Ť La artista exhibe retrospectiva en la Casa del Tiempo de la UAM
México es un país con un ''efecto especial para los pintores'', expresa Eliana Menassé
Ť En 1960 abandonó su estilo expresionista y emprendió la recreación de sus vivencias
MERRY MAC MASTERS
A sus 71 años, Eliana Menassé señala que siempre ha pintado y sólo una vez lo dejó de hacer durante ''casi un año'' porque ''no me reconocían lo que hacía; eso me parecía muy ajeno y me asustó un poco''. Cuando retomó su actividad pictórica, aclara, hubo un ''rompimiento involuntario'' con su anterior estilo expresionista. Precisa: ''Eso ocurrió en 1960. No pude trabajar. Pero después, cuando empecé a pintar la vivencia de ese tiempo, disfrazada en términos plásticos, salió muy diferente, hasta amable. Incluso, fue la única exposición que se vendió completa en la galería (del Instituto Francés de América Latina)''.
En
la actualidad, Menassé presenta una retrospectiva de su producción
que concluirá el 14 de diciembre en la Casa del Tiempo, de la Universidad
Autónoma Metropolitana. Apunta, no obstante, que de su primera exposición
en la Galería Tusó, en 1958, muestra impulsada por la crítica
Margarita Nelkin, lo único que queda son dos pequeños crayones
con tinta.
Por el hecho de haber estudiado en el Colegio Americano, Menassé no pudo ingresar a la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Entonces, se fue un año a la Universidad de Texas, donde tenían ''muy buenos métodos para enseñar la teoría del color y la composición''. En cuanto pudo regresó a México, pues considera que este país tiene un ''efecto muy especial para los pintores''.
Parcialidad de los críticos de arte
De vuelta aquí, estudió con Rafael Anzures -ya había estado en el taller particular de Angela Saavedra-, una experiencia que califica de buena por disciplinaria: ''Me quitó las ideas de que el pintor es temperamental y que tira el cuadro. Me enseñó que se trabaja, se corrige y se llega hasta donde uno puede con el cuadro. No de que esto no sirve y vámonos a otra cosa''.
Esa disciplina, no obstante, la ha metido en problemas. En 1989 cuando expuso en el Museo del Palacio de Bellas Artes, al ver su obra colgada hubo detalles que no le gustaron y allí mismo trató de repintarlos hasta que la regañaron. ''Vino la directora del museo y me dijo que en mi estudio podía repintar mis cuadros cuantas veces quisiera, pero no una vez colgados. He sido muy correctora, a veces para mal. En ocasiones he lastimado las cosas en cuanto a cuadros''.
Al principio Menassé pintaba pero no exponía. Tenía una amiga, Lupe Solórzano, que manejaba una galería, ''un pabellón porfiriano en donde ahora está el Museo de Arte Moderno'', que iba a su casa, sacaba cuadros, los exponía y le llevaba dinero. En ese tiempo conoció a Margarita Nelkin, refugiada española y crítica de arte que se había operado de un ojo al parecer sin éxito. ''La visitaba y me decía qué lástima que nunca iba a poder ver mi pintura. Nunca le había dicho que era pintora, pero ella lo había oído, y le tenía miedo en cuanto a eso. Le decía hipócritamente, claro que la va a ver, cosa que no creía, pero sucedió.
''Ya recuperada me preguntaba cuándo me lleva a ver su obra. La semana entrante nos ponemos de acuerdo, le contestaba. Así estuvimos hasta que un día se presentó en la puerta de mi casa y tocó. Pues, ya ni modo. Entró, estuvo varias horas, me hizo comentarios sobre cada cosa que le enseñé. Cuando se fue dije, ya acabé con eso, ¡qué bueno! Pero esa misma tarde me llamaron de la Galería Tusó y me dijeron, tenemos una exposición programada para usted en octubre. Por favor pase a firmar el acuerdo''.
Menassé, hoy día, piensa que muchos de los críticos de arte nada más hablan de ciertas tendencias o de artistas específicos que las cultivan. Mientras que sólo unos cuantos tratan de ver todo y de criticar la obra de acuerdo con su contenido.