MIERCOLES Ť 3 Ť OCTUBRE Ť 2001
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Ť Ruptura en el PAN-DF
Ť Libres, policías delincuentes
HOY QUEDARA, por así decirlo, formalizada la ruptura de un grupo de diputados de Acción Nacional con la presidencia de su partido en el DF e incluso con su líder en la Asamblea Legislativa, Patricia Garduño.
Esto debido a que, cuando menos, tres legisladores decidieron apoyar la opción Texcoco para la construcción del aeropuerto alterno de la ciudad, y con ello ligarse a la decisión de la Presidencia de la República, la Secretaría de Gobernación y la de Comunicaciones y Transportes, que ya han decidido eliminar a Tizayuca como posibilidad.
El anuncio formal sobre la decisión a favor de Texcoco se habrá de dar el próximo 8 de octubre, es decir, el mismo día o un día antes de que Vicente Fox viaje a Washington.
De cualquier forma, hoy se hará obvia la postura de una parte de la fracción panista en la ALDF y con ello el desconocimiento del liderazgo panista tanto en la Asamblea como en la jefatura del partido en el DF. Y apenas es el inicio.
ciudadanos indefensos
LA JUSTICIA, sus órganos cada vez más cuestionados, cada vez menos creíbles, día con día más lejanos del servicio a la población y por ello inútiles para brindar seguridad a los habitantes de la ciudad, ha dejado en libertad a los policías que hace algunos días asaltaron y secuestraron a un par de ciudadanos, porque a fin de cuentas no había otra acusación más que la de las víctimas.
MIENTRAS ESO sucedía, el jefe de Gobierno decía que no le temblaría la mano para castigar a los servidores públicos de las diferentes instancias policiacas que fueran en contra de la ley, pero en la Secretaría de Seguridad Pública no se quiere decir cuáles son los nombres de los uniformados asaltantes y su fechoría ha quedado, hasta el momento, impune.
LOS CIUDADANOS que sufrieron el delito no sólo han quedado en la indefensión total, sino que han dado una lección a la ciudadanía para que nadie se presente a denunciar a los policías asaltantes; han sido vejados, robados y ahora desconocidos en su derecho por las autoridades.
ME HE querido referir a este tema no nada más por la oportunidad que permite la injusticia, para enderezar otra crítica en contra de la corporación policiaca de por sí muy cuestionada, sino porque a unos pasos del edificio de este periódico se ha consolidado una banda de asaltantes, donde, desde luego, participa la policía.
NO PUEDO decir los nombres porque las víctimas de los ilícitos a manos de los policías saben de ya que los uniformados seguirán allí cometiendo fechorías y que ellos, su palabra, su denuncia, no tiene ningún valor para quienes tendrían que ejercer la justicia.
PERO DEJENME contarles lo que pasa.
En las inmediaciones de las calles de Ejército Nacional y Petrarca, en Polanco, casi a diario se comete un asalto, una buena parte de ellos en contra de nuestros compañeros de trabajo.
Y NO nada más. En alguno de los puestos callejeros de esta zona se ha escenificado una verdadera tragedia en la que los principales actores son patrulleros de este sector. Quienes trabajan en esos puestos, como muchos otros comerciantes, son chantajeados diariamente por los uniformados, quienes exigen una cuota diaria para dejarlos trabajar.
EN EL Ministerio Público correspondiente, duermen con tranquilidad las denuncias de algunos de los vendedores, a quienes no se ha hecho ningún caso en sus demandas de justicia, y al saberse indefensos día con día preparan las cuotas para mantener tranquilos a los policías.
AHORA LOS uniformados enfermos cambiaron la especie de su cobro. Hace algún tiempo, además del dinero de la cuota, se llevan o secuestran a una menor mientras sus parientes consiguen más dinero.
QUIENES NOS hablan del asunto están asustados. Saben que la policía comete los ilícitos, pero además están conscientes de que los jueces no harán nada en contra de los delincuentes con placa y que las autoridades no pasan de los discursos y las amenazas, pero ocultan a los posibles malhechores.
POR SI fuera poco, escucharán en la radio una campaña con la que se pretende "limpiar" la imagen del cuerpo policiaco, aunque la realidad en las calles contradiga la propaganda con la que se pretende hacer creer que en la policía las cosas han cambiado.
LA CAMPAÑA en verdad podría servir si se le acompañara de acciones reales y profundas, si se tuviera un registro de los gastos y la forma de vida de los uniformados, si existiera una forma de investigación continua sobre los elementos que están en contacto directo con la ciudadanía.
NO SERIA posible decir que todos los policías son delincuentes, pero hay una verdad de a kilo: muchos de ellos, tal vez la mayoría, caminan con tranquilidad sobre el filo de la corrupción, conscientes de que la ley nunca se aplicará contra ellos.
EL CASO de Polanco es ejemplar: las víctimas de las fechorías policiacas tienen miedo, tal vez interpongan una denuncia, pero por lo pronto asumen con terror que deberán seguir pagando y dejando en manos de los policías a una menor convertida en parte del cobro.
A ELLOS, como a los compañeros que han sido asaltados en el área donde actúan los policías, ninguna campaña podrá hacerles olvidar la saña aplicada en su contra, y muchos capitalinos podrían interpretar como manipulación, como engaño, esta campaña por la cual se pretende hacer creer algo que no existe. šCuidado!