Próxima temporada grande, la misma gata revolcada
Ť Leonardo Páez
EL RASGO CARACTERISTICO del espectáculo taurino en el país en las últimas tres décadas es la patética falta de imaginación de sus promotores y demás beneficiarios directos para recuperar los ingredientes esenciales de la tauromaquia: emoción a partir de la bravura y la rivalidad.
EN UNA LOGICA parecida a la de quien simultáneamente arroja bombas y misiles y medicinas y alimentos, la incansable Promotora Plaza México, SA de CV -antes Promotora Alfaga- responsable desde hace más de ocho años de hacer como que promueve el disminuido espectáculo taurino en la plaza más grande del mundo, anunció el elenco de matadores y ganaderías para la llamada temporada grande, no porque lo sea sino para diferenciarla de la chica o de novilladas.
EN UNA MODESTA presentación a media mañana, que contrastó con la de la temporada anterior en un club de golf ?con todo y banquete?, la cabeza visible de la inexplicable promotora, Rafael Herrerías, reiteró el pasado lunes su propósito de enmienda al prometer ?por enésima vez? incluir a un torero mexicano joven en cada uno de los carteles, habida cuenta de que ya logró sacar a la gente de la desacreditada plaza.
LA CABEZA VISIBLE volvió a evidenciar sus niveles de incompetencia y su alegre coloniaje taurino -dependencia económica e ideológica respecto de los diestros españoles a costa de los nacionales- al anunciar "la participación de las figuras más importantes" y de paso la contratación forzosa -por instrucciones de dos de sus llenaplazas importados- de desconocidos como el rejoneador Martín González Porras y el matador Rafael González Chiquilín, quienes sin justificación habrán de ocupar puestos que por elemental justicia corresponderían a espadas de aquí con triunfos recientes en plazas de los estados.
UN TOTAL DE 19 diestros mexicanos, incluido el rejoneador Rodrigo Santos, encabezados por los vitalicios ?20, 30 o más años de alternativa- Eloy Cavazos, Mariano Ramos y Miguel Espinosa, seguidos de los maestros con oficio pero sin carisma Manolo Mejía y Rafael Ortega, los eternamente prometedores Lomelí, Ochoa, El Conde, Pizarro y Jerónimo, y los nuevos Paco González, Alfredo Gutiérrez, Ignacio Garibay, Leopoldo Casasola y Alejandro Amaya.
EL ZOTOLUCO, TAMBIEN anunciado luego de estiras y aflojas con el promotor, se cuece aparte. Sin discusión, el único torero mexicano que en la última década ha sido capaz de salir airoso en las principales plazas españolas y de no eludir las ganaderías más duras de aquel país -Miura incluida-, carece sin embargo de la suficiente capacidad de convocatoria por sí mismo, por lo que requiere de alternantes famosos a los cuales presionar con su macizo toreo.
DE ESPAÑA VENDRAN los mismos de los últimos años, es decir, Enrique Ponce, Joselito, El Juli, Manuel Caballero, Morante de la Puebla, Eugenio de Mora, Antonio Barrera y el veterano Paco Ojeda, así como el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, quienes después de actuar en su país en ochenta o más corridas, deciden vacacionar, con miles de dólares de por medio, frente al disminuido -en bravura y edad- toro de lidia mexicano. Son los resultados de la dependencia disfrazada de globalización y del entreguismo vestido de hospitalidad.