SABADO Ť 13 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Autor de Pixie en los suburbios, novela romántica y de ciencia ficción

Xoconostle: lo que cambia al mundo no es la televisión, como decía McLuhan, sino el teléfono

Ť Narración ''cargada de nitroglicerina sobre la generación Molotov'', señala Juan Villoro

ARTURO JIMENEZ

Una novela original es la que el escritor y editor Ruy Xoconostle ha construido en Pixie en los suburbios, comedia romántica y de ciencia ficción ubicada en un futuro que podría ser presente y que se desarrolla en las ciudades de Ramos Arizpe, Saltillo y Monclova, Coahuila, ya superpobladas y con edificios de más de cien pisos.

En esta, la primera novela de Xoconostle (Naucalpan, 1973), el protagonista es Cuki, joven veinteañero fascinado por las nuevas tecnologías y que tan pronto como sale de la universidad es contratado por una compañía mediante el pago de un enorme sueldo en dólares.

Juan Villoro y Alberto Fuguet ayudan a ubicar a Pixie en los suburbios (Joaquín Mortiz). Es, lanza Villoro, ''una historia cargada de nitroglicerina sobre la generación Molotov", y agrega que los personajes ''siguen historias a ritmo de zapping y hip-hop, pero saben que a México la globalización llegó en calidad de ruina". Mientras, Fuguet habla de una novela fronteriza bizarra: ''Al límite, alienada, generacional, enferma, cool, divertida, sampleada".

-Una constante parecer ser el tremendismo: la hipertecnología, la hiperinformación, incluso las hipercontradicciones. ¿Qué opinas?

-Sí, lo que pasa es que la tecnología nos está cogiendo, literalmente. Es imposible apartarse de ella, nos está cambiando la forma de ver el mundo. McLuhan decía que todo el pedo era de la televisión, pero lo que transforma al mundo es el teléfono. Hay muchas sorpresas y todavía estamos desprevenidos. Es como si esta revolución tecnológica nos hubiera agarrado con los pantalones abajo.

Xoconostle pondera: ''Quizá la tecnología hace lo mismo que el rock hizo por lo jóvenes hace 40 años: nuevas formas de comunicarse, de expresarse, toda una subcultura hasta que lo podamos digerir. Ya se dice que es algo normal poder comunicarse por e-mail, acostumbrarse al DVD o a tal o cual mamada, pero todavía no estamos acostumbrados al cien por ciento.".

"Somos muy pinches cínicos"

-¿Cuki, el protagonista, es tu alter ego?

-Digamos que nos identificamos en algunas cosas. A lo mejor seríamos amigos, pero nada más de fin de semana. Hay aspectos de él que me gustan y compartimos, pero él tiene su propia personalidad, es un pobre güey con muchos pedos, y yo no tengo tantos pedos como él. Sin embargo, no hay duda de que el personaje parte de algunas experiencias que he tenido, para qué me hago pendejo.

''Este güey tiene sus ondas, su vida, y mi vida no se parece mucho a la de él. Pero por la misoginia o la obsesión por la tecnología, podríamos ser buenos amigos."

-Siguiendo las peripecias de Cuki, ¿hay en la novela cierto grado de subversión?

-Sí. Por un lado él está feliz con su condición de lacayo del sistema: es un capitalista, le encanta el dinero, pero a la vez es un inconforme. Es algo que puede parecer una contradicción pero es una consecuencia lógica: tener acceso a tantas cosas e información. Todo ese lado inconforme es como seguir siendo adolescente y que te caguen las cosas, que te cague el mundo.

Con Pixie... Xoconostle muestra a su generación. ''Somos muy pinches cínicos, de a gratis. Como que tenemos la necesidad de no sorprendernos por nada, de sentirnos los sabihondos. Si yo sé tanto de discos o de tales géneros, ni madres, tengo que saber más y más y más. Y tengo que conseguirme la mierda más rara que exista. Esa pinche necesidad de sobreinformarnos, pero a lo pendejo. Por ese lado somos muy hipócritas.

''Al final el protagonista descubre su lado cursi, y así es todo mundo, o al menos la gente de esta generación. Pero estamos tan clavados en tener que competir con nosotros mismos, en demostrar nuestro cinismo y nuestra frialdad, que no la hacemos. Esa es una de las cosas que me cagan y yo, por supuesto, estoy metido en eso."