LUNES Ť 19 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Amigos del ex presidente del Pen Club, en Bellas Artes

Homenaje al escritor Manuel Ulacia, a 3 meses de su muerte

CESAR GÜEMES

Manuel Ulacia fue poeta, ensayista, viajero y hombre singularmente bondadoso. Sus cualidades artísticas y su bonhomía fueron los temas del homenaje que recibiera su figura a tres meses de su muerte, sucedida en Zihuatanejo el pasado 12 de agosto.

En el encuentro, por demás emotivo, hubo sólo presencias, ya que las ausencias, como la de Ramón Xirau o la de Alberto Blanco, se suplieron de inmediato con la lectura de los textos que ambos autores habían escrito para el acto, llevado a cabo la tarde de este domingo en la sala Manuel M. Ponce de Bellas Artes.

Víctor Manuel Mendiola, uno de sus más cercanos amigos y con quien Ulacia trabajó muy de cerca, dejó en claro que el autor de Origami para un día de lluvia "no era dogmático", sino que por el contrario, gustaba de "quitarse la armadura y disfrazarse de Bella Durmiente". De esta suerte, a las virtudes como escritor se sumaron, desde la óptica de Mendiola, las de caballero, porque al mismo tiempo que Ulacia era "un gigante feliz", también era capaz de "portar perfectamente una guerrera, pero sin llevar espada". Como amigo, dijo Mendiola, "lo extraño, y como editor sigo asombrado con sus poemas".

Vicepresidenta del Pen Club sección México, del cual Manuel Ulacia era presidente cuando falleció, Nedda G. de Anhalt recordó que era un secreto a voces el hecho de que al momento de su muerte Manuel Ulacia vivía como creador una época iluminada. Para la también escritora, el poeta supo combinar los altos vuelos estéticos con sólo adentrarse en la vida cotidiana, a partir de sus padrinos en materia de lenguaje, Octavio Paz y Jorge Luis Borges. Y si bien destacó la importancia de Origami..., De Anhalt prefirió centrar su atención en el poema "El plato azul", al que calificó de verdadera hazaña por su multiplicidad de perspectivas, por ser un fotograma en movimiento y una suma artística de su época. "Ahora estás sentado alrededor de otra mesa", concluyó De Anhalt dirigiéndose a la memoria del poeta, no sin antes preguntarse por qué Ulacia no recibió debido a sus numerosos méritos el Premio Xavier Villaurrutia, y responderse que debió ser por la falta de visión de los jurados del galardón.

Una verdad central y de la que sería posible partir a fin de explicarse el aprecio y el respeto de sus contemporáneos, fue la que expresó el texto de Alberto Blanco leído por Luis Cortés Bargalló: Manuel Ulacia nunca dejó de nombrar a los que amaba. Entre otros conceptos de Blanco, se encuentra el siguiente: Ulacia escribió siempre con la conciencia del poder premonitorio de la poesía, que es, por cierto, lo que la garantiza.

James Wallender, ensayista e investigador, planteó al público el deseo de que Ulacia fuera recordado al menos como el autor de El río y la piedra, aunque puso a consideración si sería demasiado pedir si esa memoria fuera completa para el aporte cultural que el fallecido escritor realizó. Wallender dijo estar al tanto de la especulación sobre los artistas que mueren prematuramente y la obra que podrían haber realizado. En el caso de Ulacia, la respuesta es que estaba en su mejor momento, concluyó el estudioso.

La participación de Fabienne Bradú, en voz de la subdirectora de Literatura del INBA, Argentina Rodríguez, fue evocativa de un viaje que juntos realizaron a la India, Nepal, Bután y el Tíbet. El texto recoge la visita a Galta, guiados por las descripciones del sitio que Paz hiciera en El mono gramático. "Quiero creer que la muerte de Manuel no fue sino el inicio de otro viaje", resumió Bradú.

Antes de que Alejandro Peraza cerrara el homenaje con la lectura de algunos poemas de Ulacia, Víctor Manuel Mendiola hizo lo propio con el texto escrito por Ramón Xirau, en el que se destaca lo mismo la obra ensayística del fallecido poeta, en particular su tesis doctoral Luis Cernuda, cuerpo y deseo, que se convirtió en libro posteriormente y sus estudios sobre Octavio Paz. La remembranza hecha por Xirau señaló un punto de acuerdo para quienes estaban en la mesa y quienes escuchaban: Manuel Ulacia fue, al modo de Machado, un hombre "en el mejor sentido de la palabra, bueno".