jueves Ť 18 Ť octubre Ť 2001
Sergio Zermeño
Poder y ciencia: la sociedad amenazada
Leemos los análisis y la crítica en torno a los sucesos derivados del 11 de septiembre y nos damos cuenta que las pocas voces que claman que "el rey está desnudo", en su mayoría venidas de Europa, no están siendo escuchadas en Estados Unidos. Lo que resulta obvio es lo siguiente: cada bomba que cae sobre Afganistán y mata a los que encuentra en su trayectoria, cada uno de los cientos de miles de refugiados, que de manera ya irremediable comenzarán a morir de hambre, están transformando la compleja heterogeneidad y policromía del universo musulmán y del mundo árabe (que recientemente nos describía Edwar W. Said) en grosera homogeneidad, en peligrosa identidad antioccidental. Poco importa qué quiere decir esto con exactitud; las modas no son racionales (comentaristas políticos vestidos de negro encontraban ridículo que el CGH estuviera quemando la bandera estadunidense el 2 de octubre, pero esa razón no apaga las llamas).
Sin embargo, el asunto es mucho más grave: un alto jerarca de Medio Oriente lo dijo claro hace tres días: "Si matan a Bin Laden se convertiría en un símbolo, y si sobrevive, será un símbolo aún más fuerte". Los campos se polarizan y cada uno homogeneiza con un color mórbido lo que fue policromía en su seno. Muchas familias de origen árabe ya no resisten las amenazas y dejan Estados Unidos por indicaciones de la FBI; los 8 mil estadunidenses viviendo en Kuwait ya no pueden salir de sus áreas protegidas; los periodistas occidentales son perseguidos y apedreados; las mujeres extranjeras se cubren la cabeza para no recibir agresiones, y el turismo occidental, sin distinción, está confinado en un área que aun podría estrecharse en las próximas semanas.
Es asombroso y aterrador que los bombardeos no parece que se detendrán y tampoco parecen tener como objetivo el desfogar -por más dramático que suene- la frustración y la rabia provocadas al pueblo estadunidense el 11 de septiembre. Escuchamos que "la persecución de los terroristas puede durar años, que habrá que ampliar los bombardeos a Irak, Líbano, Indonesia, Bosnia..." Por lo visto, ahí la humanidad es de segunda, no vale la pena invertir, cuerpo a cuerpo, el honor de Occidente.
Uno se pregunta: Ƒde veras Estados Unidos y sus aliados quieren llevar esto adelante?, Ƒde veras creen que la búsqueda frenética y hasta el final de "terroristas" es un camino que limpie el mundo de peligros y coloque nuevamente, como solución preferida de los individuos, los grupos y las naciones, este orden tan groseramente favorable a una minoría? Lo que impresiona francamente es que nadie lo cree, pero impresiona aún más que nadie lo diga con fuerza, al menos nadie en Estados Unidos parece tener valor para gritar que "el rey está desnudo", que esta guerra no tiene sentido (el lugar más seguro comienza a ser el frente de batalla porque, back home, podemos contraer ántrax).
La cuestión es alarmante: en un sondeo de Newsweek se vio que 89 por ciento de los estadunidenses apoya un ataque contra Saddam Hussein. Los obispos de Estados Unidos alientan la coalición mundial y a los medios militares; la "censura patriótica" es asumida disciplinadamente por CNN, NBC, ABC, CBS... A las universidades y a la masa de schollar e intelectuales, con honrosas, pero raras excepciones, casi no se les escucha (se entiende que el decirlo ahora, con la sangre y la muerte aún frescas, es muy difícil; pero Ƒno se estará escondiendo tras el luto un cálculo individualista, el rational choice, los costos de ir contra el gobierno, el ejército y una opinión pública exacerbada, que luego pueden redundar en pérdidas de oportunidades de poder y de prestigio?
En ese contexto la voz del presidente del Banco Mundial es sorprendente por partida doble: "la pobreza en un lugar del mundo se trasladó en forma de violencia a otro lugar del mundo". La fórmula se está volviendo de una grosera obviedad: si a la pobreza y al fanatismo se les agita con bombardeos indiscriminados durante 30 años el resultado es el talibanismo; si lo que se quiere es más talibanismo, amplíese, desde lugar seguro, el área bombardeada. Si se le quiere aislar y debilitar, acéptese que en Medio Oriente y en Asia central reinan las desigualdades y las injusticias, que hay que reconocer y apoyar un territorio y un Estado para el pueblo palestino (es la misma demanda del pueblo judío hace 55 años).
Todos esperamos que reaccione la sociedad estadunidense y que el poder, la ciencia y la técnica no la avasallen como en un bumerang.