JUEVES Ť 4 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Autora de La multitud errante, título de su novela más reciente
La frivolidad es una de las consecuencias de la guerra, sostiene Laura Restrepo
Ť ''Ante un país deshecho intentamos dejar claves a las próximas generaciones''
Ť Compartir rabias y anhelos genera un lenguaje común que produce euforia, explica
RENATO RAVELO
Andar buscando, eso es lo que es inmanente a la condición humana, argumenta con su novela La multitud errante la escritora colombiana Laura Restrepo, quien escribe sobre los desplazados por la guerra en su país, pero habla en entrevista acerca de esa solidaridad jubilosa y alegre que como contrapeso hace que sus coterráneos hayan sido considerados, en una encuesta que se hizo a principios de año, los seres humanos más felices de la Tierra: ''Colombia es un país en el camino''.
A Laura Restrepo (Bogotá, 1950) le surgió la idea en Roma entre 1989 y 1991, pero quedó guardada. Vendrían primero Leopardo al sol (1993), Dulces compañías (1995) y La novia oscura (1999). Eso sirvió para que el tratamiento se destilara, se añejara y no buscara lo testimonial tanto como lo que ella denomina ''un retrato de la condición del alma'' en la historia de un hombre que busca una mujer y es encontrado por otra.
Habla de su generación, de Alfredo Molano, con quien hubo la intención de hacer una novela a cuatro manos y que le regaló ''una docena de líneas''.
Somos una generación, argumenta, ''que nos fuimos quedando sin partido y aterrizando de la política en la literatura. De la militancia nos viene la fascinación por la realidad''.
Y concluye sobre el tema: ''Nos hemos caracterizado por el afán de dejar un testimonio. Ante el horror y la vergüenza de dejar a nuestros hijos un país deshecho, intentamos dejarles claves para que mañana las generaciones que vengan puedan encontrar un significado en el aparente caos que vivimos en estos momentos''.
Siempre en búsqueda
-ƑCómo surge el tema?
-En Roma, entre 1989 y 1991, vivía en un departamento que quedaba debajo de la estación de trenes donde llegaban desplazados de todo el mundo. Vivía encima de las ruinas de la casa de Nerón, que estaban cerradas por restauración. Me llamaba la atención cómo al atardecer empezaban las ruinas a llenarse de hombres rubios y altos, que eran todos los desplazados de la Europa del este, a dormir en esas plazas de alabastro, y me pareció cierto que lo que dice (Hans Magnus) Enzensberger, que el sectarismo es lo excepcional en la condición humana, que lo inmanente es el desplazamiento, el andar buscando.
-ƑSigues realizando investigación para tus novelas?
-No puedo prescindir de ella, de lo real, como en los libros. El tema de los desplazamientos abarca una gama de la literatura vinculada con el gesto fundacional de los pueblos, que son historias de desplazados, el éxodo; gente que debe huir de un sitio y agarra sus familiares, sus corotos (ropa vieja) y se va a buscar la tierra prometida.
-La vez pasada, en tu libro, era una fundación, ahora es una desfundación...
-Era el estudio del capitalismo en los años cuarenta y cincuenta colombianos y el significado de la prostitución dentro de la fundación de los pueblos colombianos. Ahora los desplazados son incontables, pero los que están en los caminos pasan de 2 millones, más los asentados en los pueblos hace poco o que llegaron hace diez años. Colombia es un país en el camino, apasionante; un estado en permanente búsqueda, en permanente anhelo, siempre huyendo de la guerra y buscando los caminos de la vida.
-En Colombia convive constantemente la tragedia con la belleza, los concursos centran la atención. ƑCómo lo explicas?
-Llego a la conclusión de que la frivolidad es una de las consecuencias de la guerra, es directamente proporcional a la situación. Eso no tiene que ver con la alegría, que sí la hay, pero sí con los caminos de la vida, mientras la frivolidad tiene que ver con los caminos de la muerte.
''Hubo una encuesta adentro en el que la mayoría de la gente dice que es feliz, pero pienso que no tiene que ver con la frivolidad, que es más un fenómeno de medios. Son como los destellos de la vida donde está amenazada. Vivo allá, quiero seguir viviendo y no se me pasa por la cabeza no hacerlo, por la intensidad de las relaciones humanas. La solidaridad que se produce en contraposición a la guerra es creativa, muy alegre; sentir a la gente cerca, compartir rabias, anhelos, genera un lenguaje común que produce euforia, quizá eso en situaciones más pacíficas se diluye. En situaciones particularmente tensas se justifica, aunque con esto no te quiera hablar nada bien de la guerra y de la muerte, pero en contraposición surge este clima de euforia que quería reflejar en la novela, que es una historia de amor a fin de cuentas.''