TUMBANDO CAÑA
Lara en La Habana
Ť Ernesto Márquez
DE CUERPO ENTERO en una estatua plantada en la Alameda de Paula, justo en el corazón de La Habana Vieja, Agustín Lara, el más grande compositor popular de México, mira hacia el mar Caribe.
LA ESTATUA DE bronce, similar a la que existe en Madrid, tiene como fondo un mural pintado sobre un viejo edificio que reproduce el ambiente de su natal Tlacotalpan.
ALLI ES FRECUENTE ver a la gente detenerse para saludar "al señor del cigarrito", al que luego confunden con Chaflán, un comediante muy popular en Cuba.
ALGUNOS NO LO conocen y pasan ante el bronce como si nada y si se le confunde con algún prócer cubano siempre hay un malilla que responde citando cualquiera al azar.
AUTOR DE MAS de 700 melodías, Agustín Lara logró imponerse en el público cubano gracias al peso específico de sus canciones y a esa manera desenfadada ("guapería pura") de decirlas.
DA GUSTO COMPROBAR hoy cómo en medio de tanto desmadre timbero hay quienes reconocen la categoría de Agustín Lara como creador de música popular. Lo mismo lo recrean las voces de cantores románticos, conjuntos de sones que agrupaciones o solistas de jazz.
CUANDO SE DEVELO la estatua (en diciembre pasado) fueron muchos los asistentes a la plazuela aquélla; la gente se vistió de gala y todo mundo entonó sus canciones.
AGUSTIN LARA NUNCA fue ajeno a Cuba. Fueron muchas las ocasiones que visitó la isla. La primera vez que llegó fue a invitación de Ernesto Lecuona, quien sentía gran admiración por El Flaco. El compositor de Malagueña y el músico poeta se conocieron en la ciudad de México, surgiendo una inmediata y mutua admiración.
SU DEBUT EN el Teatro Encanto (1932) convocó a lo mejor de la alta sociedad de ese entonces. En esa ocasión lo acompañaban Ana María Fernández y Pedro Vargas que hicieron una exposición de aquellas canciones que aún eran desconocidas en Cuba pero que de inmediato engancharon con el público.
CUENTAN QUE EN esa ocasión Lara tuvo una recaída de salud a causa de un enfriamiento y que un periodista que se informó por terceros de tal situación redactó una nota informativa en la que daba a entender que el músico poeta se encontraba al borde de la muerte. Noticia que corrió desde La Habana a México, provocando tal conmoción que medios mexicanos enviaron reporteros a "cubrir" los últimos días del músico. Grande fue la sorpresa de los periodistas mexicanos cuando lo encontraron en el lobby del hotel tomando coñac y café con el doctor Ortiz Tirado, quien lo había atendido de aquel resfriado costeño.
LA TIERRA DEL son y del bolero le inspiró la "suite tropical" integrada por Noche criolla, Oración Caribe, Veracruz, Cumbancha, Lamento jarocho y Palmera. Aunque en Cuba ya había hecho temas como Sueño guajiro y Camagüey, producto (según nos cuentan) de dos enamoramientos que tuvo el compositor con sendas trigueñas.
EL AMBIENTE DE La Habana le gustaba en demasía por reflejar casi lo mismo que su puerto jarocho. Hay una canción poco conocida dedicada a La Habana en la que refleja ese sentir:
Habana, princesa del Caribe
yo te ofrezco mi cantar.
Habana, cuando mi mano escribe
quieren mis ojos llorar.
Déjame que ponga en tu regazo
mi ferviente gratitud;
Habana, Veracruz en La Habana
cielo y mar la misma vibración
tu estrellita solitaria
la llevo en el corazón.
UNA LINDA TRIGUEÑA llega hasta la estatua y coloca entre sus brazos un ramo de flores. "El inspiró a papá y mamá para que yo naciera", nos dice sonriente mientras Lara mira al mar Caribe, jarocho, tropical y cubano.