jueves Ť 18 Ť octubre Ť 2001

Adolfo Sánchez Rebolledo

Farol de la calle

Que otros escriban de las botas de charol del Presidente en el Palacio Real o del ramo de novia de doña Martha Sahagún en Praga. La verdad, paso. Me resisto a contar ese ridículo, no por ajeno menos penoso. Si Vicente y consorte fueran solos en tardía escapada de luna de miel a la Plaza de San Wenceslao o a pasar el rato con los Aznar en La Zarzuela, la cosa no pasaría de ser un jugoso bocado para las revistas del corazón y nada más, pero que tantas ligerezas ocurran en un viaje de Estado, al que muchos miraban con recelo, simplemente alarma.

En medio de la crisis universal que hunde al mundo en la incertidumbre, México parece un barco de papel flotando en la tormenta, sin rumbo propio. Una mañana nos levantamos incondicionales de Estados Unidos, al otro de España. Nuestra brújula oscila sin norte. La antigua estrella polar de la política exterior mexicana, la misma que alumbró el camino del país para no caer en el pantano absoluto de la guerra fría, se extinguió justo cuando aquellos entrañables puristas del derecho internacional fueron sustituidos en sus funciones por los tenderos del comercio global.

En vez de una tradición respetada, hoy nos enorgullece una diplomacia de nuevos ricos paseando por el mundo. Parece, y eso preocupa, que el gobierno sale sin saber qué busca, como si no hubiera plan, propósito, una verdadera agenda previamente concertada.

Por eso dice Diego Fernández que las frivolidades distraen de lo importante y reconviene al mandatario para que guarde discreción. El que habla mucho, mucho yerra -pregona. Pero la impresión que los gerentes de la imagen presidencial quieren grabar en la opinión pública es otra. Se regodean en las ocurrencias y en la improvisación, en los dislates y las confusiones del guanajuatense ante el protocolo europeo como prueba de sencillez campirana registrada por la revista Hola. Y creen que eso es suficiente para derribar los molinos de la globalización. ƑDónde quedaron las aspiraciones foxianas de recrear la arquitectura del orden mundial?

Se nos quiere vender la especie de que las relaciones internacionales se reducen a la "amistad" entre los líderes del mundo y por eso la gira adquiere ese patético tono familiar lo mismo con Bush que en mezclilla con Aznar en su casa de campo. Y luego, para rematar, discurso ante los académicos de la lengua, chúpale pichón. Puede ser que el Presidente lleve bajo el brazo otros asuntos de Estado más urgentes que visitar al Papa o saludar al preclaro Havel, pero así es difícil saberlo.

Seguramente en Shangai veremos algo más, pero mientras tanto, el rebote del periplo en México no puede ser más desalentador. Baste mencionar las turbulencias creadas por las inoportunas afirmaciones en Hamburgo del vocero económico, Eduardo Sojo, sobre la reforma fiscal en ciernes que ya han causado malestar entre sus propios partidarios y aclaraciones que en rigor no eran necesarias. Pero, Ƒcómo evitarlas si el propio Presidente de México reacciona como si estuviera allá en el rancho grande, habla de temas que conoce por encima o, según el auditorio, inventa sobre la marcha posiciones que aquí sus conciudadanos ignoran? En Alemania, por ejemplo, soltó que se revisaría de nuevo la legislación en materia indígena cuando aquí ni siquiera se había referido al tema. Habló, habló y habló con talante optimista, pero la posición de México en la crisis actual quedó deslavada en un genérico apoyo a la lucha contra el terrorismo, sin identidad propia. Suponer que lo que es bueno para mi vecino debe ser magnifico para mí no es una buena ecuación para México. Sin embargo, en este punto, el Presidente sigue sus propios impulsos y no alcanza a comprender cómo se puede ser independiente sin convertirse en un enemigo de Washington.

No quiero decir que sea fácil hallar un espacio en esta gran pecera llena de tiburones que es el planeta, sin tropezar con enormes obstáculos, pero lo peor que puede pasarle a un país que quiere sobrevivir es resignarse con fatalismo a las decisiones de los demás.

Ojalá y en China el Presidente se ponga las botas, las otras.