domingo Ť 21 Ť octubre Ť 2001
Antonio Gershenson
Acciones militares y recesión
Ya en el segundo semestre de 2001 el producto interno bruto (PIB) había crecido sólo 0.2 por ciento en Estados Unidos. En México, cero. En nuestro país la caída de los sectores productivos ya lleva casi todo el año. Sólo se le había "compensado" (en las cifras, que no en la realidad) con mayor actividad en el sector servicios, incluyendo la actividad financiera. De hecho, el que hubiera esa actividad de manera activa a veces significaba menos empleo, como en el caso de la venta de empresas mexicanas a extranjeros (Banamex de manera destacada), pues generalmente estas operaciones llevan consigo una reducción de los puestos de trabajo.
Los atentados del 11 de septiembre fueron el punto de partida de medidas que frenaron más la economía. Hablo de punto de partida, porque aunque todo se atribuye a los atentados, varias medidas que frenaron la economía fueron de reacción o... sobrerreacción.
Por ejemplo, el control extremo en nuestra frontera del norte ha sido equivalente, por sus efectos, al cierre parcial de la misma. Y la tremenda difusión e incluso amplificación de lo relacionado con los atentados y sus secuelas ha contribuido a acrecentar el temor, especialmente en Estados Unidos, a subirse a un avión por ejemplo. ƑCuántos muertos hay en el país vecino por sida frente a los afectados, ya no digamos muertos, por ántrax? Sin embargo, este último causa hoy más temor: nadie se ha ido a vivir a otra ciudad para que no le dé sida. En todo caso, se reactivan algunas empresas relacionadas con la guerra o con el temor, pero el grueso de la economía padece.
La economía mexicana, que ha sido llevada a la dependencia extrema frente a la economía del vecino del norte, también cae más rápido. El hecho es que empiezan a salir las primeras cifras del tercer trimestre, y se prefigura una recesión si nos atenemos al PIB, y una crisis en los sectores productivos, si al hablar nos apegamos a la realidad.
De ahí que vaya creciendo la polémica pública sobre las medidas que deben tomarse al respecto. Frente a la política económica oficial, heredada del antiguo régimen sin ningún cambio, se plantean alternativas. Ante la reacción oficial automática de que falta dinero y el Banco de México retira más de la circulación, de que falta inversión pública y se recorta aún más el presupuesto, se plantean abiertamente medidas muy diferentes.
Estas medidas tienen en común que el Estado contribuya a reactivar la economía, no a hundirla más. El presidente Vicente Fox dijo, desde el principio de su gobierno y durante la campaña, que habría inversión. Cuando se le reclamaba que eso no se estaba haciendo, dijo que vendrían las grandes inversiones en el segundo semestre. Ya pasó la mayor parte de éste y nada. Hace unas semanas se publicó que la única obra terminada con recursos federales era una clínica de diez camas en Chihuahua. Y como las grandes inversiones implican tiempo, en los dos meses y días que quedan de 2001 no se van a dar.
El país votó por el cambio, y donde más urgía el cambio era en política económica. Incluso dentro del PRI, muchos de sus miembros y dirigentes consideran que fue la política económica del anterior gobierno la causa de su derrota. La inversión pública siempre ha sido detonante, especialmente en nuestro país, de la inversión privada. Y el otro detonante de la inversión privada es el mercado interno, razón por la cual quedan como ridículas las preocupaciones de que no vayan a aumentar los salarios. Estos dos elementos de reactivación no son independientes entre sí: la obra pública bien concebida genera empleos directa e indirectamente, y el empleo levanta el mercado interno.
No estamos inventando el agua hervida. Este mismo país ha tenido varias décadas de crecimiento sostenido sobre la base de medidas de esta naturaleza. Es cosa de ver lo que pasa dentro del país, y no sólo afuera.