LUNES Ť 15 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť En las puntas de cerros, los últimos manchones de bosque
Acelerada vulnerabilidad de la geografía centroamericana
BLANCHE PETRICH
El istmo centroamericano, con su territorio angosto y accidentado entre dos océanos, tiene una geografía que lo hace propenso a las amenazas naturales. Está asentado sobre seis placas tectónicas y entre Belice y Panamá se cuentan 27 volcanes activos. Por la cuenca del Caribe le llegan los huracanes y las depresiones tropicales. Por el Pacífico, inundaciones, deslizamientos y sequías.
El factor humano ha agudizado su vulnerabilidad. La región, rica en zonas de trópico húmedo, ha sido intensamente deforestada tanto para la explotación comercial indiscriminada como para la subsistencia de grandes segmentos de población rural por debajo de la línea de pobreza. Las tierras fértiles viven un constante proceso de erosión y la sedimentación de sus ríos los hace propensos a que se sequen o se desborden con mayor frecuencia.
Según datos de la Cruz Roja Internacional, durante los últimos 25 años muere un promedio anual de cinco mil personas a consecuencia de algún desastre. El huracán Mitch, que alcanzó el grado 5, el más alto en la escala Saffir-Simpson, no sólo dejó un saldo de 10 mil muertos, sino también un universo de damnificados que abarca 10 por ciento de la población centroamericana.
Un ejemplo es cómo en apenas 15 años el paisaje de las montañas nicaragüenses se ha modificado sensiblemente. De las planicies de Chinandega y León han desaparecido las plantaciones de algodón que florecían con sus motas blancas y que desde los años 50 se "comieron" grandes extensiones de bosque. Igual que hoy el café vietnamita de mala calidad ha hundido los precios internacionales del grano, una década antes el algodón soviético arruinó la agroexportación del "oro blanco" nicaragüense. Hoy esas extensiones continúan una acelerada carrera al deterioro del suelo, con el uso intensivo de la ganadería.
En regiones como Matagalpa y Jinotega la frontera agrícola dejó aislados en las puntas de los cerros los últimos manchones de bosques locales como el pochote, el cedro real, el guanacaste, el laurel macho y el tempiste, que en tiempos de floración pintaban de colores la zona. Su lugar lo ocupan ahora los cultivos de subsistencia y pequeñas fincas cafetaleras, hoy en ruinas. Aquí no se registran aún las sequías que azotan el centro y el occidente del país, pero se presentan cada año temperaturas más altas y lluvias más erráticas.
En 1983 el gobierno sandinista decretó áreas protegidas en los complejos volcánicos de San Cristóbal-Casitas, Cosiguina y Mombaco, Concepción y Maderas. En 1991 el gobierno de Violeta Chamorro decretó una reserva más en los bosques de Bosawás. Pero de esas "tierras nacionales", 85 por ciento han sido compradas por particulares.