SABADO Ť 27 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Alarmantes, los indicadores estadunidenses: The Economist

La economía global, rumbo a la mayor recesión desde los años 30

Ť Crisis encaminada desde antes de los ataques, dicen analistas Ť Trabajadores resienten los costos; más de 200 mil, sin empleo

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 26 de octubre. Una fila de más de dos cuadras de largo rodeó Madison Square Garden cuando, por segunda ocasión en las últimas tres semanas, unas 10 mil personas acudieron a una "feria de empleo" organizada en Nueva York como parte de los esfuerzos de recuperación después del ataque del 11 de septiembre.

"Es claro que nuestra economía ha sido golpeada. Hay ondas de choque enviadas a través de todas partes de la tela económica de la nación", declaró hoy el presidente George W. Bush en una reunión con líderes empresariales en la Casa Blanca. El mandatario instó al Congreso a aprobar de inmediato un paquete de estímulo económico para promover una recuperación de la economía.

Pero los desempleados de Nueva York que esperaron horas para ver si conseguían que una empresa les ofreciera chamba en la "feria", no son exclusivamente víctimas del ataque contra el World Trade Center y sus consecuencias, sino de una crisis económica nacional e internacional que podría ser la peor desde los años 30 y que no es culpa de ningún "terrorista".

Y el paquete de estímulo económico considerado por el Congreso beneficiará casi exclusivamente a las empresas y a las capas ricas del país, dejando a la mayoría de los desempleados por el atentado contra las Torres Gemelas, igual que a tantos otros que son víctimas de una recesión ya encaminada, afirmaron varios críticos.

Con la atención enfocada en los bombardeos contra Afganistán y el ataque de ántrax en este país, tal vez se ha ocultado un poco el asunto que impactará más vidas en todo el mundo, incluso en términos de vida y muerte, que la "nueva guerra": el desplome económico de Estados Unidos y sus consecuencias en todo el planeta.

200 mil ceses desde el 11 de septiembre

Aunque se señala que desde el 11 de septiembre las empresas estadunidenses han anunciado más de 200 mil ceses de empleos, que afectan principalmente a los sectores de aviación, hoteles, restaurantes y otros ligados al turismo (lo que es un impacto descomunal entre los trabajadores inmigrantes que suelen emplearse en esos sectores de servicio), el ataque no provocó lo que ahora ya se define como una recesión.

attacks_trade_center_jobsEn los primeros ocho meses de 2001, casi medio millón más de trabajadores se registraron como desempleados que en el mismo periodo del ano anterior, señala Betsy Leondar-Wright a Fair Economy. Según la revista The Economist la mayoría de los analistas económicos acuerdan que una recesión ya estaba encaminada antes del 11 de septiembre.

Hace un año, la mayoría de los economistas pronosticaba un crecimiento del 3.5 por ciento en 2001; a principios de este año advirtieron de una desaceleración modesta, y hasta principios de septiembre, todavía descartaban la presencia de una recesión. Este viernes, el secretario del Tesoro, Paul O'Neal, declaró que la economía está debilitada, pero pronosticó el despegue de una recuperación económica para principios del próximo año.

Pero The Economist pregunta, ¿por qué se debería de creer a esta misma gente que se equivocó durante el curso del último año sobre el desempeño económico, cuando dicen ahora que esta será una recesión moderada y de corto plazo? La prestigiada revista internacional advierte que por las dimensiones de la "burbuja" de inversión y crédito de fines de los 90 junto con el carácter inusualmente "sincronizado" del desplome económico a nivel global, "es posible que la economía mundial en su totalidad podría estar por sufrir su desplome más profundo desde los años 30".

Algunos de los indicadores estadunidenses son alarmantes: empresas con un total de 170 mil millones de dólares en pasivos se declararon en bancarrota en los primeros nueves meses de este año, estableciendo un récord (el previo era de empresas con un total de 93 mil millones establecido el año pasado).

No todas han sido empresas medianas o pequeñas, ya que hasta la fecha se han registrado algunas con pasivos (cada una) de más de mil millones de dólares, entre ellas nombres muy conocidos como Polaroid y Bethlehem Steel, mientras que el presidente de United Airlines, la segunda empresa de aviación más grande del país, advirtió que su firma podría cesar operaciones el próximo año entrante si no hay un cambio económico.

La producción industrial estadunidense se ha desplomado durante los últimos 12 meses, la tendencia sin interrupción más larga en este rubro desde 1945; las ventas al menudeo también cayeron, y la confianza del consumidor continua deteriorándose; las ganancias empresariales durante los últimos cuatro trimestres, como promedio, se han desplomado un 30 por ciento, la baja más notable desde los años treinta, y el uso de la capacidad industrial llegó a solo el 75.5 por ciento en septiembre, su nivel más bajo desde 1983.

Las consecuencias de este desplome a nivel internacional también son preocupantes, ya que regiones clave de Asia y América Latina padecen un desplome económico. "Aun con una recesión moderada en Estados Unidos, ésta aún podría resultar ser la recesión mundial más severa desde los anos 30", concluye una nota en The Economist.

El gobierno de Bush y el liderazgo del Congreso afirman estar enfrentando dos desafíos al mismo tiempo: la lucha contra el terrorismo, y la recuperación económica. En este país, donde todos dicen estar "unidos" en la lucha contra el nuevo enemigo, el "terrorismo", y el patriotismo está de moda, parece que los costos de la crisis económica no serán compartidos igualmente; más bien, los ricos podrán beneficiarse hasta más y todos los demás pagarán la cuenta en más impuestos, menos empleos y más pobreza.

 Según el ex secretario de Trabajo y economista Robert Reich, el costo en fondos públicos de la guerra contra el terrorismo desde el 11 de septiembre se calcula en 40 mil millones de dólares, sólo para este año. Esto incluye, apunta Reich, por lo menos 20 mil millones más para el gasto militar, siete mil millones para recuperación y asistencia a Nueva York y al Pentágono, tres mil millones para la lucha contra el bioterrorismo, dos mil millones para más seguridad de la infraestructura federal, y 600 millones para seguridad en aeropuertos y aeronaves.

Estímulos para los ricos

Aunque esto es un enorme monto, opina Reich, sólo representa menos de 1 por ciento de producto nacional anual, y dice que para promover la economía, el gobierno deberá hacer mucho más. Hasta la fecha, las propuestas de un paquete de estímulo económico, todas con base de una reducción de impuestos y de rescates financieros de empresas, no lograrán reanimar la economía, ya que casi todos los beneficiados de este "estímulo" serán los más ricos.

"Entonces ¿quién va a pagar? Los estadunidenses de ingresos medios y bajos", responde Reich.

Los que están pagando de inmediato son los trabajadores. Como señala John Sweeney, presidente de la central obrera AFL-CIO en un artículo publicado en el Washington Post, a pesar de todo el reconocimiento a los trabajadores que ayudaron en el rescate tras los ataques del 11 de septiembre, "la dolorosa ironía es que el homenaje que nuestro país les rinde son sólo palabras. Mientras se les canta elogios a los trabajadores, el Congreso está procediendo a cortarles sus salvavidas".

Sweeney afirma que las primeras víctimas del ataque terrorista fueron los trabajadores en el World Trade Center y en el Pentágono, en los aviones, y ahora en las oficinas de correos.

Con todo, agrega, el gobierno respondió a la tragedia con un paquete de rescate financiero a las aerolíneas de 15 mil millones, y ofreció "exactamente nada" para los trabajadores de éstas. Ahora el gobierno prepara un apoyo al sector de las empresas de seguros, y les ofrecerá el paquete de estímulo fiscal con casi nada para fondos de desempleo y otros apoyos para los trabajadores. "Para las familias de los héroes de la clase trabajadora de America, los elogios por sí solos no pagarán la renta. Y tampoco rescatarán a la economía de nuestra nación", concluyó Sweeney.

El auge de los 90 no benefició a todos de manera igual. Según cifras de United for a Fair Economy, sólo 3.6 por ciento del ingreso nacional se destinó a la quinta parte más pobre entre los hogares del país, las tres quintas partes del medio obtuvieron 46.8 por ciento, y la quinta parte más rica de los hogares recibió 49.7 por ciento del ingreso nacional. Así, Leondar-Wright señala: "la creciente desigualdad de ingreso durante el auge deja a los trabajadores pobres especialmente vulnerables durante una recesión".

Pero aquí, lo que está ocurriendo podría ser aun peor si se ignoran las necesidades de las capas más vulnerables en esta coyuntura. "El acaparamiento en tiempo de guerra es una de las formas más viejas de ganar mucho dinero", recordó el analista económico Kevin Phillips en una comentario a la radio nacional NPR. En varios conflictos anteriores, señaló, esta práctica fue tan criticada que el gobierno le impuso límites y mecanismos para enfrentarlo. Ahora, en esta nueva guerra, parece que eso ya no es una práctica rechazada. "El patriotismo no compensado es sólo para los bomberos, los policías y los choferes de ambulancia", afirmó Phillips al señalar que el paquete de estímulo económico promovido por el Congreso y el presidente sólo beneficia a los ricos y a las empresas, y deja un poco para los trabajadores como "camuflaje".

Concluye: "la única solución es una protesta pública con miles de dedos apuntando (a los políticos) gritando ¡vergüenza!".