Luis González Souza
Digna Ochoa, ¿digno México?
Luchadores vivos, y no mártires, es lo que necesita México, que será digno o no será. Sin embargo, los guardianes del viejo régimen -foxianos y priístas rematrimoniados- insisten en que México tenga mártires; la más reciente, Digna Ochoa, artera y cobardemente asesinada el 19 de octubre. Entonces nuestra lucha inmediata consistirá en acrecentar el legado, la siembra y los frutos de cada luchador neciamente convertido en mártir por los defensores de lo viejo. Ni un asesinato político más, y en su defecto, ni un caso más de impunidad ni de esterilidad: eso será, según lo imaginamos, la divisa de muchas y crecientes luchas en los próximos años.
Hasta hace poco pensábamos que el tramo final de la transición a la democracia -un tramo especialmente difícil e incierto- había comenzado con la alternancia electoral de julio de 2000. Como siempre, la realidad resultó más sorprendente. Por eso, al "nuevo" gobierno de Fox no otorgamos el entonces muy cacareado "beneficio de la duda" (de dudas ingenuas y beneficios ponzoñosos está empedrada la más negra historia de los gobiernos priístas que hicieron cera y pabilo de la Revolución mexicana durante más de setenta años). Todo lo que otorgamos a Fox y sus acólitos fue el "beneficio de la lucha". Sabíamos, o intuíamos, que sin más y mejores luchas por parte de toda la sociedad, y ya no sólo de los indígenas zapatistas, el vanagloriado "gobierno de la transición" fácilmente podría trocarse en un desbocado gobierno hacia la "perdición" total del país.
Todo indica que los ciudadanos no hemos luchado más y mejor. Ejemplo límite: en cuanto los zapatistas regresaron a sus tierras, después de su histórica marcha por 12 entidades del país, los demás nos fuimos a nuestras casas y ni siquiera fuimos capaces de plantarnos en el Congreso de la (des)Unión hasta garantizar que tal marcha fructificara en lo más elemental: el cabal cumplimiento de los acuerdos de San Andrés. En consecuencia, ahí mismo, con el fiasco de "ley indígena" aprobada con la complicidad más o menos disimulada de seudolegisladores y el Poder "Ejecutor" (más que "Ejecutivo"), terminó de descarrilarse la de por sí tortuosa transición de México a la democracia.
Atropellada (¡una vez más!) la dignidad de los mexicanos más primeros, lo demás ha sido "pan comido". Con un simple desplante discursivo, la dignidad soberana de toda la nación quedó en añicos: México ?el eterno pacifista? brinda "un apoyo incondicional e infinito (hasta el final)" a EU, el guerrerista de siempre; y, para colmo, un apoyo para la guerra que ya se está probando como la más terrorista de todas las guerras. Eso sí, un Fox prendido a las enaguas de quien carga la bandera de marras: "guerra contra el terrorismo" (Bush Jr. dixit, Fox y Castañeda redixit).
Así, la transición aceleró su descarrilamiento de la manera más grosera: encuerándose por completo ante EU, perdiendo no sólo el rumbo (democracia), sino hasta el vestido (soberanía).
Por si quedaban dudas, la puntilla a la transición vino con el asesinato de Digna Ochoa, una de las luchadoras más limpias, humildes y verticales en la causa de los derechos humanos. Primero el atropellamiento de la dignidad indígena, luego el de la dignidad soberana del país, ahora el de la luchadora Digna: tal parece ser el tamaño del desencuentro o de la fobia contra la dignidad que carcome al ¿nuevo? gobierno ¿de México? Su responsabilidad es ineludible. Aun si el asesinato de Digna es una provocación surgida de las cañerías del viejo régimen, operadas por los priístas más cavernícolas y resentidos, el gobierno de Fox no pudo o no quiso acabar con ellos. Muy por el contrario, pronto se volcó a condescender y hasta a pactar con ellos (elecciones en Tabasco... ley antindígena, reforma fiscal y lo que se siga acumulando). El hecho es que las cañerías del sistema siguen ahí, acaso sólo añadiendo el blanquiazul al tricolor tradicional. Y el hecho es que Digna Ochoa ya no está con nosotros, los empeñados en un mundo justo y digno para todos, comenzando con un Chiapas y un México también dignos, luego en paz firme y duradera.
Pero algo hemos aprendido en este larguísimo primer año del México DF (Después de Fox), el año de la transición por completo descarrilada. El espíritu combativo de Digna siempre estará con nosotros, mas nosotros mismos, la ciudadanía, tendremos que garantizar que así será. Para ello, al día siguiente de su muerte (sólo biológica) propusimos a nombre de Causa Ciudadana lo que hasta ayer se publicó en El Correo Ilustrado: la creación y el otorgamiento de la Medalla Digna Ochoa al Valor y la Dignidad Ciudadanos.
Más detalles, aún vigentes, pueden verse en El Correo Ilustrado de ayer viernes 26. No tiene caso repetir aquí esos detalles, pero sí llamar a enriquecerlos con los aportes de todos los ciudadanos y organizaciones que aprecien el valor de Digna y añoren un México en verdad digno..