MARTES Ť 13 Ť NOVIEMBRE Ť 2001
LA MUESTRA
Carlos Bonfil
Fuera del mundo
LUEGO DE HABER sido durante largas décadas una de las cinematografías más interesantes de Europa, la producción italiana mantiene hoy un perfil sorprendentemente bajo. Ya sin su característica constelación de directores y figuras de primer plano, y sin poderse sustraer totalmente al clima mercantilista impuesto por el imperio Berlusconi, el cine italiano atraviesa por una crisis muy severa.
ES CIERTO QUE este año uno de sus mejores realizadores, Nanni Moretti (inexplicablemente no incluido en la Muestra), conquistó la Palma de Oro del Festival de Cannes con una obra estupenda, La recámara del hijo (La stanza del figlio); es cierto también que son muy pocas las cintas recientes que llegan a México sobre todo si se compara esta situación con el boom de exhibiciones francesas; es por último cierto que en varias cintas anteriores, en particular en Abril, Moretti había señalado ya, desde una perspectiva de izquierda, el impasse político y la degradación del quehacer fílmico en la Italia de fin de siglo.
DADA ESTA SITUACION, y con los vacíos de distribución de cine italiano en México, sorprende que en lugar de la notable excepción de Moretti, se proyecte hoy en esta Muestra una cinta simpática y amablemente intrascendente, Fuera del mundo (Fuori dal mondo), de Giuseppe Piccioni.
EDUCACION SENTIMENTAL DE una monja. La joven novicia Caterina (Margherita Buy) recibe de manos de un desconocido un bebé, y su propósito será, a lo largo del filme, encontrarle un hogar, descubrir el paradero de la madre y someterse a un examen de conciencia sobre su propia vocación en vísperas de tomar los votos definitivos. Algo más. Su encuentro con Ernesto, posible padre del bebé, despertará su propia sensibilidad amorosa. Intervienen otros personajes, la madre de la novicia, figura clave en el dilema de Caterina, y sobre todo la joven Teresa -rechazada por sus padres, sumida en el desencanto absoluto-, quien de no ser la madre del bebé no tendría mayor relieve o interés dramático, a tal punto se le presenta como emblema del escepticismo juvenil italiano -según lo percibe un Piccioni graduado en sicología, que ya como cineasta ensaya un poco la sociología instantánea.
PICCIONI EVITA EL problema más evidente, la caída en el sentimentalismo y en el desbordamiento melodramático; aun así, Fuera del mundo no se distingue por la intensidad de las actuaciones ni por la originalidad de su propuesta narrativa. La historia requería personajes muy sólidos, capaces de transmitir la carga emocional que los guionistas le atribuyen a la historia. Nada de esto sucede. Las dos actrices principales tienen un buen desempeño, pero sus personajes son planos y poco atractivos, como si estuvieran, no fuera de este mundo (como lo sugiere el título), sino fuera de esta época; anclados todavía en los años setenta en alguno de los múltiples dramas, de inspiración televisiva, donde las historias de amor dejaban de interesar si no se veían continuamente contrariadas por el destino o por una familia intolerante.
EL DRAMA AQUI tiene que ver con la religión y con otras opciones vocacionales. Pero incluso la maternidad, como vocación y como tema, tiene un desarrollo muy precario. Si los personajes gravitan así fuera de este mundo, en un universo de soledad y desencanto, no es el ritmo moroso del cine de Piccioni el que nos los podría traer de vuelta.