VIERNES Ť 12 Ť OCTUBRE Ť 2001

Afganistán, el irreductible

Han pasado más de 2 mil años desde que Alejandro Magno se convirtió en el último occidental en conquistar esas tierras

REUTERS

Walejandroashington, 11 de octubre. Los cerebros militares estadunidenses tendrían que retroceder mucho en la historia para encontrar quién fue el último occidental que conquistó Afganistán.

Han pasado 2 mil 300 años desde que Alejandro Magno logró atravesar los desiertos y montañas de Afganistán con derroche de maña, diplomacia y temerario valor para imponerse a las tribus hostiles en su camino hacia India.

El fue uno de los primeros talentos militares que midieran sus fuerzas en Afganistán, considerado clave para el control de Eurasia. El líder mongol Genghis Khan, el general tártaro Tamerlán y Babur el Mogul también lograron victorias clave posteriormente en ese hostil territorio.

En contraste con la resistencia estadunidense a emplear sus tropas en una larga campaña terrestre, Alejandro Magno no tuvo escrúpulos en exponer sus fuerzas a grandes peligros cuando invadió Afganistán en el 330 antes de Cristo.

Con 26 años, dirigió a 32 mil hombres dentro de Afganistán, que no era entonces sino una provincia dentro del tambaleante imperio persa.

Tres años más tarde había logrado construir una serie de ciudades en el país, se internó en Asia central y tuvo el valor de aventurarse en lo que son ahora Pakistán e India.

"Alejandro se enfrentó a los mismos problemas que todos los invasores de Afganistán: el clima extremo, la geografía y los habitantes dispuestos a pelear", según el historiador militar Raymond Callahan.

Los especialistas dicen que el genio militar de Alejandro y su fuerte carácter hicieron avanzar a las tropas, mayoritariamente griegas, superando esas penurias.

"Era un estratega muy sagaz, que usaba una mezcla de agresión y tácticas no ortodoxas para dejar a sus enemigos fuera de combate", afirmó Callahan, de la universidad de Delaware.

Una de las más duras pruebas que tuvo que superar Alejandro en su campaña afgana fue atravesar, al inicio de la primavera, el paso Khaiwak, a 3 mil 600 metros de altura, en las montañas Kinda Kush.

El general macedonio estaba persiguiendo a su enemigo persa Bessu, que había acampado plácidamente al otro lado de las montañas convencido de que Alejandro nunca lograría atravesarlas con su infantería y caballería.

El paso era duro, "los rezagados se perdieron en la luz tenue y fueron abandonados a una muerte segura por congelación", escribió el historiador Robert Lance Fox en su biografía Alejandro Magno.

Pero la mayoría de los griegos lograron atravesar las montañas y forzaron a Bessus a huir hacia el norte, al río Oxus.

Aún recuperándose del paso de la montaña, los griegos cruzaron el desierto hacia la ciudad de Balkh.

"En todo momento Alejandro mostró por qué podía pedirle tanto a sus soldados. Cuando en el desierto le trajeron agua en un casco, él rechazó aceptar el privilegio y la arrojó al suelo para compartir las penurias de su tropa", de acuerdo con Lance Fox.

Aunque la principal intención de la invasión griega de Afganistán era despejar el camino hacia India, Alejandro Magno dejó una huella en este país y aún hay varios lugares que llevan su nombre.

La ciudad de Kandahar, al sur del país y ahora capital espiritual de los talibán, tiene fuertes vínculos con Alejandro Magno, aunque los historiadores no se ponen de acuerdo sobre quién fundó la ciudad.

La influencia helénica perduró durante siglos en Afganistán. Por ejemplo, los budas gigantes destruidos este año por los talibán mezclaban el estilo griego y el asiático.

Estados Unidos asegura que no tiene intención de ocuparAfganistán, y subraya que su campaña aérea sólo tiene por objeto capturar a Osama Bin Laden.

"La diferencia entre nosotros y Alejandro Magno es que no queremos lanzar una campaña terrestre en Afganistán. No tenemos ambiciones territoriales", dijo el analista militar estadunidense Bill Taylor.

Una lección que Washington parece estar tomando de la campaña alejandrina es la utilidad de las alianzas con los líderes de las tribus locales, aunque el estilo diplomático macedonio puede que no funcione en el siglo XXI.

El más útil aliado de Alejandro Magno en Afganistán fue Oxyartes, un antiguo enemigo que luego convenció a los líderes tribales de que no atacaran al general macedonio.

La amistad entre los dos hombres fue sellada con la boda de Alejandro y la hija de Oxyartes.

"Una de las estrategias más exitosas de Alejandro fue casarse con la hija de un líder tribal", una opción que está fuera del alcance del presidente estadunidense George W. Bush o del primer ministro británico Tony Blair, dijo Callahan.