Ť Jornada inaugural del Cervantino con el esplendor de la cultura jarocha
En plena Alhóndiga de Granaditas el fandango fue más seductor que el sueño
Ť Miranda Keys brilló en la ejecución del Réquiem de Verdi en el Teatro Juárez
ANGEL VARGAS ENVIADO
Guanajuato, Gto., 11 de octubre. En la primera noche cervantina ocurrió un diluvio de estrellas, palmera y mujer. Fue la noche dedicada a Veracruz, cuna del mismísimo Agustín El flaco de oro Lara, con la cual comenzó la versión 29 de la ''fiesta del espíritu", como pomposamente gustan muchos de llamar al FIC.
Fuese con los acordes de La bamba, La bruja, El colás, El siquisirí, La iguana... o con el despliegue fascinante de la versada o el zapateado, el espíritu bullanguero veracruzano no sólo hizo vibrar la Alhóndiga de Granaditas durante más de ocho horas ininterrumpidas, sino que la transformó en territorio jarocho.
Veracruz, música y corazón
La del espectáculo popular que titularon Veracruz, música y corazón, fue sólo la mitad de la fiesta que los organizadores planearon. La otra parte tuvo tono solemne: la ceremonia oficial de inauguración, luego de la cual la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM) ejecutó (en ambos sentidos) el Requiem de Verdi en el Teatro Juárez.
Las ovaciones, al final, fueron para la soprano australiana Miranda Keys, quien compartió el escenario con la mezzo estadunidense Eleni Matos, el tenor dominicano Francisco Casanova y el bajo brasileño Luiz Ottavio Faría, así como con el Coro de la OSEM.
El director mexicano Enrique Bátiz puso el toque anecdótico a la gala musical cuando al final aprovechó los prolongados aplausos para hacer un velado reclamo a las autoridades culturales presentes en el inmueble, entre ellas los titulares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, del Instituto Nacional de Bellas Artes y del Festival Cervantino, Sara Bermúdez, Ignacio Toscano y Ramiro Osorio, respectivamente:
''Sobran las palabras. ¡Vivan los aplausos y la música! Gracias por la invitación después de 29 años de ausencia.''
Antes de que sonara la música, los discursos inaugurales del rector de la Universidad de Guanajuato, Cuauhtémoc Ojeda, y del gobernador de la entidad, Juan Carlos Romero Hicks, insistieron en subrayar la importancia de que el Cervantino cambie de esquema a partir de la presente versión y se dé más injerencia en su organización a instituciones e instancias estatales.
''No queremos desdeñar; ni olvidamos, por supuesto, el nivel de entendimiento que conseguimos alcanzar con modelos de funcionamiento anteriores de este Festival Internacional Cervantino, pero nos resulta claro, perfectamente claro, que, a partir de esta edición, la Universidad de Guanajuato participa en un orden de responsabilidad diferente, más amplio, pero también más exigente y comprometido'', dijo el rector.
La magia del puerto en pleno Bajío
Ramiro Osorio también hizo uso de la palabra y al igual que los discursos de quienes lo precedieron en el micrófono, se refirió a la importancia de la cultura en estos tiempos convulsos para impulsar ''la construcción de una sociedad participativa, creadora, equitativa y tolerante''. Como invitado de honor atestiguó la ceremonia el gobernador Miguel Alemán Velasco, cuya presencia obedeció a que el festival está dedicado este año a Veracruz, lo mismo que a Australia.
A unos cuantos metros del Teatro Juárez, en la Alhóndiga, la fiesta jarocha se extendió hasta muy de madrugada, pasadas las tres de la mañana de este jueves. Sólo una cuarta parte de las casi 10 mil personas que abarrotaron el foro al inicio del espectáculo aguantó el trajín de pe a pa. El colorido y desgarbado fandango fue más seductor que el sueño.
A la magia del puerto en pleno centro del Bajío sólo hizo falta el olor a mar y el calor. Lo demás lo puso la música de la Negra Graciana y los grupos Chuchumbé, Mono Blanco, Cojolites y Son de Luna, así como diversas compañías y agrupaciones artísticas de la Universidad Veracruzana
Las estrellas, una ligera lluvia, la vestimenta, la algarabía, las arpas, jaranas y violines, los sombreros jarochos, los paliacates rojos..., todo era Veracruz en el Bajío.