SABADO Ť 6 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Se conjuntaron tecnología italiana e ingenio tojolabal

La solidaridad hizo llegar la energía eléctrica a La Realidad

Ť ƑCuánto va a perjudicar la guerra?, duda de indígenas

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

La Realidad, chis. 5 de octubre. Finalmente La Realidad tiene electricidad. Tomó más tiempo del esperado, pero ya se echó a andar la turbina llegada de Italia, casi de mano en mano.

La solidaridad nacional e internacional que nace de otras experiencias de resistencia civil es artesanal todavía, y la falta de recursos se sustituye con kilos de buena voluntad, que siempre es eficaz pero en ocasiones lenta.

Y la luz se hizo, gracias al esfuerzo conjunto de numerosas alcaldías de la República Italiana (donde aún no todo tiene la marca de Berlusconi) y un grupo de trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, acicateados por los comités šYa basta! y otros grupos italianos de solidaridad con el movimiento zapatista. Y la participación constante de los hombres y jóvenes de La Realidad.

El proyecto de electrificar esta remota comunidad tojolabal nació en 1996, durante el primer Congreso Intercontinental o "intergaláctico", convocado por el EZLN para resistir al neoliberalismo. A partir de entonces, y aun en los peores tiempos de represión migratoria emprendida por el gobierno zedillista, los "turbineros" italianos mantuvieron presencia en el campamento civil por la paz de esta comunidad.

Después de varias fechas tentativas para su inauguración (por ejemplo, el año nuevo de 2000), y tropicales percances con los transformadores que retrasaban meses los trabajos, los electricistas del SME lograron empatar la tecnología italiana con el ingenio tojolabal, y la comunidad estrenó la electricidad justo a tiempo para enterarse de los atentados en Estados Unidos y los anuncios de una guerra mundializada por el gobierno de Washington.

Uno por uno, los postes de cemento y varilla fueron moldeados por muchachos locales y técnicos del Distrito Federal y diversas ciudades italianas (Roma, Nápoles, Venecia, Milán). El torrente del río, a un kilómetro del pueblo, fue desviado para que generara la fuerza que necesitaba la turbina. Luego se fueron "sembrando" los postes hasta las calles de La Realidad, para tender dos kilómetros de cable y bajar a cada casa. Metáfora sobre metáfora, la iluminación literalmente autónoma permite que la noche se pueble de decenas de focos en las cocinas, las esquinas y el Aguascalientes, y también tener los radios encendidos a lo largo del dÍa.

"ƑQué va a pasar con la guerra?", es la pregunta que hacen todos a la gente que llega de fuera. No se pierden los pocos noticieros radiales que alcanzan con sus frecuencias esta cañada. Como el resto del mundo, los indígenas, pero hay muchas cosas que no entienden. A la impresión por los avionazos y las víctimas civiles en Nueva York suman una certidumbre hija del sentido común. Como dice Rubén: "De por sí nos estamos preparando para seguir en resistencia". No es que apenas ahora sean "contemporáneos de todos los hombres (según deseaba Octavio Paz para el México de los años 50). Ya lo eran. Casi ocho años de rebelión y resistencia les han traído una ocupación militar, y también la solidaridad y el acompañamiento de personas de todo el mundo.

"En ese país, Afganistán, van a sufrir mucho las gentes, Ƒverdad?", agrega Rubén, quien ya conoce hasta el nombre de Afganistán. "Así como sufrieron los de las torres que se cayeron", agrega con un gesto cargado de comprensión. "Nunca supimos que los aviones podían ser bombas", dice, recordando los años recientes, cuando los indígenas conocieron sobre sus cabezas helicópteros y aviones militares, una presencia que poblaba las pesadillas de los niños.

"Y para nosotros, Ƒcuánto va a perjudicar esa guerra?", expresa Rubén. Orgulloso, señala las luces encendidas en la noche nublada y lunar. La electricidad es un hecho consumado, y aquí les da por pensar preferentemente en el futuro. Es lo que han aprendido los zapatistas, y es lo que han enseñado todos estos años.

La turbina permitió que La Realidad accediera a algo tan elemental, y ya común en tantas comunidades rurales de esta región, como es el suministro eléctrico. El esfuerzo de alcaldes, técnicos y activistas italianos, sumado al de los electricistas mexicanos y los propios pobladores, culminó justo a tiempo para sintonizar, ya sin necesidad de pilas, los nuevos acontecimientos de la globalización, que para los zapatistas siempre ha tenido un componente de guerra. Y un aliento de solidaridad y sentido para su resistencia.