TOROS
Ť Tediosa y frustrante "novillada de triunfadores" con siete mansos de Xajay
Nueva estafa de la Plaza Muerta: lidian dos reservas no reseñadas por el juez
Ť Rafael Herrerías ordenó el fraude Ť Merecida oreja a Fabián Barba
Christian Ortega le había pegado cuatro soberbias verónicas a Juguetón, el cuarto de la tarde, un cárdeno veleto casi goyesco; lo había llevado a los caballos y lo había toreado después por chicuelinas; le había clavado un par de banderillas sin mucho lucimiento y, al salir de la suerte y refugiarse en tablas, el novillo remató contra el burladero y se descoyuntó el pitón izquierdo. Con renuencia, el juez Heriberto Lanfranchi ordenó que lo sacaran del ruedo y entonces comenzó, una vez más, la violación tumultuaria de la ley.
Ante el imponderable, el "empresaurio" Rafael Herrerías abandonó su palco en el callejón y se dirigió a la puerta de toriles, donde ordenó que en lugar de Cazador, primera reserva del encierro de Xajay, soltaran a un tal Chinaco, de la ganadería de Marrón, que no había sido reseñado (léase autorizado por el juez) ni se encontraba en un cajón dentro del túnel sino en los corrales donde llevaba largas semanas paciendo con los bueyes.
Por lo tanto, cuando saltó a la arena, se comportó como un buey, esto es, manso perdido, y sufrió un ataque de histeria al enfrentarse a los caballos, de modo que en medio de la rechifla, fue expulsado con deshonra. Pero, oh sorpresa, para sustituirlo soltaron a Boticario, de las dehesas de La Guadalupana, que tampoco había sido ni reseñado ni encajonado, con lo que Herrerías y Lanfranchi al unísono volvieron a pasarse por el arco del triunfo la taurina legalidad que supuestamente impera en la Plaza Muerta.
Gracias a este sainete, la última novillada de la temporada más chica del año 2001 se prolongó en forma abusiva e innecesaria, y el indefenso público debió presenciar un desfile de nueve mansos -entre ellos uno muy boyante y noble que mereció el arrastre lento a pesar de que no peleó en varas- y un elenco de seis jóvenes promesas (Israel Téllez, Mauro Lizardo, Fabián Barba, Christian Ortega, Rubén Ortega y Luis David Carrera) más un recomendado de Enrique Ponce, el sevillano Antonio Saavedra, que es una mera calca de su influyente protector.
De esta suerte, la novillada de triunfadores zozobró, en parte, por la pésima calidad del ganado y, en parte, por la insolvencia técnica de Téllez y Lizardo, las figuras más atractivas del cartel. El primero, que refrendó por momentos su espléndida calidad, simplemente no pudo con el que abrió plaza, Marrullero, de 449 kilos, bautizado quizá en honor de Herrerías y premiado tal vez por eso con el arrastre lento.
Téllez, quien por primera vez en su incipiente carrera toreó en el embudo de Mixcoac sin el acompañamiento del aguacero, estuvo perdido ante Chiquito, de 465, que se agarraba al piso y tiraba cornadas sin cesar.
Un manso de closet
Mejor favorecido por la suerte y con el corazón bien puesto, Fabián Barba se las ingenió para muletear con intensidad y largueza a Coloso, de 414, que se había revelado ante el caballo como un manso de closet, esto es, disimulando bajo el peto su falta de bravura. Barba coronó la hermosa faena con una gran estocada y cortó la única oreja de la tarde.
Luego de la azarosa lidia de Christian Ortega al goyesco despitorrado y a los reservas ilícitos, por la cual fue premiado con la vuelta al ruedo, vino Rubén Ortega que parecía de otro mundo y se limitó a darle unos trapazos por la cara a Rebelde, de 469, al que mató pronto pero mal y escuchó un aviso. Para cerrar el interminable festejo, Saavedra tuvo detalles, no propios sino de Ponce, con capote y muleta, y despachó a Travieso, de 411, con un bajonazo infame, a pesar del cual se autohomenajeó con una inmerecida vuelta al ruedo. Finalmente, Luis David Carrera intentó correrle la mano a Inquieto, de 452, que resultó ser un marrajo inmundo.
De los seis "triunfadores" (Saavedra, el impostor impuesto no cuenta) la mayoría son descubrimientos de los headhunters de Telmex -Lizardo, Barba y los dos Ortega-, mientras Téllez, que culminó ayer su tercera temporada en Mixcoac, y Carrera que actuó allí por segunda y última vez en este año, son logros de la oficina de recursos humanos de Herrerías. Para lo que exhibieron ayer se diría que, en términos de "cosecha", el resultado obtenido por ambas empresas anuncia, para el futuro inmediato, hambruna.