Afganistán tiene sustantivas reservas de gas natural y recursos petroleros: EU
Ť El país, ruta de tránsito potencial para
exportaciones futuras, admite el Departamento de Energía
Ť Empresas occidentales han firmado contratos por más
de 100 mil mdd con naciones de la región
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 2 de octubre. Aproximadamente 65 por ciento de las reservas petroleras conocidas del mundo están concentradas en Medio Oriente y Asia central (incluyendo Afganistán) y este he-cho, según varios expertos, ha ocupado durante más de una década un punto clave en la política estadunidense hacia la región.
"Desde el punto de vista energético, el significado
de Afganistán emana de su posición geográfica como
una ruta de tránsito potencial para exportaciones de petróleo
y gas natural de Asia central al mar Arábigo", indica el Departamento
de Energía de Estados Unidos en un documento informativo sobre Afganistán
difundido en septiembre del 2001, después de los ataques contra
las Torres Gemelas y el Pentágono.
El Departamento de Energía también señaló
que Afganistán tiene sustantivas reservas de gas natural y algunos
recursos de pe-tróleo y carbón.
Pero en juego hay más que sólo la estabilidad de Afganistán en el contexto energético. Varios analistas regionales han advertido que la situación de ese país podría amenazar la estabilidad de las naciones colindantes.
Turkmenistán tiene la tercera re-serva más grande de gas natural del mundo, y en otros estados de la región, como Uzbekistán y Tadjikistán, se ubican sustanciales campos petroleros.
La estabilidad de estos países, a su vez, se considera fundamental para la pacificación regional de la región del mar Caspio, el cual, según el teniente coronel retirado del ejército de Estados Unidos, y experto en la región, Lester W. Grau, a lo largo de los próximos 15 a 20 años podría desarrollarse lo suficiente como para remplazar el petróleo que actualmente ofrece el golfo Pérsico.
Los suministros de petróleo en la región del mar Caspio son considerados tan importantes que la Fuerza de Tarea de Política Energética Nacional -presidida por el vicepresidente Dick Cheney- recomendó este año al gobierno del presidente George W. Bush fortalecer sus alianzas comerciales con las naciones de esa región.
No obstante, incluso críticos de la industria petrolera
y sus intereses políticos advirtieron contra un análisis
que simplifique los motivos de la "nueva guerra" contra Afganistán
como sólo un esfuerzo para proteger el acceso al petróleo
o los oleoductos.
"No es justo decir que cualquier acción militar
potencial en la región se trate, como lo fue en el pasado en el
golfo Pérsico, sólo de petróleo", comentó Steve
Kretzmann, analista del Instituto de Estudios Políticos (IPS) que
ha estudiado estrategia petrolera por más de una década.
En entrevista con La Jornada realizada esta semana, Kretzmann agregó que mientras la actual política militar hacia Afganistán podría no estar directamente vinculada con los intereses del petróleo, se vale decir que los intereses económicos de Estados Unidos en Asia central "sí acaban siendo en torno al petróleo".
Como evidencia de este vínculo, Kretzmann dijo que la política estadunidense de aceptar tácitamente -y su renuencia a presionar- al gobierno talibán a mediados de los años 90, fue resultado de la influencia que tiene la empresa petrolera Unocal.
Esa compañía estadunidense fue la principal inversionista en un consorcio internacional que negoció y finalmente acordó un contrato de 2 mil millones de dólares con el gobierno talibán para construir un oleoducto de 890 millas de largo, que atravesaba Afganistán para transportar gas natural de Turkmenistán a Pakistán.
Ese proyecto, sin embargo, enfrentó problemas políticos en 1998, pero no por el terrorismo, sino por las políticas sociales del régimen talibán.
"En verdad no fue sino hasta que los grupos de derechos humanos y de derechos de la mujer en Estados Unidos empezaron a presionar al gobierno estadunidense por las políticas represivas de Kabul que el gobierno empezó a criticar más verbalmente al talibán", indicó Kretzmann.
Unocal se vio presionada por sus propios accionistas, que se quejaban por el trato vejatorio que el talibán daba a las mujeres.
La empresa estadunidense finalmente se retiró del proyecto en diciembre de 1998, meses después de que el gobierno de Bill Clinton ordenó bombardear Afganistán, en agosto de ese año, en represalia por las bombas que estallaron en las embajadas de Estados Unidos en Africa oriental.
Aunque el apoyo del gobierno talibán a enemigos de Estados Unidos como Osama Bin Laden resultaba en que ya no tenía un "clima favorable" para las inversiones estadunidenses, Kretzmann señaló que el deseo por construir un oleoducto aún existe, si hay un cambio político en Kabul.
"Todavía existe interés económico
para construir un oleoducto que bajaría hacia el sur de la región
(del mar Caspio) a través de Afganistán y entrando a Pakistán",
co-mentó a La Jornada.
Otros, como el analista Michael Klare, estiman que un
oleoducto a través de Afganistán ya no es tan importante
porque existen alternativas más viables en otros países de
esa conflictiva región.
Más allá de proyectos de oleoductos en Afganistán (el informe del Departamento de Energía comenta dos proyectos allí propuestos por Unocal), existen serias preocupaciones en Estados Unidos, según algunos expertos, de que la inestabilidad en Afganistán podría tener impactos negativos en los países colindantes y en la región del mar Caspio en su conjunto.
"En virtud de su ubicación geográfica, Afganistán siempre ha jugado un papel importante en la estabilidad regional y frecuentemente ha sido el centro de atención de los grandes poderes", argumentó el te-niente coronel Grau en un artículo publicado en el sitio de Internet de la Oficina del Ejército de Estados Unidos de Estudios Mi-litares Extranjeros.
Afganistán, añadió el militar en ese texto, será una "área crítica" para asegurar la estabilidad del desarrollo de petróleo y gas en el mar Caspio.
Grau, uno de los analistas más importantes durante años sobre Afganistán en las fuerzas armadas de Estados Unidos, indicó en otro artículo publicado por la revista del ejército Military Review que el Pentágono debería poner más atención en los asuntos estratégicos del Mar Caspio.
"La presencia de estas reservas de petróleo y la posibilidad de su exportación eleva nuevas preocupaciones estratégicas para Estados Unidos y otros poderes industriales occidentales", escribió Grau en el número de mayo-junio de este año.
"Mientras las empresas petroleras construyen oleoductos desde el Cáucaso y Asia central para suministrar a Japón y al Oeste, estas preocupaciones estratégicas ganan implicaciones militares".
Dadas las amplias reservas petroleras en la región, el coronel Grau destacó que "las fuerzas armadas tendrán que entender las dinámicas políticas, económicas y culturales, así como también los intereses estadunidenses en esta región, donde las empresas petroleras occidentales ya han firmado contratos con un valor potencial de más de 100 mil millones (de dólares)".
Sería preferible, añadió, que Estados Unidos no tuviera que desarrollar una presencia militar regional en esa zona del mundo, lo cual implicaría negociar derechos para establecer bases y una sustanciosa inversión en infraestructura y otras necesidades para la acción militar.
No obstante, Grau subrayó: "El suministro no interrumpido de petróleo a los mercados globales continuará siendo un factor clave en la estabilidad internacional".