SABADO Ť 6 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Se requiere una nueva moral entre naciones, que permita aceptar la pluralidad: Villoro

Presagio del retorno de la humanidad a la barbarie

Ť Si un grupo se siente injustamente tratado invoca a su Dios para asesinar a inocentes, dice

RENATO DAVALOS

Ante el presagio del retorno de la humanidad a la barbarie se requiere una nueva moral entre las naciones, que permita la aceptación de la pluralidad y la comunicación entre dos mundos. Pero la respuesta no está en la destrucción del otro ni la solución estriba en echar bombas, señaló Luis Villoro.

Al hacer una reflexión sobre el multiculturalismo para explicar las condiciones étnicas no sólo de México sino del orbe, comentó que por un lado están los talibán y Estados Unidos. Por otra, la condición de los pueblos indígenas en el país, con una reforma que requiere modificaciones para atender las necesidades y reclamos de esos pueblos, señaló Villoro.

VILLORO_VI05KLa clausura de un diplomado auspiciado por la UNAM y el IFE fue aprovechada por Villoro para establecer que el único camino para dirimir los conflictos étnicos de hoy en el mundo es el reconocimiento de la pluralidad, en el marco de un acuerdo negociado entre los grupos diferentes.

Villoro ejemplificó: "si un grupo se siente injustamente tratado invoca a su Dios para asesinar a inocentes, y en respuesta la arrogancia occidental invoca su libertad y su idea de justicia para destruir al otro. La imposición de un punto de vista sobre otro, en ambos casos, anuncia el regreso de la humanidad a la barbarie".

Recurrió al clasicismo de los teóricos para plantear la necesidad de una redefinición del Estado-nación, especialmente hoy que el mundo se debate entre el Oriente y el Occidente.

Todas las circunstancias conducen a esa nueva concepción, asentó. La idea del Estado-nación de hoy no corresponde a la mayoría de los países, pues el poder se ejerce sobre comunidades culturales diferentes, como en España, Canadá o Nigeria.

Lo mismo sucede en las etnias en América o en las propias minorías de Estados Unidos. El reconocimiento de esa diversidad conduce al abandono de la idea del Estado-nación homogéneo, y traza una nueva fórmula: un Estado plural a partir de la diversidad y con base en una decisión autónoma.

El Estado homogéneo -rememoró- fue resultado de la imposición de una nacionalidad o etnia hegemónica sobre el resto. Las reivindicaciones de los pueblos con raíces culturales diversas se opusieron al nacionalismo imperante, a la ideología que identificó al Estado nacional.

Pero el dilema de la unidad no se logra con la imposición de una concepción histórica acerca del bien común sobre los demás. A partir del multiculturalismo esa meta se alcanza con el reconocimiento recíproco de las diferencias, con un trato equitativo de por medio.

Es a partir del multiculturalismo ?estableció? como se podrá transitar en el futuro. Un Estado multicultural va más allá de la tolerancia. Exige trato equitativo y demanda el reconocimiento de todos en tanto sujetos morales, capaces de elegir su propia concepción para que sean tratados como fines en sí mismos, y no sólo como medios, sin imposiciones ajenas.

Ese multiculturalismo reivindica el reconocimiento de las diferencias. Las exigencias de esas reivindicaciones no están dirigidas contra la igualdad de la ley, sino contra la insuficiencia del respeto a los derechos y la desigualdad de trato y de oportunidades.

Sólo así se permite una igualdad jurídica que ha sido promulgada por el grupo culturalmente hegemónico. Si una cultura no es reconocida, tampoco se reconoce la posibilidad de una elección de vida, indicó.

La única manera de hacer frente a esta situación es escuchar al otro e intentar comprenderlo y construir un orden basado no en la imposición, sino en la equidad de derechos de todas las culturas diferentes. Un orden capaz de juzgar tanto el crimen del que se siente humillado, como el del poderoso que lo somete a un trato humillante; en suma, es un llamado a la razón.

Villoro regresó al tema indígena y se refirió a la reforma en la materia recién aprobada en México. Tiene que reivindicarse el diálogo, dijo.

Las modificaciones promulgadas aceptaron la autonomía de los pueblos, pero pusieron candados y limitaciones que los pueblos han considerado inaplicables. Debió prevalecer una consulta con esas comunidades, no sólo entre senadores que le dieron sentido jurídico, por lo que ahora tendrá que ser reformada con nuevos cambios, comentó.

El diálogo entre sujetos, definió, es lo opuesto a la dominación y la violencia, el reconocimiento recíproco de valores. Sólo por esa vía se llegará al establecimiento de derechos humanos universales y se avanzaría en un orden jurídico mundial.

En su argumentación, Villoro expuso que los derechos colectivos de los pueblos no tienen fundamento distinto a los derechos humanos individuales. Por ello, el multiculturalismo reinvidica el valor igual de todas las culturas. En el lado occidental se ha planteado una justificación dominante a partir de la existencia de valores universales que pretenden extenderse.

Desde luego, subrayó, existen culturas donde los derechos no se respetan. Y llamó a pensar en el Islam, con su negativa en algunos países a conceder derechos a las mujeres, que llega a la ablación, o en el trato que se da a ese segmento en comunidades indígenas en México.

Pero esas condiciones en una cultura no se resolverán echándoles bombas ni tratando de imponerles una cultura.