Ť Casas, una mezquita y pequeños poblados, entre los blancos de los bombardeos
EU honró a sus muertos matando 300 civiles y asolando la capital afgana y otras dos ciudades
Ť "Fue una noche de terror", relatan a agencias habitantes de Kabul, Kandahar y Jalalabad
REUTERS, AFP, DPA Y AP
Kabul, 11 de octubre. Estados Unidos honró hoy a sus muertos al cumplirse el primer mes de los atentados del 11 de septiembre con el lanzamiento de un devastador bombardeo sobre Kabul, Kandahar y Jalalabad, cobrando la vida de más de 300 civiles afganos y provocando daños no sólo en objetivos militares sino también sobre mezquitas, casas habitación y pequeños poblados.
El régimen talibán admitió que los más cruentos bombardeos desde el inicio de la campaña militar contra Afganistán, lanzados en la noche del miércoles y a plena luz del jueves, dejaron una estela de muerte y destrucción, ya que sólo en el poblado de Kadam hubo 200 muertos, principalmente "mujeres, niños y ancianos". Por ello, calificó estos ataques de "actos de terrorismo" contra el pueblo afgano.
El embajador afgano en Pakistán, Abdul Salam Zaeef, acusó a Estados Unidos de bombardear a los civiles en esta campaña que dice ser contra el terrorismo, al señalar que "el Pentágono miente al mundo cuando dice que no está atacando a civiles". Apuntó que en Jalalabad, por ejemplo, fue destruida una mezquita en la que murieron al menos 15 personas y cuatro casas vecinas resultaron pulverizadas, por lo que calificó a las víctimas de "mártires".
Tras insistir en que "Estados Unidos ha comenzado a atacar a civiles" y en que las víctimas podrían ser más, apuntó que "es una vergüenza para la coalición (occidental) golpear a afganos pobres", y afirmó: "combatiremos a cualquier agresor que entre en nuestro país". De hecho, manifestó que la verdadera guerra en Afganistán comenzará una vez que las tropas de Estados Unidos desembarquen en su país.
No obstante, Zaeef aseveró que "a la administración de la Casa Blanca le decimos: sus atrocidades, sus armas e hipocresía no van a debilitar la moral de los afganos".
Más aún: puntualizó que "este juego tiene que ver más con el petróleo y los recursos naturales" de Asia central que con el líder islámico saudita Osama Bin Laden, a quien Washington acusa de los atentados en territorio estadunidense.
Aseguró que Washington pretende instalar en el poder a las fuerzas de oposición expulsadas de Kabul por los talibán en 1996, tras haber arruinado al país. Expresó que "Estados Unidos siempre tiene sed de más derramamiento de sangre", y dijo que "todas las superpotencias pusieron a prueba nuestra determinación y nuestro espíritu de sacrificio, independencia y fe".
Los intensos bombardeos con misiles lanzados desde el Mar Arábigo y las incursiones de los aviones de combate hicieron cimbrar hasta la madrugada del viernes la capital, Kabul, Kandahar y Jalalabad, entre otros poblados, y presuntas bases y campos de entrenamiento de los talibán y de Al Qaeda, la organización de Bin Laden.
Agencias de prensa, citando a habitantes de Kabul y de afganos que huyeron de Kandahar hacia la frontera de Pakistán, afirmaron que fue una "noche de terror" ante la intensidad de los ataques y que prácticamente nadie durmió, mientras prevalecía el toque de queda y los sistemas de electricidad permanecían cortados.
"Fue un infierno. Las explosiones eran tan enormes y masivas que parecía un terremoto; era como si hubieran arrojado una bomba atómica en Kabul", según un joven consultado. Según esto, fue una noche de rugidos de aviones y silbidos de misiles en los cielos, y de la artillería antiaérea sonando en respuesta.
Otros vecinos coincidieron en que "fue la peor noche hasta el momento", con incesantes explosiones que desgarraron la ciudad con bombas y misiles haciendo blanco en diversos puntos, cuyos impactos se sintieron casi en todo Kabul e hicieron temblar edificios, casas, oficinas y ventanales, pues además los estadunidenses comenzaron a usar bombas "quiebra-búnker".
Las autoridades afganas comenzaron hablando de algunas decenas de muertos, cuyas cifras pronto crecieron a más de 100, a 140 y 200 hasta llegar a más de 300, y afirmaron que todas las víctimas eran civiles. Así, los peores estragos se registraron al ser devastado el poblado de Kadam, a unos 40 kilómetros de Jalalabad, con un saldo de aproximadamente 200 muertos tras los bombardeos del jueves. Apenas se recuperaban unos 50 cuerpos de los escombros.
Los reportes señalaban que durante los ataques nocturnos un misil que cayó sobre Kabul impactó una casa cercana a una oficina de aduanas y mató a 10 civiles, al parecer de una misma familia. A la par, una bomba que estalló cerca del aeropuerto capitalino mató a una niña de 12 años y destruyó varias casas adyacentes.
Por lo menos cinco aviones estadunidenses atacaron Kabul en acciones nocturas y diurnas, arrojando numerosas bombas contra el aeropuerto y aparentemente un depósito de municiones del talibán. Además, según fuentes estadunidenses, se habría alcanzado el objetivo de afectar bases militares al este de la ciudad.
Otra oleada de violentos bombardeos estremeció a los residentes de la ciudad de Kandahar, donde se encuentra la sede militar de los talibán. El objetivo, según se dijo, fueron el aeropuerto y las bases militares de entrenamiento del grupo de Bin Laden. Se estima que docenas de bombas se estrellaron en la noche sobre el aeropuerto.
En medio de hileras de humo la artillería afgana seguía disparando, mientras que residentes de Kandahar huían en burros y pequeños vehículos hacia la frontera con Pakistán. Al respecto, el diplomático afgano Abdul Salam Zaeer rechazó que Estados Unidos tenga el dominio total de los cielos de la geografía nacional, y prueba de ello es que sus aviones atacantes siguen volando a gran altura para evitar ser alcanzados.
Zaeer, quien cada día anuncia que el líder supremo Mohammad Omar y Bin Laden permanecen a salvo y en sitios secretos, se abstuvo sin embargo de confirmar o negar que dos familiares del mullah Omar hayan muerto tras los primeros ataques del domingo 7. Esto porque Washington habló de tales bajas, y ahora se manejaba la versión de que los fallecidos eran un hijo de Omar, de 10 años, y su padrastro.
Mientras, la opositora Alianza del Norte afirmó haber tomado el control de la provincia de Ghor al recuperar su capital, Chakhcharán, tras cuatro horas de combate, y que la gente estaba muy contenta con "la liberación". Desde Islamabad la agencia Aip, cercana al talibán, confirmó la caída de la ciudad.
Los opositores, de un grupo musulmán chiíta, dijeron que además hicieron prisioneros a gran número de milicianos talibán. De ser cierto, la captura del poblado sería un duro golpe al talibán, porque habrían cedido su principal ruta de abastecimiento desde Kabul hacia el norte del país.
Por su parte, el ex presidente afgano Burhanuddin Rabbani declaró que la Alianza del Norte y su gobierno en el exilio deben ser "el centro del futuro gobierno provisional" de Afganistsán. A su vez, exiliados afganos en Pakistán promovían una reunión en Peshawar para el futuro gobierno, mientras el ex rey Zahir Shah abogaba por que los ataques contra su país sean "cortos" y no afecten a la población.