lunes Ť 19 Ť noviembre Ť 2001

Alejandro Zapata PerogordoŤ

Justicia social para el desarrollo regional

El mundo vive hoy un proceso de transición en todos los órdenes, por tal motivo, debemos reflexionar y replantearnos las causas y efectos que en esta nueva realidad inciden en el desarrollo social, económico, político y de evolución democrática en las regiones.

Los gobiernos actuales se encuentran ante disyuntivas y elementos externos que deben tomar en consideración con sensibilidad, creatividad y voluntad política. En principio, comprendemos que todas las regiones tienen elementos distintivos, tanto por sus costumbres, tradiciones, cultura, raigambres y particularidades específicas que las hacen únicas y singulares, aunque existen elementos comunes con otras localidades, regiones y aun naciones que se encuentran vinculados por intereses de diversa índole. Sin embargo, muchas están en procesos de evolución procurando estar dentro de la vorágine de la modernidad y combatiendo los grandes rezagos.

Esta serie de factores debe constituir una llamada de atención para cada gobierno que adicionalmente se ve trastocado en su organización, por las coyunturas, carencia de facultades y de recursos y, desde luego, rebasado por las circunstancias en la planeación y por un problema que, ése sí, no es nuevo en toda sociedad: la tentación al centralismo y la tensión que esto provoca en las regiones en cuanto a facultades y distribución de recursos. Se habla de crear polos de desarrollo con la finalidad de evitar migración, impulsar la homogeneidad social, fortalecer la identidad de las comunidades y potenciar la vocación regional, pero la realidad nos indica que las economías familiares no se encuentran en condiciones favorables; por el contrario, existe una marcada tendencia hacia la marginalidad, lo que ocasiona una necesidad de apuntalar de manera subsidiaria los programas sociales, que resultan insuficientes para revertir las grandes necesidades que se tienen.

ƑQué hacer ante esta situación? Deben combatirse los grandes desequilibrios sociales; otorgarse atención según sus necesidades de cada región e inclusive procurar impulsar la solidaridad y los valores que identifican a la colectividad, para evitar otro tipo de brechas y confrontaciones; combatir las adicciones, la inseguridad, la violencia, la cultura de la corrupción, el extravío de valores, la desconfianza y la falta de credibilidad.

En esta realidad, no debemos olvidar la influencia de los medios de comunicación, factor determinante en la formación del criterio ciudadano, en el que también inciden la migración y los mercados. Estamos inmersos en un proceso de mundialización en el que se presentan factores como la guerrilla, el terrorismo, el fanatismo, la delincuencia organizada, el fundamentalismo religioso, el materialismo, el individualismo y el consumismo, frente a rezagos económicos, injusticias sociales y los desequilibrios regionales. Por ello la calidad de los gobiernos depende de su capacidad para cambiar de manera inteligente, partiendo de un análisis serio y sistemático de la situación para proponer, sobre base firme, soluciones que funcionen en el corto y largo plazos.

Se hace menester cambiar estrategias y prioridades de la planeación creando programas regionales, con el propósito de corregir los sesgos que afectan negativamente a las regiones, buscando revertir las tendencias seculares de deterioro y permitir a sus habitantes acceder a mejores estándares de vida. El desarrollo debe estar encaminado hacia las personas o no es desarrollo, específicamente debe contemplar políticas públicas encaminadas al desarrollo humano. La lucha contra la pobreza y la promoción de la inversión y el desarrollo productivos, la inversión estratégica en infraestructura, en comunicaciones y el aprovechamiento de potencialidades regionales.

En estos planes, el recurso fundamental son los hombres y las mujeres, por lo que se deben establecer nuevas bases y esquemas para la coordinación y relación entre la federación, los estados y los municipios y, a su vez, entre éstos y la sociedad, de tal manera que se dé un marco institucional de respeto e impulso a la democracia participativa. Un plan de desarrollo regional se debe promover y consolidar a través de la implantación acelerada y coordinada de políticas públicas y de programas, y proyectos de inversión pública y privada orientados, entre otros, al desarrollo educativo y social de la población, la expansión y desarrollo integrado en la infraestructura básica, la promoción y desarrollo de actividades productivas, la modernización y fortalecimiento de las instituciones locales y la ampliación de la base tecnológica de la región.

Mi propuesta consiste en contribuir al crecimiento económico sostenido y a la preservación del medio ambiente y recursos naturales a través de un indispensable marco respetuoso de concertación, consensos y de pleno respeto a la soberanía para la sana convivencia entre los órdenes de gobierno. Punto especial como premisa primordial es el respeto a los derechos humanos, la convivencia armónica y la justicia social. La conjugación entre libertad y justicia social, libertad y solidaridad es el gran desafío de los sistemas políticos y económicos hoy vigentes.

Ť Diputado federal y coordinador adjunto del grupo parlamentario del PAN