DOMINGO Ť 7 Ť OCTUBRE Ť 2001

Antonio Gershenson

Pemex y las Siefore

se ha hablado bastante de la propuesta de que el dinero acumulado en las Siefore, que sería una parte de los fondos de jubilación de muchos trabajadores, se destine a recapitalizar a Pemex y a las empresas públicas del sector eléctrico. Yo considero que lo que menos necesitan estas entidades públicas es un endeudamiento todavía mayor y, además, con mayores tasas de interés que los que actualmente obtienen y pueden obtener.

Pemex, en 1982, cuando la crisis de la deuda y las devaluaciones, debía 20 mil millones de dólares. Hoy, sin haberlo necesitado y sin haber realizado inversiones importantes como las que sí se hicieron cuando el llamado auge petrolero, debe 40 mil millones. Este endeudamiento corrió paralelo con la negativa de la Secretaría de Hacienda de permitirle ejercer ni siquiera el presupuesto que tenía asignado, y cuando le autorizó proyectos de inversión, después de muchos años sin tenerlos, se los condicionó a que fuera con endeudamiento y no con su propio presupuesto. Hacienda usó ese dinero para lucirse con sus jueguitos financieros, aunque con ello estuviera atacando la salud financiera de la empresa más importante del país.

En cuanto al sector eléctrico, se le descapitalizó en varias formas, pero una muy importante fue haciéndole pagar los subsidios, en su mayoría ocultos, a una parte de los consumidores. La parte socialmente justificable de estos subsidios, que es la menor, debió y debe cargarse al fisco y no a las empresas a través de las cuales se otorgaron y se otorgan. La parte no reconocida ni justificable socialmente, a las grandes empresas que reciben la energía en mediana y alta tensión, es la mayor y debe ser eliminada gradualmente al tiempo que se dan facilidades para que las empresas, sabiendo que van a pagar más caro, desarrollen o adquieran sus propias fuentes de energía en los casos en que les resulte conveniente.

Con el dinero de las Siefore, como sus tasas de rendimiento deben ser comparables con las del mercado mexicano para no afectar a los jubilados de hoy y de mañana, las empresas públicas tendrían que pagar tasas de interés más altas que las de los créditos del exterior de la mayoría de su deuda actual. Desde el punto de vista de estos organismos públicos, sólo se les encarece un crédito del que de todos modos disponen hoy. Si con las tasas de interés actuales se tiene una situación financiera ya delicada, con la propuesta que analizamos se pondría peor. Y si se vuelve a dar una crisis de pagos se llevará consigo parte de los fondos de jubilación.

Uno de los aspectos más lamentables de estas propuestas es que desvían la atención del problema real e inmediato. Cuando se inicia el periodo en el que el Congreso de la Unión debe reducir la carga fiscal de Pemex y tomar medidas para mejorar financieramente a las empresas del sector eléctrico, aparece una aparente "solución fácil", al fin que los jubilados no tienen el poder de presión que tienen las grandes empresas, los que gozan de exención de impuestos por comprar y vender acciones en la Bolsa de Valores y demás, que no sólo no resuelve el problema financiero de las empresas públicas de la energía, sino que lo agrava más.