Ť El pensador francés basaba su amistad en intereses comunes, dice Henri Godard
Las filias, faceta desconocida de Malraux
Ť El autor escribió un libro acerca del tema; se celebra el 100 aniversario del también político
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
André Malraux (1901-1976), escritor, militar y político francés, nació hace cien años, pero su pensamiento se mantiene vigente con la llegada del siglo XXI, en especial sus conceptos acerca de valorizar la creación artística y sobre la dignidad del individuo, dice Henri Godard, autor de L'Amitié André Malraux, en el que presenta una faceta poco conocida del escritor: sus amistades.
El objetivo del libro, comenta Godard en entrevista, es demostrar que el autor de Antimemorias (1967) y La condición humana (1933) sí tenía amigos y que, al contrario a lo que se cree, la amistad era muy importante para él.
La relación con ellos "era muy viva, pero no era íntima. No tenía confidentes para platicarles sus problemas. No era el tipo de personas que cuenta sus preocupaciones, pero sí tenía amigos con los que le gustaba dialogar" sobre historia, filosofía, política o arte, indica Godard.
Era una amistad basada en intereses particulares. Con algunos disfrutaba de ir a exposiciones y descubrir nuevos talentos, mientras con otros compartía sólo intereses políticos.
Con Charles de Gaulle, de quien fue ministro de Cultura, Malraux no tuvo una amistad como tal, sino que fue "una relación próxima, intelectual, recíproca, de estima. De Gaulle era a su manera escritor y Malraux lo admiraba por su capacidad de decisión".
Malraux conservó a sus amigos a pesar de que muchos no estaban de acuerdo con su elección política. Aquí Godard recuerda que Namés Sperber pensó en romper su relación con el escritor cuando éste aceptó unirse al gobierno de De Gaulle, "pero después reflexionó que su amistad y la riqueza del diálogo con Malraux eran más importante que sus tendencias políticas".
"No era una persona que hablara de sus problemas; no le gustaba hacer confidencias y guardaba sus sentimientos más íntimos para escribir después, y es probable que eso pasara con su familia y con las mujeres con las que estuvo", añade Godard, quien en L'Amitié... reunió los testimonios de quienes tuvieron esa relación próxima con el escritor, entre ellos Marcel Arland, Pascal Pia, Louis Guilloux, Emmanuel Berl, Paul Nothomb, Fernando Gerassi y Jean Grosjean. Este último escribió su testimonio especialmente para el texto de Godard.
El escritor Grosjean fue el último amigo que hizo Malraux, a los 45 años, "ya que a esta edad no es tan fácil hacerlos. También porque era un hombre 'oficial' y eso no favorece la amistad". Todos sus amigos de antes de 1945 eran combatientes, como por ejemplo Nothomb, con quien luchó en España contra el dictador Francisco Franco, y Sperber.
En la vida del intelectual no es posible separar al político, al militar y al escritor. Estos tres elementos "forman una unidad profunda. Aparentemente puede haber esa separación con su cambio de ideas políticas, pero es sólo una apariencia. Es claro además que su actividad de escritor está ligada a sus elecciones políticas", añade Godard.
Las cuestiones metafísicas, aportación del escritor
En el futuro continuará hablándose de Malraux, porque aún existen facetas desconocidas de él. Godard considera: "hay muchas obras que son poco conocidas, que escribió después de la guerra. Esto ocurrió por diversas razones: porque era ministro, por razones políticas. Muchas de las obras que escribió después de la guerra de 1945 fueron aduladas por una parte del público, mientras para la otra eran completamente desconocidas", y en ello intervino su papel como político: "Era una figura de izquierda; cuando dejó esa corriente fue considerado un hombre acabado", pero después demostró que no era así.
Lo que Malraux aporta al siglo XXI "es el sentido de las cuestiones esenciales, de las cuestiones metafísicas", declara Godard, porque "hay una tendencia dentro de nuestra civilización a considerar sólo el materialismo".
Malraux advertía, desde entonces, que la humanidad no tenía futuro si sólo consideraba el materialismo (llamémosle ahora globalización). Sin ser un hombre religioso, se interesaba en todos los credos, porque le importaba dar respuesta a las preguntas esenciales, "que los hombres se cuestionaran por qué están en la tierra, qué hacen (en el mundo)" y para él la creación artística respondía estas cuestiones.
El concepto más importante es el de la valoración de la creación artística, porque gracias a él la creación artística se volvió realización. ''Si los museos son lo que son, es gracias a sus ideas".
En el plano de la política, prevalece con "su noción de dignidad del individuo"; incluso entre 1935 y 1939 "no fue realmente marxista. Su propósito era no sólo que cesara la explotación del hombre, sino devolverle su dignidad"; de hecho utiliza a dos de sus personajes para sentenciar que "no hay dignidad posible para un hombre que trabaja diez horas al día sin saber por qué. No es cuestión de salarios, sino de sentido de lo que hacemos, y una noción como esa todavía tiene que tomarse en cuenta", sostiene.
(Henri Godard ofrecerá el martes la conferencia Malraux, un pensamiento para el siglo XXI en el auditorio del Instituto Francés para América Latina -Río Nazas 43, Cuauhtémoc-, con motivo del 100 aniversario del Grantécrivain.)