JUEVES Ť 4 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť La ópera prima de Gerardo Tort se estrena el 11 de octubre en 250 salas del país
De la calle, ''una historia de los personajes que no se ven, porque nos incomodan''
Ť La cinta es light comparada con la realidad de los chavos de las alcantarillas, dice el cineasta
Ť Pensamos en tener seguridad al momento de filmar, pero los mismos niños nos protegieron, afirma
JUAN JOSE OLIVARES
La película mexicana De la calle, que se estrenará el próximo 11 de octubre en 250 salas del país, es una "cinta de realismo contundente" que plantea las "historias, paisajes, personajes de la calle que no se ven (como los niños que viven en alcantarillas) porque nos incomodan, nos perturban y nos agreden". Y esa es la historia que cuenta el debutante Gerardo Tort -ganador del premio como mejor director en el pasado festival de San Sebastián-, que se involucró "en un mundo y una historia que son dolor, una herida abierta que nos cuestiona como padres, como sociedad, como especie", como reza su declaración en el boletín propagandístico de la cinta, que es una adaptación cinematográfica de Marina Stavenhagen a la obra teatral del extinto Jesús González Dávila.
Convencido de que su largometraje es una "una cinta mexicana con valores universales", el realizador Tort, quien desde hace más de 15 años había sólo producido comerciales y cortometrajes publicitarios, así como audiovisuales, comenta: ''La idea fue crear una especie de documental, pero conservando una estructura dramática. La cinta es light comparada con lo que viven en realidad los chavos de la calle; de ahí partió un respeto de nosotros sobre este problema; en este sentido quiero enfocar cierta responsabilidad de la sociedad. Estuvimos obligados a replantearnos ciertas situaciones, no nada más dramáticas, sino de personajes que son seres cotidianos imposibles de negar".
De la calle es la historia de un joven abandonado no sólo por sus padres, sino por la sociedad misma, que se desarrolla en las calles más grises de la ciudad, donde la corrupción policial y el abandono son causal de la creciente tribu subterránea de niños que sobreviven día con día.
Tort argumenta: ''Tengo la expectativa como realizador de que esto de alguna manera sensibilice al espectador sobre este problema social. Creemos que la mejor manera era realizando una cinta, una ficción y no precisamente un documental. No estamos innovando o buscando algo perdido, porque sabemos que el tema ya ha sido tratado por muchos, inclusive en varios países, como por ejemplo en La vendedora de rosas''.
Agrega: ''Sí existe la intención de rescatar frente al espectador una inquietud sobre qué es lo está pasando con estos niños, que son también el futuro. El hecho de que la cinta haya tenido ya buena resonancia puede traer audiencia interesante que pueda reflexionar sobre este asunto. La intención era permear el asunto, pero por otro lado hacer un acercamiento con estos chavos".
Luis Felipe Peña, Maya Zapata, Mario Zaragoza, Armando Hernández, Cristina Michaus, Luis Felipe Tovar, Vanessa Bauche y Alfonso Figueroa son el elenco -''de gran capacidad actoral", como dice el director- de esta obra que nada más pretende ser "una interpretación de la realidad" y una manera más de contar vía celuloide en 35 milímetros la visión de un dramaturgo oscuro y underground como González Dávila, quien infundió "su carga de amor hacia ese niño que hay en ustedes... ese niño golpeado, incomprendido, adolorido y traicionado".
De la calle fue un largo que se preparó tácticamente por decirlo así, con un año de antelación. Dice la guionista Marina Stavenhagen: ''Llevamos hasta las últimas consecuencias el contacto físico y cotidiano con estos seres. Desde el punto de vista del guión, se hizo ese acercamiento para crear una narrativa cinematográfica para no caer en el teatro filmado. Nuestra idea era salir a la calle, lo que implica observar las situaciones urbanas con todos los personajes callejeros, que no sólo son los niños sino los vendedores, los vagabundos..."
Para el director de fotografía, Héctor Ortega, "estar con ellos ayudó a saber cómo iba a ser el equipo que utilizaríamos, cómo iba a ser el trato que tendríamos con ellos. Por ejemplo, pensamos si tener o no seguridad (por las locaciones naturales de la ciudad de México, en barrios peligrosos), pero al final no la necesitamos, ya que con los niños tuvimos un escudo de protección. No pensamos tener cuadros bonitos que sacrificaran la historia que queríamos contar. Buscamos tener una estética propia que nos diera texturas que permitieran ver las historias que se desarrollan en la ciudad".
Era -apunta Ortega en su discurso escrito- "ver la calle, sentir la calle, iluminar la calle; que nos contaran las banquetas, los postes, las bardas, las manos y las caras. Que las paredes y las texturas nos platicaran sus historias mudas, y poner ahí nuestra historia".
Gerardo Tort acepta que el tema de los niños de la calle está saturado, "pero no agotado. El contacto nos hizo reflexionar sobre quién debía cuidarse más: si nosotros de ellos o ellos de nosotros, porque viven permanentemente relegados y sometidos. Nosotros lucramos con ellos y ellos con nosotros, es un intercambio. El primer encuentro que tuvimos fue igual de difícil que con la comunidad actoral."
Tort confesó que conoció la obra de González Dávila hace 15 años y que quedó impactado por ella (llevada al teatro por Julio Castillo), por lo que imaginó que sería una gran cinta.