¿LA FIESTA EN PAZ?
Ť Leonardo Páez
TOREROS ENGAÑADOS
DEMASIADOS JUEGOS adopta México, el más taurino de los estados de la Unión Americana: partidos políticos que juegan a la democracia, gobiernos de transición que juegan a los cambios, presidentes que juegan a no ver ni oír del espectáculo taurino pero hacen festivales a puerta cerrada, ricachones metidos a empresarios taurinos que juegan a promover la fiesta brava, ricachones metidos a ganaderos que juegan a criar toros bravos, autoridades taurinas que juegan a hacer cumplir el reglamento y toreros que juegan a ser figuras de los ruedos o a consagrarse como tales.
LA ASOCIACIÓN DE matadores no podía ser la excepción. Luego de casi medio siglo de jugar a ser un sindicato independiente que vela por los legítimos intereses de sus miembros, sucesivas directivas acaban dando muestras de su absoluta incapacidad para mantener, con dignidad y criterio, la unión y la fuerza de tan bocabajeado gremio, con una vergonzosa fama como otro de los numerosos sindicatos blancos que en el país le hacen el caldo gordo a patrones sin imaginación.
LUEGO DE LOS años felices de la Trinca Infernal -Manolo, Eloy y Curro- y de Pablo Valle al frente de una asociación para beneficio exclusivo de aquéllos, las nuevas generaciones de matadores parecieron tomar conciencia sacudiéndose a tan espurio representante. Vino entonces el desempeño bien intencionado del matador en retiro Alfredo Leal, separado de sus funciones por un nuevo golpe de estado encabezado por el matador Manolo Arruza, quien a su vez sería destituido luego por el matador Mauricio Portillo, hasta la fecha errático representante de tan quisquillosa pero inoperante agrupación, siempre a merced de la empresa de la Plaza México, que trata a patadas a quienes supuestamente tienen los tamaños para jugarse la vida delante de los toros.
LA OREJA DE PLATA, tradicional festejo que al término de la temporada chica suele organizar la Asociación de Matadores en la citada plazota, con el fin de allegarse algunos fondos, ahora tuvo que cambiar su sede a la placita de El Relicario, en Puebla, pues por enésima vez Portillo no fue capaz de negociar oportuna y provechosamente con el promotor Herrerías la celebración de la misma.
OTRO TANTO LE ocurre al vapuleado gremio cuando pretende organizar la corrida de la Oreja de Oro al final de la temporada grande, ya que de plano ni los figurines nacionales ni los llenaplazas importados muestran la menor disposición de actuar en el festejo a beneficio de la subordinada agrupación, que nomás no da una ni con los empresarios, ni con los ganaderos ni con sus propios asociados.
EN ESE CONTEXTO, ¿qué pueden esperar los toreros mexicanos modestos, es decir, todos? Desde luego seguir siendo un país cada día más dependiente también en lo taurino, aceptar la contratación indiscriminada de los llenaplazas importados y sus patiños, y reconocer su arraigada incapacidad para presentar un frente verdaderamente unido que ponga un hasta aquí a tanto ninguneo por parte de promotores tan antojadizos con los diestros de casa como manirrotos con los de fuera.