VIERNES Ť 12 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Consolidarla nos ayuda a conservar un país plural, señala
La democracia, marco para asegurar derechos indígenas, dice Woldenberg
ALONSO URRUTIA ENVIADO
Colima, Col., 11 de octubre. En el contexto de la realización del coloquio franco-mexicano Formas de voto, prácticas de las asambleas y tomas de decisiones, el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg, sostuvo que la democratización del país constituye un marco inmejorable y efectivo para asegurar los derechos de los indígenas. ''Si verdaderamente aspiramos a conservar a México como un país plural y diverso, no hay mejor camino que consolidar la democracia'', expresó.
Al referirse a la democracia y los pueblos indígenas, Woldenberg agregó que el desafío de México es la consolidación de una democracia moderna sin anular los rasgos esenciales de su pluralidad cultural, buscando formulaciones flexibles y tolerantes. ''No se trata de elegir entre los extremos de una falsa disyuntiva entre el universalismo y los particularismos provenientes del mundo indígena'', subrayó.
Durante el coloquio coorganizado por el Laboratorio de Etnología y Sociología Comparativa de la Universidad de París, la Universidad de Colima y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, el director de esta última institución, Rafael Loyola, sostuvo que en la realidad política actual del país, en la cual ningún partido tiene mayoría, es necesario repensar ''las prácticas sobre la representación al igual que sobre el proceso de la toma de decisiones''.
Entre las reflexiones realizadas en este coloquio, se abordó la coexistencia en México entre los esquemas de elección democráticos, los usos y costumbres en los pueblos indios y la realidad social de estos últimos.
Loyola citó, por ejemplo, que los datos preliminares del censo arrojan que los niveles en la población indígena son tres veces mayores a la media nacional; que la inasistencia de niños indígenas a la escuela representa el doble del promedio del país, o el hecho de que mientras 21 por ciento de la población indígena no percibe ingreso alguno, entre la población nacional esta proporción es de 7.3.
Woldenberg reconoció que en la actualidad, cuando se habla del tema indígena y la democracia, resurge el debate entre la construcción de la democracia moderna y el resurgimiento de las aspiraciones legítimas de los pueblos indígenas sobre sus usos y costumbres.
En este contexto, ponderó la importancia de la legislación oaxaqueña, que ha podido conjugar ambas sin violentar por un lado las tradiciones de los pueblos indios, pero tampoco sin asumir que los usos y costumbres ''deban normar de una vez y para siempre las formas de elección''. El reconocimiento de los derechos políticos de los pueblos indígenas como una expresión diferencial legítima no anula al sistema democrático fundado en los partidos, dijo.
El presidente del Instituto Federal Electoral citó casos en que algunas comunidades han roto paulatinamente con los esquemas tradicionales cuando los consideran fórmulas de imposición, y el paulatino crecimiento de la presencia de los partidos ajenos al PRI en las comunidades indígenas. El caso más relevante es Chiapas, uno de los estados con mayor concentración de población india y en donde electoralmente se ha registrado un cambio notable en las preferencias políticas, que hicieron pasar del extremo de que el Revolucionario Institucional alcanzara cerca de 90 por ciento de la votación en 1988, a la pérdida de la gubernatura por el tricolor en 2000.
Dijo que estas tendencias electorales son signos que reflejan otros cambios en el comportamiento de las comunidades indígenas. ''Las tendencias electorales nos informan de cambios políticos, culturales, de reacomodos sociales, de nuevas realidades, lo que confirma que las elecciones han llegado para quedarse en el estado de Chiapas'', afirmó.
Para Woldenberg, la evolución electoral, aun en zonas indígenas, refleja que la aspiración democrática en el país ''se impuso como una reivindicación prácticamente universal, incluyendo a las comunidades indias que muy pronto optaron por la vía de las urnas para ejercer sus derechos''.
Concluyó que la democracia en México ha transformado también, y muy positivamente, la presencia de las etnias en el escenario nacional. ''Nadie podría decir con argumentos que hoy tienen las puertas de la ley cerradas a una participación activa y creciente, que sin duda puede mejorarse. Se han reconocido nuevos derechos y las formas consuetudinarias de elección son convalidadas por la ley electoral, aunque aún falta un largo trecho para alcanzar la equidad'', concluyó.