VIERNES Ť 12 Ť OCTUBRE Ť 2001

Michael Hardt y Antonio Negri (ŤŤ)

Bellum justus, ¿guerra justa?Ť

El renovado interés por el concepto de bellum justus, o guerra justa, y su efectividad, son síntomas del resurgimiento del concepto de imperio. Este concepto, orgánicamente vinculado a los antiguos órdenes imperiales y cuya rica y compleja genealogía se remonta a la tradición bíblica, comenzó a reaparecer en tiempos recientes como relato central en las discusiones políticas, en particular desde la Guerra del Golfo. Tradicionalmente, el concepto descansa en la idea de que cuando un Estado debe confrontar una amenaza de agresión que pueda poner en peligro su integridad territorial o su independencia política, adquiere jus ad bellum, el derecho a la guerra.

Pero hay un problema con este renovado foco sobre el concepto de bellum justus, que por cierto la modernidad, o más bien el secularismo moderno, luchó por erradicar de la tradición medieval. El concepto tradicional de la guerra justa implica la trivialización de la guerra y la celebración de ella como instrumento ético ?ideas que el pensamiento político moderno y la comunidad internacional de las naciones-Estado han rehusado enfáticamente. Pero estas dos características tradicionales han reaparecido en nuestro mundo posmoderno: por un lado, la guerra es reducida al estatus de acción policiaca, y por otro se sacraliza un nuevo poder, que mediante la guerra queda facultado para ejercer funciones éticas.

Lejos de sólo repetir nociones antiguas o medievales, los conceptos actuales presentan algunas innovaciones en verdad fundamentales. Una guerra justa no es ya en sentido alguno una actividad de defensa o resistencia, como lo fuera, por ejemplo, en la tradición cristiana de San Agustín a los escolásticos de la Contrarreforma: una necesidad de "la ciudad mundana" para garantizar la sobrevivencia lograda. Ahora, las acciones bélicas se justifican en sí mismas. Dos elementos distintos se combinan en este concepto de guerra justa: primero, la legitimación del aparato militar en tanto tiene fundamentos éticos, y segundo, la efectividad de las acciones militares en la consecución del orden y la paz deseados. La síntesis de ambos elementos pueden de hecho ser el factor determinante en la fundación, y la nueva tradición, del imperio. Hoy el enemigo, al igual que la guerra misma, nos llegan trivializados (reducidos a un objeto rutinario de represión policiaca) y se tornan en absolutos (como el Enemigo, una amenaza absoluta al orden ético). La Guerra del Golfo fue tal vez el primer ejemplo plenamente articulado de esta nueva epistemología del concepto. La resurrección del concepto de guerra justa puede ser un síntoma de la emergencia de un imperio, uno muy poderoso y plagado de sugerencias.

Ť Fragmento del libro Imperio, que en breve publicará editorial Paidós en español

ŤŤ Michael Hardt es crítico cultural estadunidense y Antonio Negri filósofo político y uno de los principales teóricos del obrerismo italiano

Traducción: Ramón Vera Herrera