudes tiene la de la amistad, complació a sus seguidores que se dieron cita en el patio principal del Museo de la Ciudad al mediodía de ayer, para ser parte del homenaje que le brindaron las autoridades del centro de esta capital.
Instalado en una tarima, acompañado de Roberto y Tomás, que les pegan a las percusiones y al bajo, y de su inseparable guitarra de la que extrajo preciosos sonidos, el Pepe trovador pero por ayer no solitario pues en todas las interpretaciones tuvo de fondo un multitudinario coro, hizo un recorrido musical desde los tiempos en que actuaba en lugares hoy ya nada más de existencia en la memoria, hasta los temas que lo colocaron al alcance del pueblo entero como La Mentira, que rubricó una telenovela hace ya un buen de años.
Jara hizo remembranzas de aquellos lugares de la hoy decadente (hablando en sentido urbano) Zona Rosa en los que actuó allá en los cincuentas y de otros sitios que hoy están clausurados por la misma Delegación Cuanhtémoc, y en son de broma así se lo hizo saber a Dolores Padierna, hoy la jefa de la demarcación, quien encabezó el homenaje y que fuera del protocolo, pues al fin y al cabo fue reunión de amigos, musitó, ahí en la mesa de pista que ocupó, las letras de la mayoría de las canciones.
Pero Pepe no estuvo solo en el entablado, pues lo compartió con otras leyendas de la época romántica como Amparo Montes, calificada por Pepe como ''la única gema que queda de la corona de la canción mexicana'', y la compositora Emma Elena Valdelamar, quien interpretó la canción que le ha dado reconocimiento: Mucho corazón. Desde luego que ambas se llevaron también su buena carretada de palmas. Y a la vez estuvo gente que se afana en hacerse de nombre, como el Trio Los Clásicos y Aurorita Tovar, quien a petición del homenajeado subió para aventarse un palomazo.
El andariego, La señal, Sabor a mi y la infaltable Orgullo, apenas unos cuantos de los temas de Alvaro Carrillo, cuyos hijos ahí estuvieron y uno de ellos salió casi regañado, en buena lid, cuando, ya en la intimidad del improvisado camerino solicitó la autorización de Pepe para grabar las composiciones de su padre en disco que ya se prepara con Carlos Cuevas. ''Hijo, las canciones son para cantarse'', le reviró paternalmente Jara al tiempo que firmaba pósters, discos, y cualquier papel que sus fans le acercaban, al tiempo que dejaba fluir su caracter bohemio: ''estos homenajes le hacen daño al corazón, me lo hacen brincar''; en tanto, en tono pícaro agregó, ''soy de carne como ustedes, tengo lo mismo pero en chiquito''.
Y rodeado de su gente, su familia ?que incluye 17 nietos pero nada más dos estuvieron en brazos de sus padres?, sin taparse y sin guaruras, apoyado en su bastón metálico, el satisfecho Pepe Jara se dirigió al portón que lo condujo al tráfago de las calles de Pino Suárez.