Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 6 de octubre de 2001
Búsquedas en La Jornada

Números Anteriores
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Espectáculos
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico





 
Editorial
 
DENSOS NUBARRONES SOBRE LA ECONOMIA

SOLLos datos económicos, desafortunadamente, se sobreponen y amontonan a un ritmo impresionante. Una importante calificadora de valores estadunidense sostiene que las empresas mexicanas exportadoras (todas ellas grandes grupos economicofinancieros) pasarán por serias dificultades a corto y mediano plazos como resultado de los atentados en Estados Unidos y de la recesión acelerada en este país. 

Otra añade que la calificación de la fortaleza crediticia de las deudas y de los sistemas bancarios latinoamericanos ha empeorado. A eso se agrega la previsión de la caída del producto interno bruto mexicano en 1.39 por ciento en el tercer trimestre, respecto del mismo periodo del año pasado, y la estimación del secretario de Economía, Luis Ernesto Derbez, de que todavía se deberán enfrentar entre seis y nueve meses más de "contingencia económica", léase de recesión, y de caída de las ventas petroleras, que son el principal ingreso del país. O sea que las perspectivas, por lo menos para la primera mitad de 2002, son bastante negras. 

Por su parte, el vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido informó sobre el cierre de tres mil plantas del sector y el despido de 100 mil trabajadores del mismo ante el embate combinado de la recesión y la competencia con los productos asiáticos. 

Pese a estos síntomas desalentadores, la reacción oficial y de vastos sectores empresariales se caracteriza por la pasividad y la absoluta despreocupación por el poder adquisitivo de las mayorías, es decir, por el mercado interno, a diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en Estados Unidos, donde el Estado ha intervenido con vigor para reanimar los procesos productivos, con inyecciones económicas, subvenciones a sectores afectados y estímulos al consumo nacional. 

Es significativa, al respecto, la propuesta del presidente de la Concamin, Javier Prieto de la Fuente, según la cual una medida para reanimar la economía sería condonar el impuesto sobre la renta no pagado por los empresarios (deuda que, por lo tanto, deberían pagar los contribuyentes) para que no reduzcan los aguinaldos de los trabajadores, con lo cual convierte la apología del no pago en amenaza social. 

Otro ejemplo se presenta en el campo oficial, donde el subsecretario de Economía para la Pequeña y Media Industria considera que los despidos son normales y no causan alarma porque los desempleados tienen la "ventaja" de poder comprar baratos los alimentos, en virtud de que la inflación se reduce, aunque no explica cuáles son los bienes que comprarían los ciudadanos que no tienen ingresos. 

Es deplorable que, en nombre de la ortodoxia económica neoliberal, no se refuerce el papel del Estado en los sectores claves, no se luche por preservar el ingreso y el mercado interno, no se defiendan los precios de los bienes exportables, no se tomen medidas de ningún tipo como exigen, en cambio, otras importantes voces de la empresa privada mexicana. 

Esperemos que el acuerdo político nacional que habrá de firmarse mañana, contribuya a encontrar nuevos caminos para una economía, la mexicana, cercada no sólo por la coyuntura externa, sino por la necia ortodoxia que le niega el ejercicio de la imaginación y la búsqueda de alternativas.
 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54