Carlos Marichal
El ISR y la evasión fiscal
El talón de Aquiles del sistema fiscal mexicano es la evasión fiscal, en especial del impuesto sobre la renta (ISR). La evidencia ahora es contundente y ha saltado a la vista a partir de la propuesta de reforma fiscal presentado por el PRD en reciente reunión celebrada con el secretario de Hacienda.
Estas nuevas conclusiones son resultado de la creciente transparencia de las cuentas nacionales que publica el INEGI. Las conclusiones asombrosas del análisis de estos documentos oficiales sobre los ingresos en México seguramente van a cambiar la manera en que los analistas interpretan la realidad nacional, en particular en la esfera fiscal. Los detalles se encuentran en el artículo fundamental de Julio Boltvinik publicado el 28 de septiembre en este periódico, cuya lectura recomendamos ampliamente.
En esencia, lo que se comprueba de manera macroestadística es que las ganancias de las personas físicas se gravan de manera muy ligera en México, cuando se compara con otros países. La mayor parte de dichas ganancias se denominan "dividendos" en las cuentas nacionales y representan cerca de 30 por ciento del total de los ingresos del conjunto de la población del país. Sin embargo, el Sistema de Administración Tributaria (SAT) no fiscaliza más que un porcentaje muy bajo de estas ganancias e, inclusive, viene argumentando que las ganancias imputables a empresas y personas físicas son extremadamente reducidas.
La falta de fiscalización de las ganancias es ahora un hecho palpable y comprobable. En sentido estricto, México es un gran paraíso fiscal para los empresarios y rentistas nacionales y, en menor grado, para los extranjeros. Y ello se debe a la extraordinaria evasión fiscal propiciada por el PRI durante decenios. Ese partido siempre propició los privilegios fiscales con objeto de negociar apoyos políticos de todos los sectores sociales: era uno de los puntos nodales de la corrupción institucionalizada. Como se observa todos los días, resulta terriblemente difícil de extirpar este mal cuando ya está arraigado desde hace decenios. En el caso de los banqueros, empresarios, profesionales prósperos y rentistas se hizo costumbre el efectuar declaraciones falsas para evadir. Por ello, lograr contar con información más fidedigna sobre los ingresos se convierte hoy en día en el gran reto de los funcionarios fiscales.
Debe subrayarse, por otra parte, que esta evasión fiscal ha sido posiblemente el factor más importante en propiciar una creciente desigualdad de ingresos en el país. Los sectores que reciben ganancias de empresas o negocios privados pagan impuestos mucho más bajos que en otros países. En cambio, los trabajadores y empleados en nómina no escapan del fisco. En resumidas cuentas, la evasión fiscal es el mayor causante de la pobreza en el México moderno.
Esta evasión fiscal tiene el efecto adicional de debilitar al Estado en tanto implica que éste no pueda obtener suficientes recursos para cubrir la enorme cantidad de necesidades sociales de un país que cuenta ya con más de 100 millones de habitantes. Con ingresos públicos que han sido escasos desde la crisis de la deuda de 1982, la prioridad de las diversas administraciones presidenciales ha sido el pago de las deudas, externas e internas. Se ha recurrido fundamentalmente al petróleo para pagar déficits y deudas pero, al mismo tiempo, se ha restringido el gasto social en educación, salud y bienestar y en inversión productiva.
En resumidas cuentas, nadie pone en duda la importancia de trabajar en una reforma fiscal. Es esencial para el progreso del país. Pero debe quedar claro, en primer lugar, que esta reforma fiscal no se logrará de un golpe con un incremento del IVA. Se requiere un trabajo de largo plazo para lograr que los contribuyentes -en especial empresarios, rentistas y propietarios- efectúen declaraciones más próximas a la realidad de sus ingresos y comiencen a pagar el ISR en la forma que se paga en los países avanzados. Sin ello fracasará todo proyecto real de modernización del Estado y de la sociedad.