Lunes en la Ciencia, 8 de octubre del 2001



 

El largo camino de Bucarest a Beijing

La huella de Sanger

Adriana Ortiz-Ortega

El descubrimiento de la píldora marcó una nueva era que permitió la liberación femenina, pero Ƒqué impacto tuvo este evento entre las mujeres de los países en vías de desarrollo?

Los esfuerzos pioneros a escala mundial por acercar la anticoncepción a las mujeres de escasos recursos se encuentran en el trabajo visionario de Margaret Sanger, una enfermera estadunidense que en los años 50 era una de las más prominentes defensoras de la legalización de la anticoncepción a nivel mundial. Sanger buscó atender las necesidades de las miles de mujeres que se desangraban o morían por el número excesivo de hijos e hijas que procreaban. Los esfuerzos iniciados por Sanger ven sus frutos en 1952, cuando, junto con Ellen Pillsbury, fundan la Federación Internacional para la Planificación Familiar (IPPF).

Sin embargo, el impacto de la IPPF se manifiesta de manera más clara a mediados de los años 60, cuando se combina la difusión internacional de la píldora con el incremento exponencial de la inversión en planificación familiar por parte de los gobiernos de los países ricos. Sin embargo, desde el inicio, el desarrollo de programas de control de la natalidad estuvo marcado por la necesidad de contar con un aura de respetabilidad médico científica que reforzó el modelo médico prevaleciente y propició que la difusión anticonceptiva sólo quedara supervisada por médicos autorizados.

En este contexto, la Agencia Estadunidense para el Desarrollo (USAID, por sus siglas en inglés) y el gobierno de Japón impulsaron a nivel mundial el acceso de las mujeres pobres a los métodos anticonceptivos, en especial a los llamados métodos modernos, entre los cuales se destacaron la píldora, el DIU y la esterilización femenina. Estos programas canalizaron sus recursos a través de asociaciones civiles, ya que en esa época la planificación familiar no era vista con buenos ojos ni por los gobiernos de los países pobres, ni, en el caso de América Latina, por la Iglesia católica, su principal opositora. Por ejemplo, en México, el control de la natalidad no fue promovido ni oficialmente permitido sino hasta 1973 cuando, el control de la natalidad se vuelve un derecho de los individuos.

Por tanto, puede decirse que la brecha entre el descubrimiento de la píldora y su promoción masiva como método de regulación de la natalidad estuvo mediada por la confluencia de diversos movimientos religiosos y tendencias geopolíticas. El tema del control de la natalidad apareció en la escena internacional durante la primera Conferencia sobre Población y Desarrollo organizada por Naciones Unidas y celebrada en 1974 en Bucarest. Esta representó el primer intento por presentar el control de la natalidad como un tema de planificación familiar. Este objetivo se alcanzó al presentarla como la síntesis de cuatro ejes para abordar el tema de población: salud, demografía, mujeres y desarrollo. La postura de los gobiernos durante la conferencia de Bucarest estuvo fuertemente matizada por el debate Norte-Sur. Los países del Sur querían tratar el tema de población como un asunto de desarrollo, mientras los del Norte deseaban abordarlo como un tema demográfico. Destaca la postura del gobierno mexicano durante este periodo. En las actas de la Conferencia de Bucarest se advierte la negativa del gobierno mexicano a fijar metas demográficas porque esto podía llevar a abusos. Se buscó, en cambio, elevar a rango constitucional el derecho de las personas a decidir cuántos hijos tener y cuándo.

Después de la conferencia de Bucarest y en medio de un gran debate internacional, las primeras acciones emprendidas por los gobiernos, las agencias y las asociaciones civiles, ahora llamadas ONG, dieron prioridad a dos ejes: el demográfico y el relativo al desarrollo. Los temas de mujeres y salud estaban presentes, pero no se concebían aún como instrumentos necesarios para diseñar políticas. Pese a lo anterior, durante los años 70 se logran avances que la ofensiva conservadora que se gesta una década después busca revertir.

Para 1979, a la llegada de Juan Pablo II como cabeza de la Iglesia católica se suma, en 1980, el ascenso del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos. El ascenso de los grupos conservadores en los años ochenta sirvió para romper el papel monopólico que Estados Unidos ocupaba en el ámbito de la planificación familiar creando una constelación de nuevos actores sociales deseosos de influir en política internacional. Entre ellos encontramos a los grupos de mujeres que, con el apoyo del llamado Population Establishment (la constelación de agentes sociales activos en promover la planificación familiar) lograron impactar las conferencias internacionales para promover un tratamiento diferente de los temas de planificación familiar.

La visión más palpable del impacto del movimiento de mujeres se dejó sentir en las conferencias de Naciones Unidas celebradas en El Cairo 1994 y en Beijing 1995. Los acuerdos de El Cairo y Beijing resultaron en un cambio paradigmático al permitir que el modelo "tradicional" de la planificación familiar se convirtiera en un nuevo paradigma que incluyó temas tales como el VIH/sida, la violencia contra las mujeres, la mayor participación masculina o las perspectivas de género. Este modelo se denominó de salud sexual y reproductiva. El de El Cairo fue el primer foro internacional en el que se mencionó la salud sexual y los derechos reproductivos como parte de los objetivos o temas fundamentales de la conferencia, lo cual facilitó que la sexualidad fuera abordada como parte esencial del nuevo paradigma, y que la planificación familiar dejara de considerarse meramente como una forma de regular la reproducción biológica. Asimismo, dentro de este nuevo modelo los componentes sociales ųincluido el análisis de las relaciones de poder o el papel de las institucionesų salieron a la luz.

Casi 10 años después de celebradas estas conferencias, cabe preguntarse Ƒse han cumplido los ideales de Sanger? La batalla a favor de los derechos reproductivos y sexuales, entre los cuales destaca el acceso a la píldora, ha tenido avances importantes. Sin embargo, el retroceso económico, así como la escalada de los fundamentalismos de diversos signo plantean importantes retos a vencer. En este contexto, el acceso a la píldora, así como a otros métodos de control natal aún requieren importantes esfuerzos de militantes y actores sociales para poder sostenerse a lo largo del tiempo.

La autora es investigadora del Programa Interdisciplinario para Estudios sobre la Mujer (PIEM) de El Colegio de México

[email protected]




Inicio