ITACATE
Marco Buenrostro y Cristina Barros
Ofrenda universitaria
EN ESTOS DIAS ha sido patente el interés de amplios sectores de la población por continuar con una tradición que nos es tan cercana como la ofrenda de Muertos. En la ciudad de México pareció haber una necesidad colectiva de afirmación de lo propio. En las casas, en las escuelas, en los sitios públicos, pudimos ver reflejadas distintas visiones respecto de lo que significa esta celebración.
POR CUARTA VEZ, la UNAM ha hecho una convocatoria amplia para la colocación de ofrendas, estableciéndose así un Festival Estudiantil de Día de Muertos. El hecho de que nuestra universidad cumpliera 450 años, propició que este cuarto festival tuviera mayor resonancia.
UNO DE LOS elementos siempre presentes en la ofrenda es la comida. La sal y el agua son indispensables; también suelen encontrarse el pan, la fruta, los dulces, los tamales, y platillos y bebidas que varían en cada región.
EL MAIZ TUVO en estas ofrendas, un lugar especial. Las semillas fueron colocadas en cazuelas; también se utilizaron en distintas propuestas plásticas, como elemento gráfico, al formar con granos de los distintos colores (amarillo, negro, rojo), huellas de pies y manos. Estuvieron presentes con otras semillas y elementos como el aserrín coloreado, en interesantes mosaicos que recordaban los arcos de las fiestas patronales. Y desde luego hubo maíz en los tradicionales tamales y tortillas.
LAS HOJAS DE la mazorca sirvieron como adorno en velas y veladoras; con ellas se elaboraron también figuras humanas que formaron parte de algunas ofrendas. Llamaba la atención por su concepción plástica, una gran mazorca cuyos granos eran calaveras; reunía elementos prehispánicos con materiales y diseño contemporáneos. La presencia de lo prehispánico fue, por cierto, una constante.
ENTRE LOS DULCES, las calaveras de azúcar fueron usadas con originalidad, utilizando a veces su decoración tradicional; otras, transformándolas al sobredorarlas, por ejemplo.
EN EL CONJUNTO de las decenas de ofrendas ubicadas en el espacio central del campus y en la Facultad de Arquitectura, que reunió a escuelas particulares incorporadas, a los planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades y de la Preparatoria, a escuelas y facultades, no se cumplió con un requisito simplemente formal; fue gratificante comprobar que los jóvenes expresaron parte de su más profundos antecedentes culturales, recreándolos y haciendo nuevas propuestas.
Agua de ciruela
SE LAVA UN cuarto de kilo de ciruelas de hueso grande, propias de esta temporada, y se ponen en la licuadora con dos tazas de agua. Se muelen sólo por unos segundos, pues hay que lograr que las aspas choquen lo menos posible con los huesos, y se desprenda la carne y la cáscara para que se licúen. Se cuela y, si se desea, se agrega un poco más de agua y azúcar. Se sirve fría. (Agradecemos a Marco Cruz López esta receta)