miercoles Ť 17 Ť octubre Ť 2001
José Steinsleger
No se ve, no se siente
ƑQuiénes fueron los escritores, testigos y cronistas durante la guerra del Golfo? No existieron. Como en la que ahora tiene lugar en Asia central, el testimonio directo de la prensa fue quirúgica y legalmente removido en 1984, cuando el gobierno de Ronald Reagan aprobó el Directivo de resoluciones No. 130 del Consejo Nacional de Seguridad (CNS): la revisión de todos los programas internacionales de comunicación, como "parte integral de la política y estrategia de seguridad nacional...".
Qué tiempos aquellos, los del corresponsal de guerra... Tiempos en que los testigos del horror daban cuenta de la sangre y de las tripas al aire, del sufrimiento y de la pasión, del heroísmo y de la traición, de la cobardía y el coraje, de la muerte y el dolor de los cuerpos exhaustos que a veces, en medio del combate, se miraban y abrazaban dándose el perdón, diciéndole sí a la vida, no a la muerte.
En la Primera Guerra Mundial, Henri Barbusse y Erich Maria Remarque nos hicieron vibrar con El fuego y Sin novedad en el frente. André Malraux habló de la guerra en La condición humana y Ernest Hemingway lo hizo en Adiós a las armas y Por quién doblan las campanas. Las crónicas de Pierre Scholl-Latour y Richard Kapuchinski en Vietnam, Africa y el Islam y los documentales de Mijail Romm (El fascismo al desnudo) y Franceso Rossi (Morir en Madrid) o los filmes de Dalton Trumbo (Y Johnny cogió su fusil) y Olivier Stone (Platton y Nacido el cuatro de julio) cumplieron con creces la misión del arte verdadero, que sirve para nada y para todo según cada quien.
Atrás quedó la época de los periodistas que se lanzaban en paracaídas con las tropas francobritánicas durante la guerra del Canal de Suez (1956): la de los corresponsales que nos hicieron más humanos porque describían sobre el terreno el enfrentamiento de árabes y judíos en la Guerra de los Seis Días (1967); la de los camarógrafos que filmaban las atrocidades del ejército de Somoza (1979) y la entrada a degüello, persona a persona, del proisraelí Ejército del Sur del Líbano en los campos de Sabra y Shatila (1982).
Tiempos en los que la guerra era lo que era: acción de loquera y de inhumana humanización incomprendida. Tiempos en los que la paz idealizaba la guerra, la guerra idealizaba la paz, los teóricos de la paz se alistaban para la guerra y los de la guerra soñaban con garantizar la paz.
Daniel Hallin, profesor de comunicaciones de la Universidad de California del Sur (San Diego), dijo sobre la guerra del Golfo (1991): "se parece a la cobertura estadunidense tradicional: una visión antiséptica de la guerra". A juicio de Hallin la llamada "información" se limita desde entonces a describir la tecnología del esfuerzo bélico de Estados Unidos, la moral de sus soldados y pilotos, y la reacción del frente interno.
Escribe Hallin: "la incapacidad e incompetencia profesional del periodista estadunidense para confirmar las versiones oficiales y la indiferencia ante las reacciones contra la guerra en los países del Tercer Mundo, representan la clave para entender una concepción de la información en la que ocultar es más importante que mentir. Pero que ni siquiera se oculta en forma deliberada sino por indiferencia e ignorancia".
En las guerras los juicios de valor identifican al enemigo. Sin embargo, la superficialidad con la que el mundo se entera de la matanza y destrucción de pueblos enteros respalda la opinión de Jean Baudrillard al decir que las muertes "...se producen sobre un territorio fantasmal mediatizado por los medios y traducido en emociones próximas a la provisional efectividad del espectáculo... la guerra ha sucedido pero en la conciencia colectiva, una vez terminada la guerra, se tiene como no sucedida. El desarrollo de lo que constituía el mayor drama humano fue cubierto por la 'información' " (El País, 20/5/91).
Con eruditas justificaciones podemos o no creer en el "choque de civilizaciones". También podemos invertir la ecuación y suponer que se trata de una guerra contra el "terrorismo" o de "pobres versus ricos". Dará igual. Porque el Pentágono ya ordenó a los medios hegemónicos la negación de que es posible un desenlace nuclear "limitado" (...Ƒa los cuatro puntos cardinales?).
ƑQuiénes pueden detener esta guerra? ƑLa piara de locos de la Casa Blanca o los fanáticos protalibán con serias posibilidades de dar un golpe en Pakistán y echar mano de su arsenal atómico para "liberar" Cachemira? Contra todos y contra nadie, las acciones bélicas en curso confirman la sospecha de que la política nunca fue la continuación de la guerra "por otros medios" y de que el medio nunca fue "el mensaje".
El tratamiento informativo de la guerra en Asia central demuestra, por fin, que la misión de los medios de comunicación alineados con el imperio consiste en justificar la guerra por cualquier medio, que la guerra es el mensaje de los medios y que en asuntos de guerra o en asuntos de paz la política de nuestra "civilización racional" es igual a la de "ellos", convidada de piedra.