LUNES Ť 22 Ť OCTUBRE Ť 2001
TUMBANDO CAÑA
Ť Ernesto Márquez
MIENTRAS EN LA Yerbabuena cerca de un millar de jóvenes intentaba desmadrarse con el débil ska de Los de Abajo, las incoloras e insaboras rolas de Los Aterciopelados y los indescifrables rollos tonales de los diyéis, en la Plaza de La Paz, los veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo, el Quinteto Mocambo, Son de Manigua y la danzonera Tres Generaciones destaparon el pomo de la arrechuría haciendo bailar hasta al mismísimo Quijote que, dejando lanza y armadura, chancleteó de lo lindo con la dulce Dulcinea, mientras Sancho aparcaba burro y Rocinante a un costado de la parroquia de Nuestra Señora de Guanajuato.
LOS ALREDEDORES DEL Jardín de La Paz y las empinadas callejuelas que llevan a él fueron insuficientes para albergar a los cientos de gozones que se dieron cita las dos noches de Son y Danzón que ofreciera Veracruz, estado invitado, en esta renovada versión del Cervantino.
LOS ARGUMENTOS MUSICALES de las agrupaciones veracruzanas fueron los mismos que se enarbolan a diario en los bares y salones de baile del puerto jarocho y, aunque aquí poco se sabía de ellos, la contundencia de su saber y hacer musical fue suficiente para poner jiribilla al espíritu de este festival de "los nuevos tiempos", como se ha dado en llamarlo.
EL QUINTETO MOCAMBO fue el encargado de iniciar la fiesta. Aunque una temprana gira por la región ya lo hacía reconocido, eran pocos los que sabían lo que se iba a escuchar. El mágico sonido del tres, el contrapunto del tololoche, las armonías de la guitarra, el tumbao de las congas y el chuiquirraqui del güiro empezó por mover al baile a esa multitud de convencidos de que el son es lo más sublime para el alma divertir.
NO FUE NADA difícil para los experimentados soneros conectar con un público variopinto, pero dispuesto al refuego y que desde temprano se empezó a reunir en la plazuela al saber lo que allí se iba a ofertar. Lo que se escuchaba con el Quinteto eran sones, guarachas y boleros de inspiración caribeña y jarocha, quizá inéditos para los oídos de los presentes pero de registro pretérito, emanados de la inspiración de genios como Pedro Flores, Rafael Hernández, Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Emilio Cantarel, Lorenzo Barcelata y Agustín Lara, por mencionar algunos.
FRENTE AL ESCENARIO montado en la escalinata que conduce al atrio de la parroquia, el público se arremolinaba demandando otra ante la inminente despedida del Quinteto Mocambo, pero le tocaba turno a los del Son de Manigua, un colectivo que viene de ser grupo de aficionados, tocando en peñas y cafetines de Xalapa, a uno profesional, que se ha comprometido en interpretar la música bailable cubana con autenticidad y sabrosura.
LOS DE MANIGUA son los encargados de mantener la temperatura calientita. Hay seriedad en sus propuestas y mucha jiribilla en sus desarrollos, aunque les falta cierta vena sonera. La gente se encandila con ellos, pero no tanto como lo hicieran con los del Mocambo. Eso hace que se dé un poco de nerviosismo que obliga a no responder con enjundia. Poco antes del concierto, al finalizar la prueba de sonido, se manifestaban seguros de "acabar", pero la escena se impuso y, aun cuando no lograron la promesa hecha, dejaron buen sabor de boca.
LOS QUE SI llegaron a matar fueron los veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo que, tras su exitosa presentación en el Festival Internacional Benny Moré, realizado hace un mes en Cuba, donde dejaron muestras de como en Veracruz se mantiene viva la llama del son, se presentaron con una selección de temas extraídos de sus cinco grabaciones de larga duración.
LOS VERACRUZANISIMOS PREGONEROS del Recuerdo, que nacieron hace 46 años gracias a la iniciativa de don Carlos Pitalúa, se han carcaterizado por mantener un estilo ya extinto en el quehacer sonero: una instrumentación que incluye el dueto de clarinete y trompeta con sordina en la parte melódica, la inclusión de la guitarra sexta como acompañamiento armónico-melódico, los temas cantados a dos voces y una sección rítmica compuesta por bongó, congas y timbales, con lo que han logrado establecer un sonido y un sabor muy veracruzano, muy porteño que encandiló a la muchedumbre al grado de no dejarlos bajar del escenario hasta no ver cumplidas sus peticiones.
SOLO FALTABA SU majestad el danzón y quien mejor para interpretarlo que la Danzonera Tres Generaciones. Una especie de archivo ambulante ya que es depositaria del Centro Nacional de Investigación y Difusión del Danzón, que encabeza el joven Miguel Angel Zamudio Abdala, quien ha rescatado un repertorio de danzones inéditos y/o extraviados en el tiempo cuya parte medular fue expuesta, en música y baile, ya casi para el amanecer ante un público terco en domar las baldosas de las empinadas callejuelas. Y es que, bueno, Veracruz llegó a ponerle el cascabel al Cervantino a grado tal, como dijeran sus alegres asistentes, que sólo faltó un brazo de mar y unas cuantas palmeras para sentirse en el puerto.
EN EFECTO, ESTE fin de semana en Guanajuato, al igual que el anterior, fue jarocho. La gente bailó y se contoneó de lo lindo al son del corazón veracruzano.