VIERNES Ť 12 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť La televisora árabe, un fuerte dolor de cabeza para el gobierno estadunidense

Al Jazeera y la BBC de Londres se han convertido en parte inseparable de la guerra

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 11 de octubre. Circunstancias diferentes han hecho que, en el contexto de los ataques de Estados Unidos contra Afganistán, dos medios de comunicación trasciendan su función puramente informativa y se conviertan en parte inseparable de la guerra, en la medida en que ejercen influencia a través de las imágenes exclusivas, el canal de televisión Al Jazeera de Qatar, y las palabras en los idiomas de las diferentes tribus afganas, la BBC de Londres.

Al Jazeera, el único canal de televisión au-torizado por el régimen talibán para transmitir desde el territorio que controla, se está volviendo para Estados Unidos un fuerte dolor de cabeza tras la euforia inicial que significó poder disponer de imágenes de los primeros bombardeos, indispensables para satisfacer las expectativas de un público es-tadunidense ávido de venganza.

Poco a poco la actitud del gobierno de George W. Bush fue cambiando con las imágenes, también exclusivas de Al Jazeera, de las destrucciones en Kabul, Kandahar y otras ciudades afganas o el drama de los refugiados, sin faltar una cobertura amplísima de las protestas antiestadunidenses en el propio Afganistán, Pakistán y otros países del mundo musulmán, sobre todo.

La operación Libertad Duradera entró en contradicción con su propio nombre al cuestionar Washington el derecho de Al Jazeera de difundir sin censura de ningún tipo todos los aspectos de la guerra, alegando como pretexto las declaraciones de Osama Bin Laden, grabadas antes de co-menzar la lluvia de bombas que cae sobre Afganistán, calificadas de "mordaces" e "irresponsables" por el secretario estadunidense de Estado, Colin Powell.

Al Jazeera, fundado en 1996 en el pequeño Estado petrolero de Qatar y con transmisiones las 24 horas del día, rechaza ser catalogado de "la voz de Bin Laden", como en su momento desmintió las acusaciones de recibir financiamiento del gobierno de Saddam Hussein, el presidente iraquí -también clasificado como "enemigo" de Estados Unidos-, del servicio de espionaje israelí (el Mossad) y hasta de la CIA misma.

Su presidente, Hamad Bin Thamir, afirmó este jueves en Doha, Qatar, que Al Jazeera no piensa modificar su línea editorial, que le ha permitido captar una audiencia estimada entre 35 millones y 40 millones de telespectadores por ser "un medio de comunicación que ofrece un margen de li-bertad en el mundo árabe".

La programación de Al Jazeera, que no se limita a noticias e incluye una amplia gama de opinión, contrasta con la rigidez de la mayoría de los canales de televisión árabes, generalmente sujetos a una férrea censura por parte de sus respectivos gobiernos.

"Seguiremos haciendo nuestro trabajo de forma profesional, ya sea en Afganistán o en cualquier otro sitio", advirtió Bin Thamir, y adelantó que no dudaría en volver a difundir mensajes de Bin Laden ya que su canal "busca exclusivas sea cual sea su origen, sin que sepa muchas veces por qué conductos llega a sus manos, de igual manera que las grabaciones de Saddam Hussein llegaban a la redacción de CNN en 1991".

Al Jazeera cuenta con el decisivo respaldo del gobierno de Qatar y fue el propio ministro de Exteriores, Hamad Bin Jassem al Thani, quien salió en su defensa:

"Estados Unidos es un país del que mu-chos aprendimos la libertad y la prensa", reviró el canciller las críticas de Bush, y ratificó que el emir de Qatar, Hamad Bin Khalifa al Thani, "no tiene ninguna intención de dejar de promover la libertad de expresión y el Estado de derecho", de acuerdo con un despacho de Reuters.

El canal, que también es apoyado por influyentes periódicos árabes, se está volviendo una piedra en el zapato del gobierno de Bush. El cambio de actitud es notorio.

Todavía no hace tanto, en los primeros días posteriores a los atentados del 11 de septiembre, Al Jazeera era visto por Bush como una vía de comunicación extraoficial y en ambos sentidos entre los mundos occidental y árabe. El mismo Powell le concedió una entrevista exclusiva.

El diario Al Watan, de amplia circulación en varios países de la región, no pudo evitar la ironía: "Es increíble que una cadena de televisión que busca un lugar en el mundo de la información moderna sea objeto de acerbas críticas y todavía más si vienen de Washington, que todo el mundo consideró como la capital de la libertad y de la democracia", según un reporte de Afp.

El papel de la radio en la guerra

Si Al Jazeera influye esencialmente hacia fuera, hacia adentro de Afganistán, prohibidas la televisión y la Internet por el régimen talibán, lo hace la BBC, que ha incrementado sus transmisiones en árabe, pashtu, darí y urdu, lenguas principales del país.

El objetivo no es fácil: desplazar de las preferencias a la única estación permitida, La Voz de la Shariah, vehículo de la propaganda talibán y de los sermones religiosos.

Con una población mayoritariamente analfabeta, el medio de comunicación más importante en Afganistán siempre ha sido la radio. Esta obviedad tardaron en entenderla los soviéticos, que todavía durante varios años después de invadir el país seguían empeñados en distribuir en los idiomas locales folletos con los discursos del entonces secretario general del Partido Comunista, Leonid Brejnev, y otros dirigentes del Politburó, que simplemente nadie podía leer.

Desde entonces nadie comete el mismo error y no es fortuito que la BBC, como contribución del mayor aliado estadunidense en la operación Libertad Duradera, ofrezca la programación más amplia de todas las emisoras foráneas que transmiten, al menos en pashtu y darí, las dos lenguas más extendidas en Afganistán.

Las alternativas foráneas son Radio France Internationale, que aumentó en media hora sus programas para Afganistán, La Voz de América, Radio Pakistán, Radio Internacional de China, All Radio de India, la alemana Deutsche Welle, Radio Cairo, La Voz de la República Islámica de Irán, La Voz de Rusia, Radio de Tadjikistán y Radio Tashkent, de Uzbekistán.

Junto con la pequeña emisora de la opositora Alianza del Norte, que puede ser escuchada sólo en la parte del territorio que controla, las estaciones de radio foráneas son la única fuente de información para los afganos, pero no todos tienen a la mano equipos que pueden captar onda corta.

En este sentido, la BBC lleva la delantera por transmitir, además, en onda media y cuenta con varias unidades móviles y re-transmisores que operan en la parte norte.

La radio es usada como herramienta muy efectiva en materia de propaganda. La BBC, como cualquier otra emisora foránea, más que informar en el sentido que se en-tiende en el resto del mundo, busca influir en el curso de la guerra y participar, desde ahora, en la futura recomposición de Afganistán, inculcando ideas y valores contrarios al fundamentalismo talibán.

En condiciones normales, sólo desperta-rían desconfianza entre la población, avasallada por La Voz de la Shariah. Como complemento a las bombas y a la ayuda humanitaria que prometió Bush, las emisiones de la BBC dejan de ser inútil esfuerzo.

El primer efecto práctico que empieza a observarse a partir de una mayor capacidad de penetración de cualquier emisora radial en Afganistán, sobre todo si tiene los recursos humanos y técnicos de la BBC, es el aumento del número de deserciones y cambios de bando de jefes militares talibán, fenómeno por otro lado muy común por la división tribal del país y la negativa de muchos, cuando la derrota se siente ineludible, de abandonar su tierra: prefieren en-tenderse entre afganos.

De este modo, desde polos opuestos y con finalidades diferentes, Al Jazeera y la BBC adquieren cada día más protagonismo como medios de comunicación, pero también inciden de modo directo en la evolución del conflicto bélico en Afganistán.