sabado Ť 6 Ť octubre Ť 2001

Enrique Calderón A.

Qué debe esperar México luego del 11 de septiembre

Abrumados por los problemas económicos que constituyen ya nuestra forma de vida cotidiana, los mexicanos contemplamos con estupefacción y sentimientos encontrados los terribles sucesos criminales del 11 de septiembre. Por una parte, la memoria de lo ocurrido en los terremotos de 1985 nos permitía entender la dimensión de la tragedia vivida por Estados Unidos; por la otra, la información o desinformación difundida por los medios masivos llevaba a la opinión pública a discutir los detalles de las represalias, las venganzas y las acciones bélicas, dejando de lado el tratar de entender las causas del fenómeno y sus implicaciones geopolíticas.

La actividad periodística de La Jornada constituyó un punto de referencia indispensable, con todos sus artículos de fondo, orientados a analizar la vasta y compleja red de intereses, de organizaciones y de eventos que culminaron con los atentados. Con su cobertura, nuestro diario refrendó una vez más la vocación que le ha distinguido de entre todos los medios de comunicación, desde los días de su fundación.

Pero si entender el proceso en el que hoy la humanidad entera está inmersa constituye un esfuerzo vital, no es menos importante el estudio de sus consecuencias directas en el ámbito económico, particularmente en razón de los lazos que nos unen con Estados Unidos. En lo personal estoy convencido de que lo dicho por el ingeniero Slim en días pasados no podría ser más acertado, y en ello es tiempo de que el país y su gobierno atiendan el problema en forma inteligente, apropiada y sobre todo oportuna.

Con la escasa información de que disponemos es posible afirmar que la sola reducción del movimiento de pasajeros en Estados Unidos, estimada en unos 200 millones de viajes durante un año, representará la posible caída directa de 25 mil millones de dólares para las aerolíneas, y de otros 75 mil millones más para las empresas que prestan los servicios complementarios de hotelería y transporte local. La crisis que enfrenta la aviación no sólo se da en Estados Unidos sino a nivel mundial, por lo que la empresa Boeing, principal fabricante de aviones de pasajeros, ha visto reducidos sus pedidos en 75 por ciento para los próximos 24 meses.

Todo esto está generando despidos masivos de personal en las industrias aeronáutica, hotelera, automovilística y de telecomunicaciones, cuyo impacto habrá de sumarse a los de otros sectores de la economía. En este contexto está resultando evidente que la aviación es realmente un motor central de la economía estadunidense, pero gracias a la globalización también lo es en otros países. "Para vender y hacer negocios hay que viajar en avión", podría ser una máxima de los tiempos actuales, de allí que empieza a tener sentido pensar que el objetivo de los atentados no era derribar las Torres Gemelas y matar a sus ocupantes, sino el de colapsar la economía estadunidense y con ello golpear la economía mundial, pero muy especialmente la de aquellos países estrechamente vinculados con Estados Unidos. Por ello resulta irresponsable la posición actual del gobierno de nuestro país, de que aquí no ha pasado nada.

Así, cuando se observan las caídas registradas en las bolsas de valores del mundo es posible intuir una restricción natural de grandes dimensiones en los flujos de dinero, y con ello una reducción en las inversiones que nos afectará directamente. El desarrollo de la economía se ha dicho que es producto de la confianza, y hoy lo que más se ha minado es la confianza.

En este sentido es importante señalar, como lo hizo Carlos Slim en días pasados, la necesidad de que el país cuente con sus propias estrategias para afrontar la crisis que nos empieza a golpear en el turismo, el transporte y la industria de exportación, sumándose a los problemas internos que ya venimos padeciendo, y que el actual gobierno ha tratado de minimizar, sin que quede claro el propósito que lo anima. Llama la atención saber de la preocupación del gobierno estadunidense y de su pronta reacción para apoyar a sus aparatos productivos contrastando con la indefinición y la falta de acciones de nuestro gobierno.

Al mismo tiempo la crisis misma ha dejado al descubierto un nuevo error de quienes nos gobiernan y nos han gobernado los últimos 20 años: en su afán de ligar nuestra economía a la de Estados Unidos por todos los medios a su alcance nunca se les ocurrió la necesidad de contar con un plan de contingencia para el caso de que la economía estadunidense entrara en problemas; al escuchar las recientes declaraciones del secretario de Trabajo se queda uno con la impresión de estar gobernados por un equipo de estacionadores de coches o algo así, incapaces de pensar en la necesidad de adelantarse a problemas claramente predecibles, en lugar de concretarse a decir que todo está bien y que a fin de cuentas "el golpe avisa..." Así, resultaría intolerable que dentro de unos meses le echaran la culpa del fracaso de su gestión a la caída de las Torres Gemelas. Ť