MIERCOLES Ť 3 Ť OCTUBRE Ť 2001

ASTILLERO

Julio Hernández López

NO HA DE regatearse (diría el canciller Castañeda) mérito al anuncio gubernamental de abrir los archivos del 68 al escrutinio público. Ni siquiera ante el riesgo de que, en el lucidor lance escenificado ayer por el secretario de Gobernación, Santiago Creel, se tuviesen consideradas cierto tipo de tramposas restricciones futuras o que se estuviese ofreciendo acceso a algo que ya hubiese sido debidamente pasado por rasura en el de por sí muy saqueado y maquillado almacén informativo del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).

VALE, Y MUCHO, el gesto gubernamental de retirar velos y candados a la información relativa a aquel momento histórico. Mayor reconocimiento habrá de darse si al acto de transparencia informativa se agrega el de la fijación de responsabilidades y el castigo de quienes aparezcan como culpables de aquella matanza histórica. Varios de quienes podrían ser pasados por el paredón histórico, y por procesos judiciales, ya han desaparecido, como Fernando Gutiérrez Barrios. Pero otros, como Luis Echeverría Alvarez, difícilmente podrán torear hoy los indicios de su culpabilidad, como el ex presidente lo hizo años atrás ante diputados federales que en insípida e incipiente comisión de la verdad trataron de dar más luz sobre aquel 2 de octubre, sin encontrar en San Jerónimo algo más que verborrea desbordada envuelta en guayabera.

AUN CUANDO LOS ánimos y las plumas que redactan los discursos presidenciales suelen transitar por senderos contradictorios (produciendo así la paradoja -y para joda- de un preciso impreciso), a esta columna le parecen destacables los señalamientos hechos por Fox ayer, en un acto con la comunidad cinematográfica nacional: "En esta época de cambio no hay temas vedados ni asuntos escondidos. Los únicos límites son la responsabilidad personal y lo que marcan nuestras leyes". Luego enalteció los sucesos del 2 de octubre, en los que "mi gobierno -dijo- reconoce (...) uno de los antecedentes más importantes de la lucha democrática de los mexicanos y las mexicanas", y gracias a la cual "disfrutamos hoy de este clima de libertades, pluralidad y mayor participación".

AUN CUANDO LAS referencias presidenciales al 2 de octubre no llevan una condena explícita a las fuerzas represoras del 68 (y habida cuenta de la amplia experiencia de Fox en acomodar a conveniencia, posteriormente, sus propias palabras), resulta evidente que el sentido histórico de su discurso podría agraviar a connotados políticos priístas y a la elite del poder militar. En 1970, en plena campaña presidencial, el Echeverría al que muchos analistas encuentran semejanzas con Fox, aunque éste navegue en otro polo ideológico, provocó serios enojos en la cúpula castrense al guardar un minuto de silencio en Michoacán por los estudiantes muertos en Tlatelolco.

HOY, LOS ALTOS mandos verde olivo no necesitan muchos elementos para sustentar enconos. Hace días, compareciendo ante la honorable soberanía del congreso televisivo de Larry King, el presidente Fox tachó al Ejército Mexicano de débil, para así justificar la falta de apoyo militar a la campaña internacional que Estados Unidos encabeza para castigar ejemplarmente los atentados terroristas del 11 de septiembre. Ahora, al enaltecer los méritos de la lucha cívica, y no los de la represión institucional ("salvadora de la patria"), el foxismo volverá a generar cosquilleos en la columna vertebral de las fuerzas armadas mexicanas.

CREEL MISMO PRECISO ayer que la apertura de los archivos históricos no debe dar paso a "venganzas" ni a "cacerías de brujas". Prudencias similares han convertido al hombre de Bucareli en el principal obstáculo para la creación de una comisión de la verdad, como el pródigo candidato Fox lo ofreció una y otra vez en su campaña presidencial. No sólo albergan en Gobernación reticencias respecto a la viabilidad jurídica de una comisión como la mencionada, sino también respecto a las reacciones de violencia (verbal y tal vez hasta físicas) que podrían desencadenar las pretensiones gubernamentales de juzgar y castigar el pasado.

TALES PRUDENCIAS NO le impidieron al titular de Gobernación asumir riesgos de abrir la boca más de lo debido en otro tema, al decir ante empresarios de la radio y la televisión que el actual gobierno favorecerá la libertad de expresión mediante trato igualitario a los medios, pues habría finalizado la época de "la discrecionalidad, la censura velada y el uso de recursos públicos como mecanismo de castigo" (así hablaba el Santo Santiago en estos días en que la asignación de publicidad gubernamental pasa por visceralidades, veleidades y castigos respecto a algunos medios que producen malestar en determinados salones del poder).

MIEDO DE PEORES aperturas bucales tienen algunos senadores y diputados a quienes ayer el presidente Fox hizo como que les pedía permiso para ir a Estados Unidos. A los distinguidos legisladores ya no les preocuparía tanto el trato descortés derivado de que se les pida que resuelvan sobre un delicado asunto el mismo día en que les es sometido a su consideración. Lo grave, consideraron algunos, sería que el viaje aprobado al vapor sirva al mandatario mexicano para ir a ofrecer o comprometer recursos mexicanos (como el petróleo) en la destemplada y extemporánea búsqueda foxista de recuperar el presunto papel de primerísimo amigo de Bush, que la insobornable realidad mundial vino a reinstalar en verdaderos centros de interés para el presidente estadunidense, como el Reino Unido, para no ir tan lejos.

LAS MANIOBRAS DE exploración del terreno minado sobre el que habría de irse buscando la verdad histórica y castigando a quienes tal merecieran, se daban al tiempo que grupos sociales diversos (destacando en ellos los jóvenes y los estudiantes) recurrían a los métodos tradicionales de conmemoración del 2 de octubre. Algunos, como siempre ha sucedido, traspasaban los límites de la protesta para llegar al vandalismo, y generaron enfrentamientos con policías y granaderos.

OTRO DATO RELEVANTE del día ha sido, desde luego, la reunión de corresponsales extranjeros con Marta Sahagún (quien sería una especie de IVA, según su propia confesión, pues dijo que ella no era una primera dama tradicional, sino una que da "valor agregado" a sus acciones). Dicho encuentro fue para explicarles, entre otras cosas, los objetivos de la Fundación Vamos por México, cuya creación les anunció y con la cual tratará de movilizar filantrópicamente a la sociedad. Vamos por México, se apresuró a explicar la precisa que sí es precisa, "no pretende convertirse en la fundación de fundaciones" ni "coordinar ni controlar nada", aunque, honestamente, "ser la esposa del Presidente tiene sus privilegios. Tienes la llave para abrir todo. Contactos con empresarios, con voluntariado, con organismos de otros países, y eso significa mayores posibilidades de servicio". La fundación se estrenará con una cena con Elton John en el Castillo de Chapultepec, cuyas entradas costarán entre 10 y 5 mil dólares.

2 de octubre no se olvida.

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