LUNES Ť 8 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť La Perla del Caribe, con la sombra bélica de EU

šNo me ofenda; yo soy pueltoliqueño, chico!

Ť El Servicio Militar se ha impuesto históricamente

ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO

San Juan, Puerto Rico. El negro Jiménez reclama ante la pregunta de si se siente orgulloso de ser gringo: "šNo me ofenda. Yo soy pueltoliqueño, chico!". Vende banderitas de su nación en las calles céntricas del Viejo San Juan, rodeado de murallas, de fuertes. Más de cuatro siglos los naturales de aquí vivieron bajo el coloniaje español, que defendió su conquista de las ambiciones expansionistas de holandeses, ingleses y otros voraces de nuevas tierras. Hay que sumar a los piratas. La guerra de España y Estados Unidos finalizó con la invasión-anexión de la isla, en 1898.

El paisaje deja ver la historia de una isla por siglos colonizada, por más que se use el eufemismo de "Estado Libre Asociado". A un lado del Castillo del Morro, vestigio de la defensa española de la ciudad, asesiada siempre por su estratégica ubicación geográfica, un cementerio frente al mar lleva a la poesía. Lúmpenes reposan la mona de las 12 y de las 18 y de las 24 horas. Todo el día borranchos o drogados, taloneando a quien se deje.

PUERTO RICO -1Lugareños recuerdan la lucha del Partido Nacionalista por lograr la independencia; los dirigentes históricamente han sido encarcelados, la oposición se ahoga en la institucionalidad, en el marco jurídico. Inútil son sus reclamos de que salga la Marina gringa de Viequez.

En la Plaza de Armas la gente no acaba de salir del asombro de la derrota de Tito Trinidad ante Bernard Hopkins. Le ganó un gringo. Para variar. Es domingo. La noche de anoche, en la cantina Lupis, de ambiente mexicano, el cover para ver la pelea fue de 25 dólares. Lleno el antro, todos confían en que Tito logre su victoria 41. Va (iba) invicto. Cuando se realiza la ceremonia de presentación en el Madison Square Garden de Nueva York, lucha pospuesta por los atentados terroristas del 11 de septiembre, algunas parroquianas lanzan besos a Tito; unos esposos sesenteros se frotan las manos, nerviosos; un marino ha invitado a una de sus amigas a ver la disputa por la unificación del título ligero. Comienza la ola de trancazos. Tito conecta el primer golpe efectivo, que es celebrado con gritos.PUERTO RICO-7

Poco a poco, el jab de Hopkins va abriendo camino. La derecha entra cada vez más seguido. Es el round nueve y Tito va perdiendo. En el 12 el boricua toca la lona, ante los ayes de sus compatriotas.

La nación está necesitada de ídolos. A la mañana siguiente, el domingo, decenas de miles se desbordan en las calles para recibir al perdedor. En la Plaza de Armas, en las bancas donde se calma el calor con café o un helado, alguien lamenta el fin del invicto. "El gallo cayó todito".

En la barra

Es Ernesto, salvadoreño con un negocio de venta de artesanías en el Old San Juan. Atiende provisionalmente un barcito que por acá llaman barras. Hay decenas de ellos. Son para pasar un rato, tomarse un bebida refrescante, por ejemplo un piña colada, invención puetorriqueña para el mundo, y seguir el camino.

"La gente aquí tiene miedo por lo del terrorismo. Yo viví diez años la guerra en mi país. Aquí están equivocados. La vida sigue. Cuando hay guerra la gente busca sobre todo tres cosas: comer, beber y amar. Y de eso puede sacarse provecho. Aquí tienen miedo de que los llamen a pelear", comenta Ernesto.

Pero el miedo no anda en burro. En No quiero mi cuerpo pa' tambor-El servicio militar obligatorio en Puerto Rico (Ediciones Puerto), su autor, Ché Paralitici, relata con erudición histórica la zozobra de los puertorriqueños desde que EU se anexó la isla en 1998. En algunos balcones penden banderas de Puerto Rico. En varios portales, en abierta rebeldía, se exige la salida de la Marina de EU.