DOMINGO Ť 7 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Tras 10 años de olvido y rechazo, el libro de Marta y Felipe de la Lama salió a la luz

Canal Trece: vida, pasión y gloria, o el riesgo de una televisora al servicio del gobierno

Ť Tramoyistas, recepcionistas, locutores y funcionarios narran la historia de ese medio

MARIA RIVERA

La tentación autoritaria es el gran riesgo que corre la televisión pública. El coro de voces que se escucha en el libro Canal Trece, vida, pasión y gloria, coordinado por los hermanos Marta y Felipe de la Lama, habla de los primeros momentos de ese medio, heroicos, en que los trabajadores prácticamente vivían en las instalaciones, comiendo tortas de bacalao en la cantina de la vuelta, a cambio de la posibilidad de inventar y experimentar con la programación. Pero también da cuenta del peligro de que una televisora estatal sea utilizado como instrumento político.

El periodista Joaquín López Dóriga relata lo ocurrido en septiembre de 1982, mientras estaba al frente del área de Noticias y Eventos Especiales. Claudio Farías, director de la estación, lo instruyó, por órdenes de Margarita López Portillo, en ese entonces directora de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), a impulsar la candidatura de Javier García Paniagua y golpear a los otros finalistas en la sucesión presidencial: Enrique Olivares Santana y Miguel de la Madrid. El periodista se opuso y el 5 de septiembre recibió la visita del jefe de prensa de la Presidencia, Luis Javier Solana, con un mensaje contundente: "Bueno, pues la noticia que te traigo es que ya acabaste".

Todo intento por parar el golpe resultó inútil. No pudo volver a entrar a su lugar de trabajo porque miembros de la Federal de Seguridad, por órdenes de la funcionaria, tomaron las instalaciones de la emisora y sellaron su oficina.

López Dóriga regresó al Trece en 1985, pero volvió a salir al poco tiempo. No obstante sus experiencias, explica en el libro testimonial, sigue creyendo necesaria la existencia de la televisión pública, sólo que bajo premisas distintas a las que ha tenido. "La televisión pública debe estar lejos de los hombres del gobierno, debe tener un consejo rector representante de la sociedad en donde la voz de quien esté en el gobierno no sea la que mande, no sea la que ordene. El nombre del juego es la distancia, es la inteligencia y el respeto."

Tenemos que recuperar la televisión: Fernández Christlieb

set-2El analista de medios Raúl Cremoux explica en su texto que, si bien se esperaba que la televisora pública se convirtiera "en un foro de expresión plural, un experimento permanente para conciliar -cada vez con mayor eficacia- la diversión con la información y la difusión cultural", los resultados finales, especialmente en el área informativa, no fueron esos. No sólo no reflejaron los grandes asuntos nacionales, sino que terminaron acusando una "clara y consistente dependencia de la voluntad de funcionarios gubernamentales de paso efímero y mentalidad autoritaria y esquemática".

Ante el papel propagandístico que terminaron jugando estos medios, el investigador propone una verdadera televisión de Estado: "es decir, de todos los mexicanos, donde se refleje una sociedad abierta y participativa". Cuidando de no convertirse en un coro que con su canto elogioso "impida el sonido y la recepción de otras voces que puedan estar en discordancia".

Durante la presentación del libro, el viernes pasado en Casa Lamm, la investigadora Fátima Fernández Christlieb destacó la importancia de dar voz a personajes tan variados como tramoyistas, recepcionistas, locutores, productores y funcionarios. Entre todas esas voces se construye otra versión de la historia, afirmó, una muy alejada de la oficial que se ha ofrecido hasta ahora. Y mencionó un ejemplo: a través del tiempo se ha dicho que a don Francisco Aguirre se le compró el Canal Trece en 1972, cuando no fue así. "En el libro hay voces que dicen claramente que se le arrebató, pese a que él no lo quería vender." La historia de los medios está llena de versiones oficiales, reiteró Fernández Christlieb, cuando la que necesitamos es la real, la fresca, la de aquellos que la vivieron.

Valorando todos los claroscuros que ha dejado la experiencia, la analista aseguró que "tenemos que buscar la forma de recuperar una televisión que si bien tenga en cuenta las inversiones, tenga dinero y todo eso, no pase todo por el mercado. Hay cosas en el alma y el corazón de la gente que no tienen valor. Este tipo de proyectos son mucho más que una piedra en el zapato de la televisión privada".

La persona que gracias a su tesón dio forma a este coro de voces fue Marta de la Lama. Aunque esta historia oral se realizó en 1991, durante la administración de José Antonio Álvarez Lima, entonces presidente de Imevisión, el texto permaneció en el olvido durante más de diez años por falta de editor. Una de las muchas instancias que lo rechazaron fue la misma Televisión Azteca.

"Les ofrecimos incluir la parte donde entran ellos, pero no sólo no les interesó sino que nos trataron de manera muy grosera. No quieren saber nada de la historia de atrás, sólo la suya", comenta la periodista. Finalmente el año pasado encontró oídos atentos en José Antonio Pérez Porrúa, quien finalmente editó el libro.

Jorge Saldaña, el hacedor de caminos

Durante la primera etapa del Trece, ya como medio oficial, recuerda De la Lama, se permitió hacer cosas muy imaginativas, que aparentemente eran locas, pero que lo parecían porque no se ceñían a un canon establecido por la televisora comercial. "Fuimos pioneros no sólo en el tratamiento de temas, sino también en la forma de abordarlos. Abrir los teléfonos al aire, que ahora es de lo más común, ahí comenzó, por ejemplo."

Ese periodo lo marcan dos nombres: el gerente de Producción, Luis de Llano Palmer (quien manejaba en los hechos el canal), y el conductor Jorge Saldaña. Eran tiempos de pocos recursos técnicos, señalan los testimonios, donde había que correr con las cámaras de un estudio a otro. La productora de Sábados con Saldaña, Sábados culturales y Sábados del Trece, Dulce María Jiménez, ofrece un juicio positivo de aquellas propuestas. "Creo que Saldaña abrió muchos caminos, se atrevió a hacer lo que nadie hacía, como retomar los programas de panel."

En su recapitulación el periodista veracruzano recuerda con especial afecto algunos de sus proyectos, como El juicio de los niños, La casa de los muchachos, Folklorama, Nostalgia y Sopa de letras, programas que estaban hechos más a base de creatividad y esfuerzo, que de recursos.

Directores ''malos, muy malos y nefastos'': José Ramón Fernández

Durante el gobierno de López Portillo fluyó el apoyo económico, y una de las áreas que recibió mayor impulso fue la de los informativos. Se compró equipo y se contrató a López Dóriga como encargado de este renglón. La mayoría de los testimonios señala esa etapa como el momento en que se profesionalizan los noticieros.

Otro espacio donde hay consenso al hablar de logros es el deportivo, unido indisolublemente al nombre de José Ramón Fernández. Todos coinciden en que Deportv, surgido en 1974, no sólo innovó este tipo de coberturas, sino que fue el único espacio que compitió exitosamente con la televisión comercial. Para Raúl Orvañanos, participante por entonces de aquel equipo, el éxito no tenía mayor misterio, se basaba en una sola cosa: "decir la verdad".

 Producto de desacuerdos con Margarita López Portillo, también José Ramón tuvo que salir de la televisora. Aunque más tarde regresó, aquel desacuerdo quedó en su memoria. "El peor enemigo del Trece fueron sus directores." Y clasifica en tres grandes grupos a los funcionarios: "malos, muy malos y nefastos".

El humor, lo destacado de Imevisión

Con los recursos llegó el traslado de las instalaciones de Mina a las de Picacho. Más tarde se sumaron al Trece los canales 7 y 22 y así surgió Imevisión. En el proyecto original se planteaba que cada estación tuviera una personalidad definida, pero esto nunca se logró. Los éxitos no fueron producto de una planificación, sostienen muchos sino de esfuerzos particulares. Y si algún ángulo destacó en esta etapa fue el humor. Víctor Trujillo, Ausencio Cruz y Andrés Bustamante son algunos de los que aprovecharon la multiplicación de las opciones televisivas para realizar cosas diferentes.

Bustamante, que comenzó su participación formal en 1985 en la serie Entre amigos, junto a Alejadro Aura, se convirtió en uno de los humoristas más originales de los últimos tiempos. ¿Quién podría olvidar la destacadísima participación de sus personajes en los más importantes eventos deportivos a partir de 1988, cuando se integró al equipo de José Ramón Fernández?

Desde su perspectiva, la televisión estatal nunca tuvo un proyecto bien definido, "quizá por los ires y venires de los directores". También argumenta que si con un canal no se podía, mucho menos con los tres que llegó a tener la red. "Nunca se definió si Imevisión se subía al ring o no. Los tres canales nunca tuvieron personalidad propia, fueron de dulce, de chile y de manteca, y eso produjo confusión en el público."

 Otra participación destacada fue la del sector femenino, con algunos proyectos igualmente originales. Uno de los personajes que consolidaron su carrera periodística en Imevisión fue Carmen Aristegui. En su testimonio pide más que nada claridad en los objetivos. No jugar con la idea de que hay una propuesta estatal cuando en realidad siempre fue gubernamental. Los 18 años que narra el libro, comenta, estuvieron caracterizados por el zigzagueo del cambio de administraciones. Eso fue, desde su punto de vista, lo que impidió que este proyecto consolidara una imagen fuerte, sólida y competitiva.

En medio de estas visiones esclarecedoras, también hay relatos que hablan de vidas personales deshechas por las exigencias del medio. Uno de estos testimonios lo dice todo. "Hacer televisión es estar dispuesto a la entrega absoluta, a subordinar la vida familiar y social por periodos prolongados para integrarse a una cofradía que, a pesar de las máquinas ultramodernas, establece fraternidades medievales cuasi clandestinas donde se desahogan pasiones encontradas y lealtades inexplicables; de aquí que en esta clase de trabajo se confunda frecuentemente la eficacia con el amor, el error técnico con la traición, y la fatiga con la deslealtad."