MARTES Ť 23 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Dudas y rechazo a justificar una nueva guerra, expresión más notable en diversos sectores

Aun sin consenso nacional, crece el debate social en EU sobre el movimiento pacifista

Ť El activismo de paz tradicional, desarticulado y reducido: analista de asuntos militares

JIM CASON Y DAVID BROOKS/ II Y ULTIMA CORRESPONSALES

Nueva York y Washington, 22 de octubre. Los ataques del 11 de septiembre provocaron un debate social sobre la guerra, la paz, la justicia y el lugar de Estados Unidos en el mundo, que continúa en las calles, hogares, oficinas, fábricas, escuelas, iglesias y otros sitios donde se reúne este pueblo.

Este debate evoluciona más allá de los circuitos donde se mueven los que se dedican a estos temas; más allá del movimiento de paz y los activistas políticos, hecho que para algunos representa el potencial para integrar un amplio movimiento opositor a las políticas de guerra y control.

Es incipiente y no se puede, ni se debe a estas alturas, comparar con la movilización social contra la guerra en Vietnam que contribuyó al fin de ese conflicto, pero es cierto que el debate sobre la paz y la guerra ya ha llegado a millones de personas, cuya mayoría no se identifican como parte de un movimiento "progresista".

Amber Amundson, viuda de un oficial muerto en el ataque contra el Pentágono el 11 de septiembre, ya no aguantaba la reacción de venganza de la cúpula política y decidió escribir una carta abierta a los líderes de Estados Unidos. En ella describe su horror ante los hechos y la muerte de su marido y padre de sus dos hijos. "He escuchado la retórica de ira de algunos estadunidenses, incluyendo muchos de nuestros líderes nacionales, quienes aconsejan una dosis pesada de venganza y castigo. A esos líderes, quisiera que les quede claro que a mi familia y a mí no nos consuelan sus palabras de furia. Si optan por responder a esta brutalidad incomprensible propagando violencia contra otros seres humanos inocentes, no lo podrán hacer en nombre de justicia para mi marido."

Este tipo de expresiones también se escuchan ahora a nivel nacional, a través del foro más poderoso: la televisión comercial. El programa más exitoso de entrevistas y plática, Oprah, que llega a casi 20 millones de televidentes, ofreció un foro notable por enfocarse en la pregunta de si una guerra era la mejor respuesta. Entre comentarios de reverendos, figuras como Henry Kissinger y Jeanne Kirkpatrick, también estuvieron los de otra viuda por los ataques del 11 de septiembre, cuyo marido trabajaba en una de las Torres Gemelas del World Trade Center, Judy Keane.

Represalia no es la vía

Ella leyó una carta que le envió al presidente Bush: "Los sucesos recientes han abrumado a este país con emociones de ira y frustración. La represalia contra otro país no es la respuesta. No podemos ser responsables del sufrimiento de familias inocentes en Estados Unios y en el extranjero", escribió.

Stanley Havermas, otro participante en el programa y considerado el teólogo cristiano más influyente del país, dijo: "los estadunidenses tendrán más dificultades para perdonar a esta gente por lo que hicieron, no porque mataron gente, sino porque han desafiado algunas de las ilusiones básicas que tenemos acerca de nuestras vidas: eso es, que nuestras vidas son seguras. No creo que la seguridad pueda ser lograda por medios militares. Creo que responder con la fuerza es la peor cosa que podamos hacer".

Uno de los dramas más exitosos y premiados de la televisión comercial, The West Wing, cuya trama es sobre un presidente y su equipo, comenzó su temporada con un programa dedicado a la crisis. La Casa Blanca está en alerta y se cierra todo acceso. Quedan varados adentro unos preparatorianos de visita en la sede del poder Ejecutivo. Asesores presidenciales, la primera dama y hasta el presidente acuden a la cafetería donde esperan los estudiantes, y ahí comienza un diálogo con base en las preguntas de los estudiantes sobre el terrorismo y las respuestas. Las preguntas reflejan el debate real en las calles de este país. En un momento, un asesor presidencial responde así: "los extremistas islámicos son al Islam lo que el Ku Klux Klan es al cristianismo".

Estos programas, juntos, llegan a más de 35 millones de hogares. Y sus tramas demuestran que no hay un consenso nacional, que sí existe un debate público sin precedente, y que hay más preguntas de lo que la retórica de la cúpula política admite.

Reto a las ilusiones

Para Berrigan, lo ocurrido el 11 de septiembre rompió "la ilusión entre los estadunidenses de que los efectos de las guerras siempre estaban en otros lugares.... Es un efecto de la globalización... la globalización de todos los problemas y, por lo tanto, de todas las soluciones".

El activista, famoso por quemar las cartas de reclutamiento durante la guerra de Vietnam, prisionero político en varias ocasiones y héroe del movimiento pacifista, convocó a los participantes del nuevo movimiento de paz a "construir de los escombros las Torres Gemelas de la paz y la justicia en el mundo".

Para los "nuevos" activistas, los jóvenes, esta coyuntura ha despertado una nueva realidad: la relación directa entre lo que han atestiguado y su relación con el resto del mundo. "Como estadunidenses, ahora sabemos qué se siente ser atacados, ver morir gente en represalia por algo con lo que no tiene nada que ver . Tenemos que detener el ciclo de odio, violencia y venganza", afirmó la estudiante Una Osato, de la Wesleyan University.

Algunos han pedido que su dolor ante los hechos no sea utilizado como justificación para una nueva guerra. Otros han buscado cómo incorporar lo ocurrido a sus criticas a la política exterior de Estados Unidos, tratando de usar la coyuntura para educar al público sobre las consecuencias de la misma en el Tercer Mundo, y particularmente en Medio Oriente.

Otros advierten de las implicaciones domésticas de las políticas propuestas para enfrentar el "terrorismo" sobre los derechos y libertades civiles. Otros argumentan que no se deberían interpretar los ataques del 11 de septiembre como un acto de guerra, sino más bien un crimen internacional, por lo que no se justifica una respuesta bélica.

Se han integrado coaliciones de diversos grupos en varias ciudades, redes estudiantiles a nivel nacional. Los partidos políticos marginales de izquierda también han convocado marchas a veces en competencia directa con otras coaliciones, a veces sumándose a ellas. Y la diversidad de organizaciones y agrupaciones que forman las filas del creciente movimiento contra la globalización empresarial también buscan cómo sumarse a esta oposición, y al mismo tiempo evalúan y debaten qué tiene que ver esta "nueva guerra" con la injusticia económica y social, el medio ambiente, la defensa del consumidor, y la lucha contra empresas multinacionales que habían formado su agenda desde Seattle.

Pero todavía no hay consenso sobre el cual construir un amplio movimiento opositor a la política bélica de Estados Unidos. En parte es que el movimiento de paz tradicional está desarticulado y reducido, erosión que ha sufrido desde el fin de la guerra fría, y aún no encuentra "su voz" en esta coyuntura, señala William Hartung, analista de asuntos militares del World Policy Institute y participante en algunos de los eventos contra la guerra.

Dice que todavía se debe encontrar el consenso entre los diversos actores progresistas que están respondiendo a esta crisis, desde el sector religioso, a los defensores de derechos civiles y humanos, a la izquierda política antimperialista, los estudiantes, y la amplia gama de grupos que han respondido al movimiento contra la globalización empresarial.

Sin embargo, Hartung cree que la idea proyectada por las encuestas de que Bush cuenta con una abrumadora mayoría a favor de su manejo de esta crisis no es precisa, ya que en respuesta a preguntas más detalladas -como si uno favorece una guerra que podría implicar muchas bajas civiles, o que dure mucho tiempo- la respuesta es mixta. De hecho, esto es tal vez lo más notable en esta coyuntura estadunidense: la expresión de la opinión pública de dudas y de renuencia de ver más inocentes muertos.

Evolución de la disidencia

Hartung señaló a La Jornada que la oposición popular puede crecer bastante rápido, y volverse lo suficientemente grande y vocal como para provocar la represión de la disidencia por parte del gobierno y las autoridades, lo cual suele suceder cuando esta oposición se hace lo suficientemente visible para tener impacto en la política bélica.

Pero si esta oposición evoluciona, tiene el potencial de ser algo mucho más amplio que los movimientos antibélicos recientes, ya que la participación de una gama tan extensa de voces incorporaría una agenda política sin precedente. En las marchas, las mantas multicolor, los tambores, las canciones, ya exhiben es esta posibilidad: junto al cartel que reza "alto a la violencia" está una manta que dice que "en los esfuerzos por la justicia social, todos nos unimos". Otras demandas son el rechazo a la discriminación étnica y racial dentro y fuera del país, y otras insisten en que no hay solución contra la violencia si no se resuelve la injusticia económica mundial.

No cabe duda de que cuando un país es víctima de un ataque en su propio territorio, la dinámica política cambia de forma contundente, tanto a nivel de la cúpula, como social. Es esta novedosa realidad la que enfrentan las corrientes progresistas de este país. De su respuesta depende la evolución de esta crisis política tanto dentro de Estados Unidos como sus repercusiones en el ámbito internacional, y tal vez hasta el propio destino del mundo. De su respuesta también dependen, hoy, la vida o muerte de otro niño más.

Entre tantas citas de Martin Luther King que ahora circulan por las filas de lo que podría ser un nuevo movimiento de paz está lo siguiente: "La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; sólo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio; sólo el amor puede hacerlo. El odio multiplica el odio, la violencia multiplica la violencia, y la dureza multiplica la dureza en una espiral descendiente de destrucción. La reacción en cadena del mal -el odio engendrando al odio, guerras produciendo más guerras- debe ser interrumpida, o nos hundiremos en el abismo oscuro de la aniquilación".