MIERCOLES Ť 31 Ť OCTUBRE Ť 2001
 
Ť La Guardia Nacional y aviones F-16 y AWACS vigilan la Gran Manzana

Se ha convertido la paranoia en algo normal en la ciudad de Nueva York

Ť Impresionante dispositivo de seguridad por la presencia de Bush en la Serie Mundial de Beisbol

DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES

Nueva York y Washington, 30 de octubre. Nueva York amaneció con paranoia, o sea "normal". Esta noche el presidente George W. Bush asistió a la Serie Mundial de Beisbol en el estadio de los Yanquis, mientras que el jugador más famoso del basquetbol, Michael Jordan, celebró su primer partido después de casi cinco años de ausencia.

El espectáculo es algo "normal" en Nueva York, pero esta vez nada lo es. Esta mañana, por primera vez, las tropas de la Guardia Nacional que patrullan la ciudad fueron armadas, un equipo militar especializado para enfrentar armas biológicas fue colocado en el estadio de los Yanquis y cazas F-16 junto con aviones de radar AWACS patrullaron los cielos de la Gran Manzana.

Pocas horas después de que el gobierno informara que hay una alerta máxima por un posible nue-vo ataque terrorista en los próximos días, la ciudad se encontró con la noticia del primer caso de ántrax pulmonar ?el tipo más peligroso? en esta urbe.

Estas noticias fueron acompañadas por otras en este frente de la "guerra": El vicepresidente Dick Cheney está nuevamente en "re-clusión" en un lugar secreto, debido a la nueva alerta por un próximo ataque; la Suprema Corte se convirtió ya en la última de las tres ramas del gobierno federal en ser desalojada de su sede por el "ataque contra América" y más oficinas de correos son cerradas para examinar esporas de ántrax.

Los nuevos casos de ántrax en Nueva York y Nueva Jersey son los primeros en que personas que no trabajan en una oficina de co-rreos, del gobierno o de un medio de comunicación se han infectado con el bacilo letal. Esto alarma a las autoridades por la posibilidad de que el contagio haya llegado ahora a hogares y hospitales.

Y lleva a la posibilidad de que algunas cartas procesadas en centros postales hayan contaminado otras. O sea, ahora la preocupación es que el correo normal enviado a la casa de cualquier neoyorquino puede estar contaminado.

Llaman políticos a la calma

El total de contagiados ahora es de seis que padecen ántrax cutáneo, 10 ántrax inhalado y tres han muerto por el bacilo; sólo uno que ha padecido ántrax inhalado ha salido vivo de un hospital.

Pero no hay por qué alarmarse, insisten los políticos (y sus esposas). El zar antiterrorista, Tom Rid-ge, afirmó nuevamente que la "alerta" anunciada no debiera im-pedir a los estadunidenses realizar sus "vidas normales", y la primera dama, Laura Bush, recomendó a los padres de familia decirles a sus hijos que están "seguros".

El gobierno no sabe dónde, cuándo y cómo se podría manifestar el próximo y potencial ataque, lo que deja a todo mundo en un tipo de limbo existencial: "Existo porque estoy espantado", o tal vez "estoy espantado porque existo", podrían ser las nuevas formulaciones filosóficas.
world_series_bush_j1v
Mientras tanto, en las primarias públicas el Pledge of Allegiance, el juramento a la bandera, ha sido colocado en todas las aulas. A ve-ces, se nos informa, las escuelas lo hacen escuchar a sus alumnos a través de altavoces colocados en cada esquina del plantel.

Ahora la Junta de Educación Pú-blica de Nueva York giró órdenes para que todas las escuelas obliguen a sus estudiantes y maestros a declamar el juramento (y no to-dos están cumpliendo la orden).

La marea de la paranoia sube y baja, pero hay "circo" con que distraerse un rato (se agradece).

No uno sino dos grandes espectáculos están programados para esta noche en la Gran Manzana: el regreso de Michael Jordan al basquetbol con su equipo los Wi-zards de Washington, que enfrentan a los Knicks de Nueva York en el Madison Square Garden, y el tercer partido de la Serie Mundial entre los Yanquis y los Diamondbacks en el Yankee Stadium.

Pero hasta esto no se escapa, o no deja escaparse, de la paranoia. Ambos espectáculos son una po-tencial pesadilla para la seguridad pública, ya que se prestan para ser considerados como "blancos" de oportunidad para algún ataque.

La arena de deportes y espectáculos Madison Square Garden es-tará a reventar, igual que el Yankee Stadium, donde, para colmo, está programada la presencia del presidente George W. Bush.

Las medidas de seguridad serán intensas. Mochila, bolsa o cualquier artículo de ese tipo está pro-hibido, y habrá largas colas para revisar a cada persona que desea disfrutar de un poco de alivio de la presión del mundo afuera.

Disfraces, maratón y tensión

Pero no será todo en esta semana de alerta antiterrorista en Nueva York. El miércoles próximo se ce-lebrará el famoso desfile de halloween por el Greenwich Village, que atrae a decenas de miles de espectadores y participantes (aún no se sabe cuántos Osama Bin La-den se atreverán a marchar, pero sí se espera todo tipo de disfraces patrióticos, aunque se ignora si es para demostrar patriotismo o disfrazarse como tal).

Y el domingo se celebrará el maratón de Nueva York, carrera que atraviesa toda la ciudad y en la que unos 30 mil competidores más cientos de miles de espectadores participarán.

La policía estará en todas partes, uniformada y clandestina, junto con personal de emergencias "am-bientales", y perros especializados en detección de bombas y otros peligros. Tanto circo, pero poco pan de calma.

Por su parte, el procurador general John Ashcroft invitó a los estadunidenses a reportar a las autoridades cualquier hecho o comportamiento inusual y sospechoso, y Bush ha declarado que cualquier ciudadano es un "soldado" en la lucha contra el "terrorismo".

Y uno se siente viviendo una de las descripciones de existencia en los peores países del bloque soviético y en los peores momentos de Stalin; cada ciudadano es convertido en agente y tiene el deber de sospechar de sus vecinos.

¿Qué implica ser un guerrero en el homeland?, fue el tema de charla esta tarde de un programa de televisión. Nadie sabe, más allá de poner una bandera, hacerle un ju-ramento diario e irse de shopping como acto patriótico.

Una estudiante de preparatoria cuenta que visitó un mall con una amiga en Brooklyn. Al ponerse en la fila para pagar en una caja, al tipo de adelante le faltaban tres dólares para pagar su cuenta, y estaba demorando a todos.

La joven se desesperó y le ofreció los tres dólares. Poco después, el hombre la encontró en el mall, y le agradeció el gesto: "Me hiciste un favor y te lo quiero devolver; asegúrate de no estar en este mall en dos semanas", dijo y se fue.

La joven, preocupada, acudió a la policía para informar de lo ocurrido. Fue llevada a una delegación donde le hicieron examinar fotos de "sospechosos de terrorismo", e identificó al hombre.

Como este ejemplo hay decenas. Los trenes del metro siguen deteniéndose, a veces por horas, cuando alguien descubre un "polvo sospechoso" o alerta a la policía de algún tipo que se está comportando de manera amenazante.

Ante esto, una nueva encuesta del New York Times-CBS News registró que sólo 18 por ciento de la población confía en que el gobierno los podrá defender de un próximo ataque terrorista, nivel que se ha desplomado del 35 por ciento registrado hace un mes. Sin embargo, más de la mitad confía en cierta medida que serán protegidos.

El temor conquista al país

Pero una mayoría está segura de que habrá otro ataque contra Estados Unidos en los próximos me-ses. Y los rumores siguen alimentando el miedo.

Alguien dijo que el halloween que se celebrará este miércoles será el día en que se lanzarán los nuevos ataques; otra dice que un novio que desapareció después del 11 de septiembre le advirtió no subirse en un avión en determinada fecha; que aguas con visitar Londres en cierta fecha.

Todo esto nutre un temor colectivo ante una amenaza sin nombre, origen, método conocido, un temor ante lo desconocido, tal vez el peor temor posible, por no tener comienzo o fin.

Por fin hay noticias que calman los nervios: las malas, 21 vacas murieron por ántrax natural en California; las buenas, el caso no está vinculado con el terrorismo.

No se sabe si esas vacas tenían miedo, pero está claro que mu-chos en esta ciudad siguen la su-gerencia de los líderes políticos para vivir después del 11 de septiembre: la paranoia se ha convertido en algo "normal".
 
 

EEUU-SONDEOS OK